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Nicaragua: Brigada Internacionalista, Victoriano Lorenzo


El 27 de septiembre de 1978, fue creada, hace 37 años. La brigada internacionalista Victoriano Lorenzo.... 

Nuestro recuerdo y homenaje permanente a los 28 compañeros caídos en combate y a todos los que ya han partido de este mundo, nuestro respeto y admiración a los 32 compañeros que recibieron heridas de guerra luchando al lado del pueblo nicaragüense y nuestro saludo fraterno a los que aún sobreviven orgullosos del deber cumplido.

EN ESTA FECHA TAN SIGNIFICATIVA PARA TODOS NOSOTROS, RECORDEMOS ESOS MOMENTOS...

La Radio y la Prensa escrita, le habían dado amplia difusión al escueto comunicado que decía textualmente:

“...A todos los integrantes de la Brigada de voluntarios Victoriano Lorenzo, que la partida para luchar contra el Somocismo, será el Miércoles 27 y el lugar de concentración será el Templo Don Bosco, Santo Patrono de la Brigada. La cita es a las cinco de la tarde...”

Meses antes, le había pedido que nos fuéramos a vivir juntos, pero ella no aceptó, adujo inconvenientes familiares y desde ese día no volvimos a vernos.

La tarde del Miércoles 27, abordé el bus y me senté en el primer asiento que encontré libre, de pronto, una mano se posó suavemente sobre la mía, era ella que en medio del asombro y la alegría como si se le hubiera realizado un milagro, me dijo que muchas veces había querido verme subir al bus y que en ocasiones, se había bajado allí para esperarme, como muchas veces lo habíamos hecho antes, con la vana ilusión de verme.

Mientras el bus seguía su marcha, continuó hablándome entusiasmada sin darme oportunidad de explicarle, llegó a decirme que ahora si estaba dispuesta para irse conmigo, incluso desde ese mismo instante. 

Yo no encontraba el momento para decirle que las circunstancias habían cambiado, a pesar de que seguía amándola.

Próximo al lugar de mi cita con la Brigada, pedimos la parada y bajamos, entonces le  conté que había decidido unirme a la Brigada Victoriano Lorenzo para combatir en Nicaragua.


En medio de su desconcierto ella quiso insistir, pero la decisión ya estaba tomada.

Ella se quedó inmóvil en la acera y yo me uní al grupo de voluntarios.


EL ENTRENAMIENTO DE LA BRIGADA VICTORIANO LORENZO A 37 AÑOS DE SU CREACION...


Todo el período de entrenamiento que se extendió por seis semanas en aquella isla, se caracterizó por tres cosas: 

Un adiestramiento severo, constante y sin horario establecido, un hambre generalizada entre todos los voluntarios que nos obligaba a devorar todo lo comestible que encontráramos a nuestro paso y sobre todo, por un premeditado y sistemático acoso sicológico que buscaba diezmar al grupo de voluntarios.

 Podíamos pasar de una meticulosa sesión de arme y desarme a una agotadora jornada de marcha forzada a campo traviesa, cargando todo el material del campamento, lonas, pailas, equipo personal. 

En muchas ocasiones, eramos despertados a media noche, por el incesante tableteo de las ametralladoras Mag-7.62 de los fusiles M16 y de las luces de bengala, incluso bajo la lluvia, debíamos correr a tomar nuestras posiciones defensivas y quedarnos en ellas tiritando de frio y cubiertos de lodo hasta el amanecer.

El acoso psicológico de parte de los Instructores, se puso en práctica desde el inicio, generalmente después de una agotadora jornada de ejercicios físicos o de una larga caminata y sin señales de comida, los instructores, planteaban la posibilidad de trasladar de regreso a casa a todos aquellos que no quisieran continuar con el entrenamiento, y en ocasiones, hasta colocaron lanchas dispuestas a la vista, con grupos de instructores que “...Debían regresar a la Ciudad y podían llevarse a los que quisieran irse con ellos..



Nunca fue más famoso y temido el personaje de “Ricardón”, aquél que en la ausencia del marido, “...se comía hasta el queso que había en la mesa...” según pregonaba una pegajosa canción de la época.

Más que el fuerte entrenamiento y el hambre generalizada, el acoso psicológico hizo estragos entre el grupo de voluntarios, que creyeron y confiaron en el “regreso expedito a casa”, los enfermos y lesionados también entraron en esa jugada. 

En realidad, nunca hubo tal regreso, al contrario, todos ellos permanecieron detenidos en una instalación carcelaria, hasta que el grupo de seleccionados hubo abandonado aquella isla.

La rudeza del entrenamiento y las condiciones salvajes en que nos encontrábamos, había provocado la pérdida de equipos y vestuario, muchos de los voluntarios andaban sin camisas, o con sus ropas destruidas o sin zapatos, yo había perdido desde la primera marcha, la suela de una de mis botas y utilizaba en su lugar un pedazo de lona amarrado con los cordones, me alentaba el ejemplo del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, que durante sus últimos combates en la selva Boliviana utilizó unas alpargatas con las que pasó a la historia.

Para nosotros, la promesa de la llegada del equipo y de uniformes era sospechosamente postergada. Sin embargo cuando llegó el momento, la entrega de aquellos equipos, constituyo una especie de graduación por adelantada.

Una mañana, bien temprano, casi al final de la quinta semana de entrenamiento, una aeronave militar del tipo Aviocar C-212, sobrevoló nuestro campamento a muy baja altura, “allí vienen sus uniformes” nos dijeron, pero la aeronave, a pesar de haber realizado un sobrevuelo rasante sobre la playa a menos de 100 metros de nosotros, tomó altura y se alejó para dejar caer su preciosa carga sobre la cordillera central de la isla, “allá están sus uniformes, gánenselos, y que nadie regrese aquí como un pendejo…” la estampida que se desató con aquella ordenanza no tuvo parangón y todo el mundo corrió hacia los cerros todo el en donde habíamos visto caer los bultos con los supuestos uniformes. 

Durante el trayecto, coincidí en la ruta con Darío Frías Saavedra, oriundo de Los Santos y juntos nos dedicamos a la búsqueda bajando y subiendo cerros, hasta que después de varias horas logramos encontrar uno de los bultos y silenciosamente, nos equipamos con todo lo que necesitábamos, mientras escuchábamos la algarabía de los que continuaban la búsqueda sin resultados, cuando ya estuvimos debidamente equipados, les dimos el aviso del hallazgo y emprendimos el regreso al campamento, ya nos veíamos y nos sentíamos diferentes, Darío Frías Saavedra y Yo, fuimos los primeros en regresar al campamento debidamente equipados , la amistad y el compañerismo que surgió entre nosotros a partir de aquella experiencia, perdura hasta el día de hoy. 



Curiosamente, Dario Frias Saavedra ya utilizaba el seudónimo de “Santo” y entonces yo empecé a llamarle “Santucho” hasta que un día me llamó para preguntarme porqué le llamaba así, y entonces pude contarle que así se llamaba un gran revolucionario Argentino, Mario Roberto Santucho al cuál yo admiraba mucho, al parecer le agradó la historia porque hasta la fecha, cuando le llamo “Santucho” se lanza una gran sonrisa.



En la gráfica se observa de izquierda a derecha, al combatiente Nicaragüense “Daniel” Jefe de Escuadra, seguidamente al Brigadista panameño Asunción Gudiño “Cimarrón”, también Jefe de Escuadra, le sigue el Álvaro Anel Valle, “Camilo”, Jefe de Columna finalmente el combatiente nicaragüense, “Tránsito” Jefe de la Escuadra de Exploración y originario de la ciudad de El Viejo, Chinandega, joven dueño de un gran valor personal y sobre todo humilde y campechano.

“Daniel” después del triunfo revolucionario llegaría a ser 2do. Jefe de la Marina de Guerra Sandinista al fallecer el Comandante Richard Lugo.

Al día siguiente de la toma de esta foto, “Cimarrón” resultaría herido en combate y el compañero “Tránsito” caería en combatiendo, junto a tres compañeros de su escuadra de exploración.




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