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¿Veremos el final de los políticos pederastas?


Lord Greville Janner, de 87 años y con Alzheimer, deberá presentarse ante la justicia inglesa por 22 imputaciones de abusos sexuales a menores. No es el único caso.

¿Histeria colectiva o, por fin, justicia para las víctimas? 

Es la pregunta que ronda sobre la serie de escándalos relacionados con políticos británicos que están bajo sospecha de abusar sexualmente de menores o de encubrir presuntos delitos históricos.

 En unos casos solo hay alegaciones.

 En otros, la fiscalía cree tener pruebas para iniciar procesos judiciales con suficientes posibilidades de éxito.

 Varios sospechosos yacen en la tumba mientras la policía continúa las pesquisas sobre su asociación con dos redes de pederastas, supuestamente integradas por parlamentarios, jueces, militares y altos responsables policiales y de los Servicios de Inteligencia, que operó en el entorno de Westminster en los años 60, 70, y 80.

Dentro de esta marejada de incertidumbre, la situación de Lord Greville Janneres excepcional. Ex diputado laborista de Leicester, ciudad al norte de Londres, está imputado de 22 distintas instancias de abuso sexual de menores durante al menos tres décadas. Tiene 87 años y sufre demencia aguda, según aceptan todos los abogados involucrados en el proceso.

El barón Janner de Braunstone Hon Greville.REX

Pero Lord Janner no va a escapar completamente a las diligencias judiciales. El tribunal Superior de Inglaterra y Gales dictó ayer en contra del recurso presentado por sus abogados, que intentaron impedir la comparecencia de su cliente en un juzgado de primera instancia con argumentos apoyados en la legislación de Derechos Humanos. Los letrados alegaron en vano que sería “barbárico, inhumano e incivilizado” forzar su presencia debido a su enfermedad senil.

La semana anterior, en la primera vista preliminar del caso, el magistrado jefe de Westminster concluyó que el octogenario político debía personarse en el juzgado para escuchar los cargos imputados.El juez Howard Riddle también advirtió que emitiría una orden de arresto si el acusado por la fiscalía ignoraba su citación, este viernes día 14.
Salvo un imprevisto de última hora, Janner tomará asiento en la mañana de hoy en una sala de la Corte de Westminster. Solo estará unos cinco o diez minutos, protegido en todo instante por miembros de su familia o personal médico. Pero, como dijeron ayer los dos altos jueces, lady Anne Rafferty y sir Stephen Irwin, la “justicia debe ser pública” y el enfermo lord no recordará nada de lo sucedido en estos angustiosos momentos en cuanto vuelva a pisar la calle. Su caso será remitido automáticamente a un Tribunal de la Corona, previsiblemente el de Southwark, al sur del Támesis.

Lord Janner no será llamado a testificar en el resto de sesiones públicas. Tampoco se sentará en el banquillo de acusados, como pretendían las víctimas que le denunciaron a la policía. En su fase avanzada de Alzheimer, los neurólogos indican que no está capacitado para entender las diligencias ni refutar testimonios sobre sus supuestas graves infracciones con niños residentes en orfanatos de Leicester.

El humillado político va ser protagonista invisible de un “juicio de los hechos”.

 Los doce miembros del jurado se pronunciarán sobre la veracidad o falsedad de las alegaciones de pedofilia, pero no emitirán un veredicto de inocencia o culpabilidad del todavía honorable lord.

Su colega en la Cámara de los Comunes, el liberal demócrata Cyril Smith, murió en 2010 ajeno al torrente de insinuaciones de su supuesta inclinación por la pederastia que están investigando detectives de Rochdale, su circunscripción parlamentaria.

 Pero los rumores sobre sus excesos sexuales con chavales se remontan a 1979, cuando Margaret Thatcher tomó las riendas del gobierno británico.

En mayo de ese año, un periódico local publicó detalladas confesiones de niños residentes en un orfanato de la ciudad sobre los “extraños exámenes médicos” que les practicaba el diputado y anterior concejal del ayuntamiento de Rochdale. 

“Después de 36 años de encubrimiento y tras la muerte del político de 184 kilos de peso, las alegaciones se están tomando por fin en serio”, escribió recientemente John Walter, co-director del diario Rochdale Alternative Paper.

Walter recuerda que el resto de la prensa británica, con la excepción de la revista satírica Private Eye, ignoró el escándalo. 

El rotativo pasó un informe a la policía, pero Cyril Smith no fue procesado y Thatcher le condecoró como caballero del Imperio en 1988. 

