La pregunta es pertinente porque recientemente el presidente Barack Obama, dentro del proceso hacia el restablecimiento de relaciones diplomáticas bilaterales, envió al Congreso la propuesta de suprimir a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.
El Legislativo tiene 45 días para dar respuesta y teóricamente puede rechazar la iniciativa presidencial, pero ello requeriría una Resolución Conjunta con las tres cuartas partes de los votos de sus miembros, lo que no ocurrirá.
Aunque la decisión de Obama confirma su voluntad política de ser consecuente con el anuncio que hiciera a la vez que su homólogo Raúl Castro el 17 de diciembre, los pulpos mediáticos lo han informado como si Cuba debiera postrarse ante el imperio por haberle perdonado quien sabe qué terribles fechorías.
La verdad es que Cuba ha sido mantenida en esa lista con argumentos falaces y probablemente sea el país sometido por más tiempo al terrorismo de Estado pero eso lo explicaré más adelante.
Su inclusión data de 1982, durante la administración del ultrarreaccionario Ronald Reagan. A la sazón la isla ofrecía un importante apoyo al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, entonces una organización político-militar que libraba una guerra revolucionaria contra un gobierno dictatorial oligárquico sumiso a Estados Unidos cuyo ejército era entrenado y armado por éste.
Hace seis años el FMLN, convertido en partido político, gobierna en el país centroamericano, que en las últimas elecciones llevó a la presidencia a uno de los comandantes guerrilleros de entonces, Salvador Sánchez Cerén, maestro de escuela querido por sus compatriotas.
Cuba cumplió su deber internacionalista de apoyar a los movimientos de liberación nacional casi desde la victoria revolucionaria de 1959. En 1961 envió armas a los guerrilleros del FLN que luchaban contra el colonialismo francés en Argelia, y poco después de la proclamación de la independencia viajó allí una brigada médica cubana que aún permanece en el país norafricano.
También tendió su mano a movimientos de liberación de nuestra América que empuñaban las armas cuando los gobiernos latinoamericanos, excepto México, habían roto relaciones con ella presionados por Washington, que la sometía al asedio y a agresiones de todo tipo.
Después del triunfo de la Revolución Cubana, Estados Unidos llenó a nuestra región de dictaduras militares que torturaron, asesinaron y desaparecieron a cientos de miles de personas con la excusa de combatir al comunismo, de modo que aquella forma de lucha era un derecho de los pueblos reconocido en las leyes internacionales.
Igualmente, la isla respaldó a los movimientos de liberación de las colonias portuguesas de África y cuando Angola proclamó la independencia, a solicitud del venerable Agostinho Neto, presidente del MPLA, tropas cubanas rechazaron la invasión de ese país por los ejércitos de la Sudáfrica racista, del dictador Mobutu y mercenarios europeos, un plan de la CIA auspiciado por el criminal de guerra y entonces secretario de Estado, Henry Kissinger (1975).
En 1988 fuerzas cubano-angolanas-namibias le partían el espinazo al apartheid al infligir una derrota aplastante a una gran concentración de tropas surafricanas en el sur de Angola. Mandela fue el primero en reconocer rotundamente este hecho, como cita Salim Lamrani en un amplio artículo sobre el internacionalismo de Fidel
Cuba también hizo cuanto estuvo a su alcance por brindar la mayor solidaridad a Vietnam durante la larga agresión estadunidense. Me conmovió vivir de cerca la angustia de Fidel cuando arreciaron los ataques aéreos contra Hanoi y Haiphong y cómo se rompía la cabeza imaginando nuevas formas de ayuda a ese pueblo hermano.
Hoy 65 000 cooperantes cubanos laboran en 89 países, sobre todo en las esferas de la salud y la educación. Se han graduado en la isla 68 000 profesionales y técnicos de 157 países; de ellos, 30 000 de la salud.
Aunque ignorada por los medios de comunicación dominantes, la brigada cubana ha sostenido gran parte de la atención médica al pueblo haitiano desde 1998 y su TRABAJO en la erradicación del cólera ha sido calificado de “heroico” por la ONU. Cientos de haitianos se han formado como médicos en Cuba.
La riesgosa labor de personal de la salud isleño fue decisiva para enfrentar la epidemia de ébola en África occidental. ¿Terrorista?
