Panzabuka
Desde hace varios meses Boko Haram lleva a cabo incursiones mortales en el extremo norte de Camerún; este territorio está formado por una estrecha franja situada entre Nigeria y Chad y fue abandonado hace mucho tiempo por las autoridades camerunesas.
Para la secta islámica ese territorio desempeña el papel de zona de retirada y depósito de armas; también contrata a jóvenes sin recursos, contratación facilitada por la comunidad Kanuri que vive en ambos lados de la frontera, específicamente el líder de la secta étnica Abubakar Shekau.
Durante mucho tiempo el poder de Camerún ha eludido condenar las acciones de Boko Haram, pero los diversos secuestros de extranjeros en su suelo obligaron al gobierno y las fuerzas armadas a intervenir.
Si las fuerzas armadas camerunesas han logrado, por el momento, repeler estos ataques, el costo humano y financiero es alto. Este es también el significado del llamamiento hecho por Paul Biya, Presidente de Camerún, que critica al mismo tiempo la inacción del ejército nigeriano.
Una de las consecuencias es que la región está experimentando una grave crisis alimentaria. Los agricultores ya no pueden trabajar en sus campos sin correr el riesgo de ser secuestrados o asesinados. Se estima que más de la mitad de la cosecha se ha perdido [1].
El Níger está también muy preocupado por las tropas que avanzaban de Boko Haram, de hecho en la ciudad fronteriza de Diffa los nigerianos podían ver las banderas negras izadas por la secta islámica. Los yihadistas tienen la ventaja de unas fronteras porosas para abastecerse y también reclutar militantes.
Por unos pocos cientos de dólares los jóvenes se unen a la secta, luchan en Nigeria y regularmente vuelven a casa a ver a sus familias.
Además, con el gran número de refugiados nigerianos que cruzan la frontera, los combatientes de Boko Haram se infiltran para mantener una presencia física en Níger y posiblemente continuar el reclutamiento en los campamentos de refugiados.
Chad es, con mucho, el país con el ejército más fiable y más eficiente.
De hecho, mucho del dinero conseguido de los ingresos del petróleo se gastó en la compra de armas y equipo militar.
La decisión de tener un ejército fuerte viene de la turbulenta historia del país que ha dejado de estar en conflicto con Libia y Sudán. Además, con el fin de desempeñar un papel regional, el presidente de Chad, Idriss Deby tuvo que desarrollar un ejército fuerte.
Así, Francia se basa en el Chad para actuar en el norte de Malí contra los yihadistas. Los chadianos también desempeñan un papel de liderazgo en la crisis en África Central, donde el actúa Boko Haram.
La decisión de enviar una ayuda militar sustancial al ejército camerunés se explica en particular por el hecho de que la capital N’Djamena está a 100 km de las zonas de conflicto en el extremo norte de Camerún.
Sin embargo, varios observadores han señalado el doble juego Déby vis-à-vis Boko Haram. Algunos opositores, como el Movimiento de 3 de febrero (M3F), acusaron a Idriss Déby, si no haber apoyado la secta, al menos a tener una actitud muy laxa con ella durante muchos años [2].
Esta no será la primera vez que el mantenimiento y apoyo, en mayor o menor medida, de grupos armados en otros países es parte de la diplomacia de Chad; fue el caso de Sudán, incluido el apoyo al Movimiento de Justicia e Igualdad (JEM en Inglés) y todavía es el caso del apoyo a las milicias Seleka en la República Centroafricana.
Lo que es seguro es que Boko Haram es una bendición para los poderes fácticos locales. Ahora, todos los gobiernos occidentales consideran que dictadores como Biya o Déby representan garantías de estabilidad para la región. No hace un par de años la dictadura de Chad fue condenada por la comunidad internacional, sin embargo ahora está en N’Djamena instalado el personal de la operación militar francesa.
En Nigeria, una burguesía compradora
Algunos selalan, correctamente, la velocidad con la que Jonathan Goodluck condenó y expresó su solidaridad con las víctimas de los atentados de Charlie Hebdo y la tienda Hyper Kosher en Francia mientras que para las víctimas de la ciudad nigeriana de Baga, cuyo número ascendería a varios cientos de muertes, no hubo ninguna declaración.
Igualmente revela el desinterés del gobierno el que en la reunión del 20 de enero en Niamey, donde todos los países africanos estuvieron representados por sus ministros de Defensa, con la notable excepción de Nigeria, Camerún sólo estuvo representado por su embajador [3].
El ascenso de Boko Haram es el resultado de la indiferencia de los gobernantes que ven un problema interno en el norte, tradicionalmente región pobre y en gran parte ignorada por la capital federal. Prueba de ello es el comunicado de prensa de Amnistía Internacional que dice que las autoridades nigerianas estaban al tanto de la fecha del ataque contra Monguno y no tomaron las medidas necesarias, al menos para los civiles [4].
Así lo destacó en varias ocasiones, pero desde la creación de Boko Haram hasta el año pasado, las organizaciones de derechos humanos han estimado que el número de muertes causadas por los militares fue el mismo que Boko Haram.
De hecho, el modus operandi del ejército es que sólo aparece después de los ataques de Boko Haram y lleva a cabo ejecuciones sumarias entre los jóvenes de los pueblos y aldeas atacados para informar luego de estas muertes como militantes de Boko Haram.
Desde que Shekau decidió conquistar y permanecer en los territorios para construir un califato, la debilidad del ejército de Nigeria es más evidente.
Aunque tiene el 20% del presupuesto nacional, es sobre todo una máquina gigantesca de corrupción, donde los generales y los oficiales se enriquecen descaradamente dejando a los soldados sin municiones frente a Boko Haram y sin apoyo logístico. Este es también el significado del apoyo de la izquierda radical en contra de la pena de muerte decretada contra 26 soldados acusados de motín cuando huyeron ante de Boko Haram.
Boko Haram se nutre de la crisis económica y social, fruto de décadas de política ultraliberal.
Jonathan Goodluck es un perfecto siervo de los dictados de las instituciones financieras.
De este modo, el FMI había pedido el fin de las subvenciones a los productos derivados del petróleo, lo que resulta en un aumento significativo de facto de los precios de la energía y el transporte.
Una huelga general paralizó el país durante varios días forzando el poder a dar marcha atrás parcialmente.
Si los trabajadores en Nigeria tienen sindicatos fuertes, por contra su representación política sigue siendo débil y dividida.
El futuro de Nigeria, por lo tanto, está ligado al surgimiento de luchas para frenar la pobreza, la corrupción de las clases dirigentes, la economía monetaria y la violencia de los matones de Boko Haram.
Notas:
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés