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"Ni el próximo presidente de EE.UU. sabrá qué hacer con Oriente Medio"


Los problemas en Oriente Medio no pueden resolverse por medios militares, que suponen el camino al que se ha acostumbrado EE.UU., afirma el politólogo y profesor de Harvard Stephen Walt.

En los tiempos de la Guerra Fría, EE.UU. tenía un objetivo claro en Oriente Medio: reprimir a la Unión Soviética. 

Después de la caída de la Unión, Washington todavía no ha podido entender cómo operar en la región, afirma el politólogo estadounidense y profesor de Harvard, Stephen Walt.

En un artículo publicado en The Foreign Policy, Walt destaca que mientras Washington intentaba controlar las acciones de la URSS, garantizaba un suministro ininterrumpido de petróleo a los mercados mundiales. Como resultado de esta política, EE.UU. definía claramente sus prioridades en la región y llevaba a cabo una política coherente, basándose tanto en la fuerza militar, como en sus aliados locales.

Sin embargo, ahora, el país ya no tiene rivales poderosos en la región, y por lo tanto, según el politólogo, ya no existe un principio de organización en la política de Oriente Medio, y la Casa Blanca se enfrenta a una serie de fuerzas en la zona que persiguen objetivos muy diversos.
Un futuro confuso

Las relaciones entre Washington y sus aliados en Oriente Medio se han deteriorado significativamente. 

La política de las autoridades turcas a veces va en contra de la línea estadounidense, y las relaciones con Arabia Saudita se dificultaron por el acuerdo nuclear con Irán y los diferentes puntos de vista sobre el conflicto sirio.


La caída de los precios del petróleo y el exceso de oferta en el mercado del crudo incluso cuestionan el sentido de la intervención del país en Oriente Medio. Así, EE.UU. ya no importa grandes cantidades de la región petrolera. 

En ese sentido, los problemas actuales en Oriente Medio no pueden resolverse por medios militares, a los que está acostumbrado a recurrir EE.UU., detalla Walt. 

Es necesario que en la zona se creen instituciones políticas eficaces, aunque el ejemplo de Afganistán muestra que el Ejército estadounidense no ha tenido mucho éxito realizando esta tarea, sostiene.

"Nuestras más poderosas herramientas de influencia son de poca utilidad, y nuestro interés estratégico en la región va disminuyendo, mientras que ninguno de nuestros actuales aliados merece apoyo incondicional", considera Walt.

Finalmente el autor sostiene que Washington debería dejar de resolver problemas para los cuales le falta sabiduría y voluntad si quiere solucionarlos. 

En ese sentido, durante la campaña electoral en EE.UU., la cuestión de Oriente Medio no ha sido seriamente discutida, aunque siempre han estado presentes las declaraciones de "liderazgo" EE.UU. en la región. 

Según el politólogo, es probable que el próximo presidente de país "tampoco tenga idea sobre qué hacer en esa parte del mundo", concluye Walt.

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