Si quieres desintoxicarte, olvídate de los zumos y las dietas de limpieza, y elimina de tu dieta las dos cosas que afectan más a tu cuerpo.
Con el año nuevo aparecen como hongos las dietas detox, aprovechando el sentimiento de culpa que nos provocan los atracones de las fiestas. Es especialmente sangrante el caso de las revistas femeninas, que animan a las señoras a matarse de hambre con zumos, sopas de cebolla o sirope de arce durante semanas.
Estas mal llamadas dietas de limpieza o desintoxicantes se basan en un principio falso: suponen que ingiriendo solo líquidos y muy pocas calorías, tu sistema digestivo puede eliminar las toxinas acumuladas durante los atracones.
Por otro lado insisten en que así el cuerpo elimina las células defectuosas. Hay varios problemas con este razonamiento:
Tu cuerpo no acumula toxinas. El hígado no almacena toxinas. No es un filtro, como el del aspirador, sino un convertidor. Los riñones tampoco almacenan toxinas. Los riñones filtran la sangre y separan los compuestos que nos quedamos, que pasan de nuevo a la sangre, y aquellos que eliminamos, que se expulsan con la orina.
Por tanto, las hierbas y suplementos que se venden como limpiadoras del hígado y los riñones no hacen lo que promenten.
Algunos compuestos pueden facilitar el funcionamiento del hígado, pero no contienen nada que no se pueda conseguir con una buena alimentación. Por otro lado, eso no tiene que ver con eliminar toxinas, el hígado ya sabe hacerlo solito.
Cuando comes muy pocas calorías, es cierto que aumenta la autofagia, es decir, tu cuerpo elimina células defectuosas, pero ¡también las sanas!
Los científicos están de acuerdo en que las dietas detox no funcionan. Si tu cuerpo no recibe suficientes calorías de la dieta, empieza a utilizar las reservas de grasa, pero también a degradar proteínas de tus músculos para quemarlas.
Esta degradación de los músculos se multiplica si no haces deporte. Por otro lado, tomando azúcares como las que contiene el zumo haces subir tu insulina, y con la insulina alta tu cuerpo no puede quemar grasa.
El resultado es que perderás tu preciada masa muscular, y cuando después de dos semanas de hambre vuelvas a comer pizza y patatas fritas con desesperación, todo el peso volverá en forma de grasa convirtiéndote en una persona delgada-gorda.
La desintoxicación inteligente
Te propongo una solución más inteligente. Durante dos semanas, elimina totalmente de tu dieta dos toxinas: el azúcar y el alcohol.
La fructosa del azúcar y el alcohol se metabolizan de forma parecida en tu hígado, que tiene que trabajar horas extras para eliminar los subproductos tóxicos que generan. Este trabajo adicional de tu organismo no te permite quemar grasa.
Es cierto que ni el azúcar ni el alcohol provocan grandes problemas en pequeñas cantidades y en personas activas.
Pero como esas dos condiciones no se suelen dar en Navidad, sino todo lo contrario, estamos hablando de darte un descanso.
El alcohol es fácil de evitar, porque sabes dónde encontrarlo, pero cuidado con el azúcar, que está en todos lados. Además de pasteles y dulces, y el azúcar del café, tendrás que evitar los zumos de frutas, bebidas gaseosas con azúcar.
Tampoco debes tomar miel, agave o cualquier sustituto “natural”, que en definitiva siguen siendo azúcar.
Incluso te recomiendo que aproveches estas semanas para desengancharte de los sabores dulces y experimentes con nuevos sabores: especias, hierbas aromáticas o cítricos.
Eso es todo, ni más ni menos: nada de alcohol, nada de azúcar. Consume una dieta rica en carne, pescado, huevos y verduras, grasas saludables como aguacate y aceite de oliva, y baja en pan, papas, pasta y arroz.
Sobre todo, mueve tu cuerpo.
En dos semanas notarás una diferencia mucho mayor que con las dietas de hambre.
¿Qué hacer después de las dos semanas? Pasado ese tiempo tus ansias de comer dulces habrán bajado.