* El milenario abandono que sufren los habitantes de La Mosquitia, en Honduras, ha provocado que algunas personas manejen como un secreto a voces formar su propio reino o nación, anexándose a Nicaragua.
La riqueza natural y cultural que tiene La Mosquitia, en el departamento de Gracias a Dios, no se manifiesta en su gente, víctima del abandono, ya que no pueden ni satisfacer necesidades básicas como el agua potable y la alimentación.
Mientras la locura de la mítica Ciudad Blanca revuelve al mundo, no hace falta realizar extensas expediciones para encontrar en medio de la espesa selva los deprimentes hilos de pobreza que las autoridades no documentan, porque según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), no tienen presupuesto para hacerlo.
La Tribuna se adentró en varias de las 113 comunidades de Puerto Lempira, donde la gente come arroz sancochado con “filipita”, una especie de plátano que poco se cultiva en la zona.
Estos hondureños todavía viven en situaciones tribales, pescando o recolectando frutas para poder sobrevivir; los que pueden sembrar, lo hacen, pero generalmente las llenas destruyen las milpas.
Los aislamientos son extensos; algunas personas que viven en zonas alejadas, es decir, en las áreas selváticas, hacen viajes en bicicleta o en “pangas” durante 24 horas, solo para comprarles una arroba de arroz, azúcar y café a sus hijos, ya que cada familia no tiene menos de cinco niños.
Viaje de 24 horas
Bajo la lluvia, Benjamín Flores pedaleaba sobre llanos, bosques y fangos por el sector de Tampalaya, a más de 20 kilómetros de Puerto Lempira. “Me lleva 24 horas venir a comprar comida, solo llevo arroz, azúcar, manteca y café”, dijo.
Benjamín es padre de seis hijos y cada seis meses viaja a la cabecera departamental para darles un poco de comida a sus pequeños.
“Mis niños se ponen alegres cuando miran el arroz, el azúcar y el café, pero para que ajuste, solo hacemos tres onzas por día”, explicó.
En el camino Benjamín se encontró otro amigo y se fueron platicando en su dialecto, aferrados a sus sacos amarrados en las bicicletas, ya que para poder obtener esos escasos alimentos tuvieron que trabajar casi un año.
El viento, la lluvia y el polvo son constantes debido a que la riqueza natural provoca que el clima sea variante.
Los niños se ven desnutridos, vestidos con harapos. Además, sus vientres están abultados, pues el agua que toman es de los arroyos y no la someten a ningún tratamiento para desinfectarla.
¿Un nuevo reino?
El milenario abandono que sufren los habitantes de La Mosquitia ha provocado que algunas personas manejen como un secreto a voces formar su propio reino o nación, anexándose a Nicaragua.
La idea de algunas organizaciones indígenas es unir la región hondureña con la nicaragüense, en especial el departamento de Zelaya. Pero no todos están de acuerdo con esa propuesta, porque los ladinos o indios les roban lo poco que tienen y se apoderan de sus tierras.
“Aquí nos ven como un territorio de narcos, mandan militares y policías por todos lados, pero nunca hay recursos para atender nuestras necesidades, no hay comida y sobrevivimos porque somos fuertes”, lamentó Meyvic Ex López, en el deteriorado parque central de Puerto Lempira.
Por su parte, la pobladora Dainicia Mendoza Becan, expresó que “aquí no hay trabajos para conseguir dinero, nosotros cortamos madera, la vendemos en Puerto Lempira y con eso sobrevivimos; sembramos yuca, pero no es mucho”.
Esta jovencita de 22 años es madre de tres niños, a quienes hace crecer a puro caldo de pescado y arroz sancochado, “hasta los ocho meses toman pecho y cuando pueden comer les doy arrocito y sopita de pescado”.
Chiltomas a 20 lempiras
La comida que consumen los misquitos es sancochada, es decir, cocida solo con sal y agua, porque son pocas las hortalizas que se producen.
Una libra de tomates cuesta 25 lempiras, un chile dulce 20 y el precio de los condimentos es mucho más elevado, porque llegan en barco y avión desde La Ceiba, departamento de Atlántida.
Las covachas son construidas con pilotes, previniendo las inundaciones, debido a que la zona está rodeada de agua. Las familias duermen sobre tablas, las casuchas son de madera y techadas con hojas de palma, por donde se filtran el agua y el aire.
Agua potable no hay en ninguna parte del departamento de Gracias a Dios, “aquí a los niños les damos agua del crique, río, a veces la hervimos y otras no, pero para leche no tenemos dinero, ellos se crían con lo que haya”.
En medio de la pobreza, el aislamiento y desigualdad social por ubicarse en la zona más remota de Honduras, históricamente La Mosquitia ha sido relegada, al grado que todavía carecen de carreteras pavimentadas y de fuentes de empleo.
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