El director alega también que el Partido Liberal restó importancia al caso, reduciendo los supuestos abusos sexuales a inocentes “cachetes en las nalgas” de los menores.


Leon Brittan con su mujer Diana Peterson en las escaleras del Marylebone Register OfficeCORDON PRESS

En cambio, el conservador Leon Brittan falleció el pasado enero sin saber que Scotland Yard se disponía a cerrar una investigación sobre su presunta violación de una estudiante de 19 años, en su piso de Londres, en 1967. El ex comisario europeo fue interrogado, bajo cautela, en torno al alegado ataque sexual, pero las pesquisas no progresaron por falta de pruebas. “Es cierto que la policía me ha interrogado sobre una alegación grave efectuada contra mí. Esta alegación es absolutamente injustificada”, declaró en 2014 el entonces lord.

Antes de morir, el destacado tory capeó otro incidente en torno al aparente encubrimiento del establishment de sucesivos casos de explotación sexual de niños vulnerables. Las alegaciones se incluían en un dossier que un diputado entregó a Brittan en 1988, cuando era ministro del Interior en el gobierno Thatcher. El documento, de 40 folios, se ha perdido en los ficheros ministeriales, aunque el Home Office exoneró a su antiguo jefe de cualquier irregularidad.

No obstante, Lord Brittan debe estar removiéndose en la tumba. Otro diputado, el laborista Tim Watson, difundió este año que había escuchado alegaciones “creíbles” de dos individuos, que identifican al ex gestor europeo y parlamentario británico como un predador sexual y violador en serie de menores varones. La familia y los amigos del difunto político defienden su inocencia contra estas y otras “insinuaciones” de la brutal “campaña difamadora”.

Las supuestas redes de poderosos pederastas, con sus múltiples ramificaciones en la cúspide institucional, comenzaron a investigarse hace apenas tres años. 

El detonante fue la confirmación de que Jimmy Saville, el popular presentador de televisión, había abusado sexualmente de cientos de niñas y adolescentesdurante tres largas décadas. 

El depredador satisfizo su libido en estudios de la BBC, en hospitales y centros de acogida infantiles, en aparcamiento públicos… pero nadie hizo saltar la alarma. Sus delitos se probaron al año de morir, en 2011.

Desde entonces, mujeres y hombres denuncian sin vergüenza otros casos y cada alegación se estudia con lupa.

 Famosos profesionales cumplen ya condena en prisión, pero las actuaciones contra parlamentarios avanzan más lentamente. 

No sería la primera vez que un político termina entre rejas por cuestiones de sexo, aunque hasta ahora solían derivarse de relaciones consentidas entre adultos.


Christine Keeler y Mandy Rice-Davies rodeadas por la prensa.GETTY

El caso Profumo trajo cola y su eco continúa propagándose. La caída en 1963 del entonces ministro de Guerra, John Profumo, por mentir al parlamento sobre su affair con una prostituta, se ha contando en libros, documentales y en un musical de Andrew Lloyd Webber.

 El compositor centró su libreto en el osteópata, Stephen Ward, que puso en contacto al político conservador con su protegida,Christine Keeler. En la trama real, a sus 19 años, la chica alternaba de cama antes o después de pasar por los clubs del Soho con su amiga Mandie Rice-Davies.

Intencionadamente o no, Ward se las ingenió para que Keeler prestara sus servicios sexuales a Profumo y al consejero naval de la Embajada rusa en Londres, Yevgeny Ivanov. Destapado el doble juego, el ministro dimitió y desapareció para siempre del centro político de Reino Unido parta centrarse en labores humanitarias.

Una mentira sobre su encuentro con una prostituta también arruinó la vida política de Jeffrey Archer. A finales de los ochenta, el célebre novelista ganó un pleito de difamación contra el tabloide Star por la publicación de un artículo que hablaba de su relación extramarital con Monica Coghlan. Admitió ante el juez que había abonado, a través de un amigo, dos mil libras a la prostituta, aunque nunca se acostó con ella.

El juicio concluyó con una indemnización de medio millón de libras para el ya entonces dimitido vicepresidente del Partido Conservador. Cinco años más tarde, el Tribunal penal del Old Bailey condenaba al carismático político a cuatro años de cárcel por perjurio y obstrucción de la justicia en el juicio original sobre la chica de alterne de Mayfair. Archer perdió el honor, pero preservó su titulo de lord y siguió escribiendo best sellers.

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