Pablo Gonzalez

“¡Te queremos, Negro!”


Henrique Capriles Radonski y la Mesa de la Unidad Democrática intervinieron tarde y patéticamente en el debate sobre el tema de la orden ejecutiva del emperador Obama. 

En un asunto de tanta trascendencia, el contumaz candidato presidencial opositor se limitó a enviar tuits, cual nerd adolescente; mientras la alianza antichavista emitió un triste comunicado en el que intenta, como dice un refrán, nadar y al mismo tiempo cuidar la ropa. 

Veamos primero el caso de Capriles. Con su típica falta de densidad (¡ah muchacho pa’superficial!, podríamos decir, parafraseando al comandante Chávez), este dirigente emitió su opinión a través de la red social, diciendo que Estados Unidos, en realidad, había sancionado a “unos enchufaos”. 

De ese modo se hizo solidario con la condena arbitraria, a priori, sin juicio previo y fuera de jurisdicción de siete compatriotas, entre ellos altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. 

También se hizo cómplice de un claro intento de una potencia extranjera de chantajear a uno de los poderes públicos nacionales, al pretender sancionar a una fiscal del Ministerio Público por estar en desacuerdo con las acciones que ella ha tomado en el ejercicio de su cargo. 

Con frasecitas vacuas tipeadas en su teléfono inteligente (bueno, al menos) cohonestó el derecho que EEUU se arroga de juzgar en forma sumaria y sin derecho a la defensa a cualquier ser humano del planeta. Es un motivo más que suficiente para preguntarse si este señor será en verdad abogado de la República. 

Pero, más allá de eso, Capriles pretendió en sus “declaraciones por Twitter” (¡válgame Dios!), rehuir el análisis de la parte sustantiva de la medida tomada por el emperador Obama, que es la calificación de Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de EEUU y la consiguiente declaratoria de una emergencia nacional en todo el territorio de la nación norteamericana.

 ¿Será que Capriles, acostumbrado al ritmo de los 140 caracteres, no leyó esa parte de la carta de Obama porque nadie se la mandó por tuit? 

¿O será que no le parece un asunto de suficiente monta como para que lo comente un individuo que ha sido dos veces candidato presidencial y sigue empeñado en ir por la tercera? 

En descargo de Capriles, cualquier persona benévola podría decir que el espinoso tema lo agarró de sorpresa y por eso el primer día le dio un mateo.

 Bajo esa hipótesis, ya el martes o el miércoles, debería haber agarrado mínimo o, al menos, podría haberse sentado a hablar con sus asesores geopolíticos, gente muy sabihonda en materia de política exterior que hay en la oposición y sus alrededores. 

Pero esto no ocurrió. 

En los días sucesivos continuó desestimando la parte medular de la decisión del hombre que tuerce brazos y tratando de demostrar su ingenio con preguntas a Nicolás sobre las colas, la leche y el papel tualé. 

Para el opositor silvestre esta forma de reaccionar de su líder máximo (aunque, en la misma carta, ¡entérate, Henrique!, el presidente de EEUU dijo que era Leopoldo López) tiene que ser desconcertante, por decir lo menos. Cierto es que una buena cantidad de opositores se parecen a él y, por tanto, se sienten representados y hasta le ríen los chistes.

 Pero muchos más (ojalá, por el bien del país) quisieran que su principal dirigente, alguien que aspira a ser jefe de Estado, supiera entender la diferencia entre un tema ridiculizable y otro que amerita una respuesta de fondo, aunque sea por una vez en la vida. 

Mientras tanto, la MUD -luego de quedarse muda el primer día- apareció con un comunicado en el que intenta aparecer como nacionalista pero sin correr el riesgo de que el imperio les pinte un ave y no precisamente de la paz. 

Es lo que suele llamarse “un texto cantinflérico”, con el perdón de Cantinflas, que era un tipo genial. 

Niega que Venezuela sea una amenaza para EEUU o para cualquier otro país, pero no por eso critica el desproporcionado ukase de Obama, que así lo declara, sino que se las arregla para atribuirle la culpa de la arbitrariedad gringa al gobierno venezolano. 

Mi amigo el Estrangulador de Urapal opina que tanto Capriles como la MUD están atrapados en sus propias redes (y no precisamente las sociales), pues se han pasado quince años clamando por la intervención extranjera y ahora, que está en vías de concretarse, mal pueden simular que están en desacuerdo. 

Sin embargo, tampoco pueden -aunque quisieran hacerlo- aplaudir a rabiar ni mucho menos gritar “¡te queremos, Negro!” (como en aquel abril) porque eso sería excesivamente vendepatria, incluso para gente que cree que la patria pasó de moda. 

Saben que en la oposición hay una considerable porción de gente que es antichavista furibunda, pero no antivenezolana, gente que está disociada, pero no lo suficientemente loca como para desear que nuestro bello país termine como Afganistán, Irak, Libia o Siria.

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