La cantante barbadense ha vuelto con su pareja cuatro años después de que la agrediera.
Una estudiante fallece emulando las prácticas sexuales de la trilogía de E. L. James.
Los programas del corazón son el modelo contemporáneo de imitación para muchas mujeres.
Los expertos advierten de un aumento de los casos en los adolescentes.
Uña y carne. En esa actitud se pudo ver a Rihanna con Chris Brown el pasado miércoles, cuando el cantante acudió a los tribunales para rendir cuentas por haber incumplido los servicios sociales que le impusieron en 2009 por agredir a su acompañante.
Esta desconcertante estampa ha levantado ampollas entre los expertos en violencia machista, quienes consideran que el ejemplo de la barbadense supone un peligroso paso atrás en la intolerancia social hacia los malos tratos. Max Weber estaría de acuerdo con ellos.
“La acción social es una conducta humana donde el sentido dado por el sujeto está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta para su desarrollo”, anotaba el sociólogo en 1922.
David Florido, profesor del Departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, hace una reinterpretación actual de esta definición y trata de explicar cómo el comportamiento de los ídolos puede influir sobre las masas.
“Una lectura ligera de Weber nos llevaría a la conclusión de que los comportamientos de los personajes públicos inciden de forma causal en el comportamiento de quienes observan, pero hay que tener en cuenta que cada uno de nosotros somos influidos por muchos tipos de comportamientos, con significados distintos e incluso contradictorios.
Nuestra interpretación personal es la que genera un comportamiento asimilado a un modelo u otro”, aclara. “Lo cierto es que los mass media son una plataforma de proyección potente, pero no la única”, añade.
Rihanna empleó aquel altavoz hace cuatro años cuando los golpes de Brown sobre su rostro quedaron inmortalizadas en el papel couché. Decidió [Enlace retirado].
El tiempo ha rebajado aquellas fuerzas y la cantante ha dado preferencia al afecto por encima de su propia seguridad. Al menos eso se deduce del tuit que colgó la de Barbados en diciembre para dejar clara su postura con la letra de la canción Take Care de Drake.
“Cometió un error y ha pagado por ello. Ha pagado tanto, que no volverá a hacerlo. A veces la gente necesita apoyo y ánimo, en lugar de ridiculización y más críticas”, justifica la cantante en una entrevista concedida a la revista Rolling Stone.
Rihanna se ampara en su derecho a decidir cuando defiende públicamente a su agresor. “He decidido que era más importante para mí ser feliz. Y no voy a dejar que nadie se interfiera en mi camino. Si es un error, es mi error“, añade. Muchos de sus seguidores han condenado estas declaraciones.
“Quiso servir de ejemplo, pero lo que hizo es muy complicado. Cualquier mujer maltratada necesita una gran valentía para admitir que la persona que se ha sentado a su lado durante años tiene una cara diferente y, además, mostrársela al resto.
Ella es también una persona pública y puso en juego su carrera porque, aunque es injusto, la violencia machista sigue siendo un estigma social”, admite Soledad Murillo, socióloga y exsecretaria general de Políticas de Igualdad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. “Hace poco vi la entrevista que le hizo Oprah y me pareció tan enfadada que tuve la sensación de que aquel gesto no se mantendría”, recuerda.
“Las mujeres que han sufrido malos tratos están devastadas.
Una vez que toman conciencia de lo que les ha pasado, se sumen en una tristeza muy profunda, y ella no ha pasado aún por ahí. Su rabia me hizo pensar que quizás estaba dándole un escarmiento a su novio. No creo que haya entendido que es una víctima de la violencia de género”, analiza Murillo.
Los expertos, sin embargo, sí la reconocen como tal. Miguel Lorente, profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, advierte rasgos inconfundibles en su comportamiento.
“La mayoría de las mujeres que han sido agredidas por sus parejas atribuyen los estallidos de violencia a las circunstancias.
Ella argumenta algo similar, piensa que él ha aprendido la lección”, apunta. “Sin embargo, si esto le hubiese pasado con un camarero, jamás volvería a ese bar.
Esto demuestra que hay un componente cultural e individual que hace que las víctimas se escondan la realidad y justifiquen lo imposible en sus relaciones de pareja”, argulle.
El estudio Igualdad y Prevención de la Violencia de Género en la Adolescencia arroja datos escalofriantes. El 9,6% de las adolescentes entre 15 y 18 años reconoce haber experimentado malos tratos en pareja, mientras que un 13’1% de los chicos admite haberlos ejercido.
“Esta diferencia en los porcentajes responde a que muchas de ellas ni siquiera detectan algunas conductas violentas.
Las asumen como normales.
La prueba está en que la mayoría de las consultadas reconocía haberse sentido incómoda en más de una ocasión con las prácticas sexuales que mantenía con su pareja”, precisa.
El 9,6% de las adolescentes entre 15 y 18 años reconoce haber experimentado malos tratos
Un experimento sexual fue, precisamente, lo que ocasionó la muerte de una estudiante alemana de 28 años. La fallecida había llegado a Suecia con una beca de intercambio para estar al lado de su novio, de 31 años.
