Por Salvador González Briceño
Saldo del capitalismo, del imperialismo y la globalización (la primera globalización tiene un saldo de exterminio colonial), de sus métodos violentos por las guerras, por dictadores a sueldo e invasiones promovidas desde el ombligo occidental, la persecución de la población de países enteros deriva en crímenes o en sobrevivientes expulsados.
Es la parte de la población que deambula en busca de asilo para seguir con vida, sin importar someterse a leyes, formas de vida, laboral y cultural distintas.
El principal motor es la violencia para el robo de la tierra, los recursos, las riquezas y el sometimiento de pueblos enteros.
De la mano de las guerras, está también la agresión económica contra poblaciones de otros países. Producto de economías deficientes, carencia de compromisos de los estados, gobiernos sin responsabilidad social y serviles de las políticas neoliberales —hablando de las últimas décadas—, impuestas desde los centros de dominio o del poder mundial que derivan en desestructuración de aquellos países en donde se aplican, se trata de los migrantes que buscan empleo y se alquilan como mano de obra barata, en otros “mercados” para los cuales ingresar ilegalmente sin los papeles de la “diplomacia” y la “migración” es apostar la vida.
De expulsados e inmigrantes están hartos los países del mundo occidental, no obstante ser la cosecha de sus políticas pendencieras, el principal generador de las dos dinámicas expuestas: por las guerras y las políticas económicas liberales. Es el caso de los Estados Unidos de América, país que se auto flagela por la inmigración del “sur” del continente (Centroamérica, pero principalmente México). En tiempos recientes especialmente la Unión Europea, que está padeciendo el drama del flujo migratorio procedente de Oriente Medio y norte de África, ya víctimas de los conflictos violentos recientes, o del ancestral retraso económico inducido por el “viejo” continente y por “América”, los EUA en los tiempos de las “plantaciones del sur” —la esclavitud— y las eternas invasiones militares al Continente negro.
No es solamente Grecia —situación político económica de lado— quien está padeciendo el drama humano recientemente. Aun y cuando es la puerta de entrada del Mediterráneo. Muchos países lo están viviendo de una manera u otra, con saldos catastróficos, como los 50 cadáveres encontrados en un camión en Austria. Pero están también Italia, Hungría —país que construye un muro de alambre y púas— en la frontera con Serbia; Macedonia, Francia, Alemania, Reino Unido, etcétera.
No son unos pocos, se trata, según ACNUR, de la mayor crisis de inmigración y humanitaria del siglo XXI, la peor desde la Segunda Guerra Mundial. Los datos son reveladores: 300 000 personas han cruzado el Mediterráneo, tan solo en lo que va del año 2015, y las autoridades europeas son incapaces de enfrentar el dilema. Los inmigrantes “en las fronteras de la UE en julio; más de 107,000” (datos de la agencia de refugiados de las Naciones Unidas). Y han muerto, más de 2,500 este mismo año. Pero la catástrofe no termina ahí. Vemos por países solicitantes de asilo, tan solo entre 2014-2015. Procedentes de Siria: 199,960; Kosovo: 101,350; Afganistán: 82,350; Eritrea: 63,445; Serbia: 48,435; Albania: 43,995; Iraq: 42,935; Pakistán: 35,825; Nigeria: 30,825; Rusia: 28,640.
En “América”, los medios occidentales se encargan de propagar la idea que el problema lo tiene Grecia por los inmigrantes africanos. Y de ahí se extiende al resto de la UE. Pero es porque quieretapar el sol con un dedo, en tanto se pueda para que no se descubra que la inmigración en realidad es expulsión por las causales violentas de sus propias acciones, tanto del militarismo gringo como los propios socios europeos, los amigos de la OTAN.
Así fuera solo el caso de los inmigrantes procedentes del continente negro, la odisea humana no es menor, tampoco helena. Mejor dicho es el mayor dilema, según lo cataloga ACNUR. Lo que sigue es la violencia contra ellos, las víctimas al final de cuentas, porque en plena crisis los gobiernos no sabrán qué hacer. Los inmigrantes no la hacen, pero sí la pagan.
Opiniones encontradas comienzan por generar división: en tanto unos dicen sí a los inmigrantes, otros que no. El ex canciller alemán Gerhard Schroeder dice “legalizarlos” y Hungría levanta el “muro”, Macedonia utiliza al ejército y la policía para detenerlos; grupos de extrema derecha en Alemania protestan por su presencia, y Angela Merkel dice que preocupa al país “más que la crisis griega y la inestabilidad del euro”. Está claro: ni siquiera Alemania tiene soluciones, como el resto de los gobiernos de la UE, que ya protestan. Austria y Hungría están considerando la opción de la fuerza militar. En tanto Brigitte Espuche, de la red euroafricana Migreurop, dice que es ineficaz y condenable el uso de militares.
El debate ya está frente al problema. Mientras tanto, a las víctimas les queda el desamparo como refugiados que huyen de sus países, en medio de la reconquista neocolonialista de Occidente. Países sin escrúpulos que siembran el terror entre civiles inocentes, a fin de apoderarse de sus riquezas naturales. Ese es el origen de los problemas de inmigrantes de ahora, en EUA y la UE.
El problema no es nuevo. Nació con el capitalismo y la globalización colonial y neocolonial. Incluso ahora. Recordemos que el origen de la inmigración moderna arreció durante la década de los 90, con las guerras. Terminada la llamada guerra fría, a la caída del Muro de Berlín en 1989 y luego de la desaparición de la Unión Soviética en 1991, de 1989 a la fecha se han generado más de 70 conflictos armados con centenares de miles de muertos y ¡más de 17 millones de refugiados! En su mayoría por la presencia de la armada de EUA, gringos en acción.
Siguiendo la dinámica de la guerra fría, en los años 90 siguió el desarrollo de la industria de la guerra, por métodos más modernos.
Los viejos métodos, solo que ahora sin una fuerza que contrarrestase en el escenario mundial a los halcones de EUA. Solo la crisis del 2008-09 cambiaría la geopolítica, con el resurgimiento de Rusia y de China, en la geopolítica y la economía global, respectivamente. Mas el problema de la violencia iniciada está ya rindiendo sus frutos. Ahí está la crisis humanitaria generada y manifiesta en forma de los miles y miles de inmigrantes.
Crisis humanitaria que desnuda las artimañas de la globalización neoliberal en franca decadencia; esto es un síndrome de su descomposición.
El uso de los métodos violentos de aquellos países de Occidente, para la usurpación de la propiedad de otros, social o lo que les queda a los Estados. Estrategia de aquellos países imperiales, corporativos, organismos multinacionales, que someten a gobernantes, organismos, presidentes, generales y militares por la buena o a la mala.
Crisis humanitaria: esas son las consecuencias. La crisis económica complica las cosas: como acelerar las detenciones, o utilizar la violencia.
Pero ello arreciaría la crisis social europea. EUA no se queda atrás, porque apunta hacia lo mismo.