Hasta aquí expuse sintéticamente cómo Cuba cumplió su deber internacionalista con los pueblos en su lucha armada anticolonial o antidictatorial en situaciones en que ese método era legítimo. En su momento, declaró que no brindaría más ayuda militar a movimientos de liberación y hasta el día de hoy ha continuado ininterrumpidamente su labor solidaria en educación, salud y otras actividades civiles.
Muchas veces sin retorno económico y siempre tomando como divisa el pensamiento martiano de que “Patria es humanidad”.
Al decidir excluir a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo, Obama rectifica una flagrante injusticia basada en el doble rasero de Washington.
Como ocurre hoy con la masiva e impune brutalidad policiaca contra negros y latinos mientras acusa a Venezuela de no respetar los derechos humanos, por solo poner un ejemplo entre tantos.
Obama ha tenido las más favorables condiciones de un mandatario estadunidense para iniciar el arreglo político con Cuba, pero es meritoria la valentía política de llevarlo a cabo y de admitir que la política de Washington hacia la isla ha fracasado.
De Cuba, la única amenaza para Estados Unidos ha sido la que pueda emanar de su ejemplo de dignidad, soberanía, patriotismo, justicia social, participación democrática y solidaridad.
La gran potencia, por su parte, tiene arraigada por lo menos desde 1800 en la cultura de su clase dominante el deseo de la anexión de Cuba. De 1898 a 1902 intervino militarmente en la isla para “ayudar” a su independencia, pero lo que hizo fue impedirla al imponerle la Enmienda Platt, que la convirtió en protectorado. Nueva intervención de 1906 a 1909 y un sinnúmero de actos injerencistas a los que solo puso fin la alborada libertaria de 1959.
Washington apoyó militar y políticamente a la sangrienta dictadura de Batista (1952-58) hasta su último suspiro, y cuando vio desbordarse la gran rebelión encabezada por Fidel Castro quiso troncharla con un golpe de Estado que el pueblo de Cuba liquidó mediante la huelga general revolucionaria que coronó la victoria del Ejército Rebelde.
El gobierno estadunidense albergó a los personeros y criminales de guerra de la dictadura, que vaciaron de sus caudales las arcas nacionales, nunca devueltos. Con esa morralla y no pocos burgueses expropiados por la revolución, la CIA creó el ejército mercenario para lanzar en 1961, escoltada por naves y aviones de guerra estadunidenses, la derrotada invasión por Bahía de Cochinos, y desde 1959 y hasta fechas recientes ejecutar una campaña terrorista que duró décadas.
En Miami principalmente, viven en total impunidad los terroristas cuyas acciones costaron al pueblo cubano 3 478 muertos y 2 099 discapacitados de por vida, así como el monstruo responsable de la destrucción en el aire de un avión de Cubana con 76 personas a bordo.
Este, el más horrendo entre muchos crímenes de lesa humanidad contra la isla de esos chacales, pero también contra revolucionarios latinoamericanos, africanos y vietnamitas.
Por eso Cuba tuvo que enviar a Florida para monitorearlos a algunos de sus mejores hombres. De allí surgieron los heroicos 5, hoy de regreso a la patria. Dos al cumplir su injusta condena y tres en virtud de los acuerdos anunciados por Cuba y Estados Unidos el 17 de diciembre.
Aquellos terroristas de Miami y sus sucesores son quienes tratan rabiosamente de dinamitar a Obama su política de restablecer relaciones diplomáticas con La Habana y abrir el debate en el Congreso para levantar el bloqueo, que ha infligido a la isla pérdidas por más de 116 mil millones de dólares e impide su desarrollo económico.
En la guerra contra Cuba fueron cotidianos la extracción e introducción ilegal de terroristas ya entrenados, el ingreso de miles de armas y explosivos por aire y mar para las bandas de la CIA asesinas de alfabetizadores, maestros y campesinos, que operaban en todas las provincias.
Escuelas públicas, cines y comercios atacados; cientos de miles de hectáreas de cañaverales quemadas y fábricas, ciudades y pueblos bombardeados o ametrallados desde aire, mar y y tierra. Aviones y embarcaciones cubanas secuestrados a costa de la vida de pasajeros y tripulantes.
Cientos de planes para atentar contra Fidel. Guerra biológica que mató aproximadamente 100 niños por dengue hemorrágico y exigió el sacrificio del rebaño entero para erradicar el cólera porcino. Plagas que arrasaron plantaciones completas. ¿Cuba terrorista?
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