El bestseller Cincuenta sombras de Grey les sirvió de inspiración para dar rienda suelta a las fantasías sadomasoquistas del treintañero, que se metió tanto en su papel que no se dio cuenta de que la joven había dejado de respirar después de haber sido golpeada 123 veces con un puntero de madera mientras permanecía atada.
“La trilogía se ha publicitado como un fenómeno que ha reanimado la vida sexual de mujeres de medio mundo y lo sucedido evidencia que, en realidad, se trata de una perversión”, opina Beatriz Muñoz, directora de la Oficina para la Igualdad de la Universidad de Extremadura.
“La trama incluye un contrato de sumisión que el protagonista ofrece a la chica como condición para mantener una relación.
La mayoría de las adolescentes han leído las novelas en clave romántica, lo cuál es muy peligroso.
A ciertas edades, puede ser contraproducente que se deslicen modelos de relaciones desiguales en el imaginario femenino”, concluye.
Muñoz considera que el modelo de atracción que se reproduce en la novela es nocivo y respalda su punto de vista con los trabajos de Lídia Puigvert. La investigadora del Centro Especial de Investigación en Teorías y Prácticas Superadoras de Desigualdades (CREA), del Parque Científico de Barcelona, mantiene que para la superación de las barreras sexistas y la prevención de la violencia es necesarioimplantar el lenguaje ético en los medios frente al lenguaje del deseo.
“La mayoría de los productos televisivos que se emiten venden una masculinidad agresiva que cala en las chicas.
El hecho de que las mujeres reconozcan como atractivo al típico malote, multiplica las posibilidades de que elijan como compañero a un tipo que las trate mal”, considera la directora de la Oficina para la Igualdad de la Universidad de Extremadura.
Los ejemplos se amontonan en la crónica social: Whitney Houston, Tina Turner, Pamela Anderson…
La mayoría de los productos televisivos que se emiten venden una masculinidad agresiva
“Los programas del corazón son el modelo contemporáneo de imitación, como Corín Tellado lo fue en su día. Las noticias también contienen un fuerte influjo ideológico que ofrece nuevos referentes públicos que hacen cambiar a la sociedad, por lo tanto, los medios tienen una fuerte responsabilidad”, apuntilla Pablo Vidal-González, del Instituto Universitario de Antropología de la Universidad Católica de Valencia.Ana Fondón, profesora de Sociología de la Universidad de Extremadura, se suma a esta valoración.
“Es condenable que la prensa y la televisión trivialicen estas cuestiones presentándolas como informaciones morbosas, cuando se trata de situaciones altamente preocupantes”, denuncia.
Lorente, por el contrario, apela a la responsabilidad social. “En primer lugar, es importante diferenciar entre la realidad y la ficción. Los libros de E.L. James no dejan de ser una fantasía, no se puede censurar la imaginación de la autora.
Debemos asumir cierta responsabilidad social en el consumo de estos productos, aunque el tratamiento informativo merece capítulo aparte.
Los periodistas tienen la obligación de romper los esquemas que contribuyen a perpetuar la violencia”, sentencia.
Violencia de género entre adolescentes: los expertos advierten de un aumento de los casos
Un 4,9% de chicas adolescentes reconoce haber sido víctima de algún tipo de violencia. En 2011, 32.000 mujeres sufrieron maltrato machista en España, de las que un 1,7% tenía menos de 18 años.
Ayer fue enterrada Miriam Tamayo, la joven que perdía la vida el pasado miércoles, presuntamente, a manos de su expareja en Jerez de la Frontera, Cádiz. Tenía 21 años y se dirigía a sus clases en la Escuela de Hostelería cuando fue sorprendida por el presunto autor de los hechos.
Su juventud no fue suficiente para dar el paso de denunciar a quien fue su novio, que cuenta con antecedentes por otro tipo de delitos contra las personas.
“La edad media de las mujeres que están sometidas a una situación de maltrato es cada vez más baja”, advierte el psicólogo Félix Hurtado Melero, técnico de Promoción de Salud en el área de Gestión Sanitaria del Campo de Gibraltar.
“Hoy en día no es raro encontrar casos de violencia de género en chicas con 13 y 14 años”, agrega.
Las numerosas campañas de sensibilización y el gran volumen de información que existe sobre el fenómeno no han podido evitar que se haya registrado un repunte de víctimas entre las más jóvenes.
Los expertos coinciden en señalar las nuevas tecnologías como uno de los elementos que ha contribuido a que la violencia machista se abra hueco en una generación nacida en el siglo XXI.
Almansa: “Las redes sociales son un factor de riesgo que no existía antes y que ahora tienen un papel muy importante”
“Se está produciendo cierto fenómeno de cosificación de la mujer en internet, donde se presenta como un producto de consumo y posesión.
En esta línea, que un chico incurra en un maltrato psicológico a una chica en el entorno 2.0. es algo que no sorprende, se asume como forma habitual de comunicación dentro de las redes sociales”, denuncia Hurtado.
“Las redes sociales son un factor de riesgo que no existía antes y que ahora tienen un papel muy importante”, indica Julia Almansa, directora de la Fundación Luz Casanova.
“Muchas de ellas viven situaciones graves de acoso solamente por la aplicación Whatsapp, a través de la que pueden controlar dónde están, qué están haciendo o cómo van vestidas”, apunta.
La plataforma Violencia Cero corrobora estas observaciones y destaca lo difícil que es tomar conciencia de una situación de maltrato para una adolescente que percibe el control extremo como una prueba de amor, “celos que quieren decir que la quiere más”, indica Lola Rodríguez, presidenta de la plataforma.
Un estudio elaborado por la Universidad Complutense y el Ministerio de Igualdad del anterior Gobierno en 2011 avala la percepción de los expertos. Ese año, más de 32.000 mujeres sufrieron maltrato machista en España, de las que un 1,7% tenía menos de 18 años.
Además, según el informe, un 4,9% de chicas adolescentes reconoce haber sido víctima de algún tipo de violencia.
Los expertos llevan años repitiendo que el maltrato afecta a todos los niveles sociales, económicos y culturales. Ahora sabemos que ser mayor de edad tampoco es condición y la menor maltratada por su pareja no es una excepción.
Tanto es así, que la Comunidad de Madrid ha habilitado una línea de ayuda online para adolescentes víctimas de violencia de género.
“La violencia no se inicia normalmente con agresiones físicas sino con comportamientos de dominio y abuso, sin que, en muchas ocasiones, la adolescente tenga conciencia de estar sufriendo dicha violencia”, se señala desde la página web habilitada a tal efecto.
Desde la Dirección general de la Mujer de la Comunidad de Madrid aseguran que las cifras no son aún significativas. Sin embargo, entre las 927 llamadas de menores que recibió la Fundación ANAR en 2012 para denunciar maltrato machista, un 58,9% tenían 17 años, un 19,1% tenía 16 y un 12% de 13 a 14.
Sensibilización y reeducación
La Fundación Luz Casanova afronta el problema desde la sensibilización y la reeducación. A través de unos talleres, un grupo de profesionales forma a alumnos de los últimos cursos de la ESO y Bachillerato para que sean capaces de identificar las situaciones de violencia que viven, así como sensibilizarse de la importancia de establecer relaciones sanas.
De 2007 a 2011, 778 menores de entre 14 y 17 años fueron enjuiciados por delitos relacionados con la violencia de género
En Violencia Cero también ofrecen charlas en los centros escolares. Cuando logran que una joven admita que está envuelta en una relación violenta y reconozca que la situación no es normal, la plataforma la deriva al Instituto de la Mujer, psicólogos o abogados, si el caso es grave.
Sin embargo, la directora de la Fundación Luz Casanova cuenta que para poder atender a las menores, por ley, deben presentar una autorización de los padres.
“Esto plantea un problema porque, en muchas ocasiones, los progenitores no saben siquiera que existe una relación, mucho menos que ésta es violenta.
Hay incluso casos en los que las menores sufren violencia sexual, algo muy difícil de reconocer a unos padres, que no pueden imaginar lo que está pasando”, lamenta Julia Almansa, que destaca la importancia de trata también a los jóvenes que habiendo admitido un comportamiento violento, quieren cambiar.
Según los últimos datos estadísticos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), de 2007 a 2011, 778 menores de entre 14 y 17 años fueron enjuiciados por delitos relacionados con la violencia de género.
Mayor capacidad de recuperación
Cuando una joven que acaba de iniciar una relación de pareja se aleja de su entorno personal previo, tiene reacciones desproporcionadas o más agresivas de lo normal, disminuye su autoestima y rendimiento escolar o comienza a tener dificultades a nivel cognitivo, es posible que esté siendo víctima de violencia de género.
“Pueden ser síntomas de otros problemas, pero si un familiar o un amigo se percata de esto debe, por lo menos, preguntar”, explica Almansa.
En cuanto a las consecuencias de vivir un episodio de violencia machista a tan corta edad, la directora de la Fundación Luz Casanova asegura que la violencia es muy contaminante, “afecta y deja secuelas”.
“Pero la intervención con gente joven con poco tiempo de exposición a violencia da resultados fantásticos. Su capacidad de recuperación es altísima”, aagrega Almansa.
Esta es una de las principales diferencias entre el maltrato en adultos y adolescentes. Lola Rodríguez añade que, con la ayuda apropiada, las más jóvenes suelen reconocer antes el problema.
“Si denuncian, lo hacen mucho antes. Una mujer adulta lo hace en unos 30 o 40 años de media y en muchos casos no llegan a hacerlo. Las hicas jóvenes no esperan tanto”, apunta.
Por Aurora Muñoz y Alicia Rodríguez, vistos en www.zoomnews.es