IROEL SANCHEZ – Viendo en la televisión las respectivas conferencias de prensa de las jefas de las delegaciones cubana y estadounidense en el Departamento de Estado, al concluir la segunda ronda de negociaciones para el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, hay algunas cosas que saltan a la vista.
Si Josefina Vidal, la jefa negociadora cubana, mantuvo la sonrisa y las palabras amables que la caracterizaron en la ronda anterior, su contraparte estadounidense, Roberta Jacobson, se sumó ahora a ese tono, dejando atrás el lenguaje de “presiones” que utilizó durante su visita a Cuba. Ambas hablaron de optimismo y progresos en las negociaciones. El papel de policía malo lo tomó esta vez el jefe de Roberta, el Secretario de Estado John Kerry.
Horas antes de las negociaciones, Kerry reafirmó ante un subcomité del senado de su país los objetivos de la nueva política norteamericana hacia Cuba con frases como estas:
“Es realmente la oportunidad de proporcionar al pueblo de Cuba la posibilidad de una transformación. Y tengo la esperanza de que podamos completar esa tarea”
[el gobierno estadounidense] “no se concentra en qué hará el gobierno cubano por nosotros, sino en qué podemos hacer nosotros por los cubanos y por los estadounidenses”.
Entre las cosas que Estados Unidos lleva décadas haciendo por los cubanos, al costo de miles de millones de dólares, y de lo que, según ambas partes se hablará proximamente, es darles acceso a información; no a cualquier información, sino a aquella que Washington ha pagado para ellos.
Tal vez por lo anterior, en su visita a La Habana la señora Jacobson invitó a su conferencia de prensa a personas que paga EE.UU . para llevar “información” a los cubanos, les respondió preguntas, e incluso visitó una “redacción” dedicada a fabricarla. En ese entorno, las preguntas de los medios 100% cubanos fueron absoluta minoría frente a las de los amigos de EE.UU . y las de la prensa procedente de allí.
Era de esperar que, en reciprocidad, en la conferencia de prensa efectuada al concluir las conversaciones del 27 de febrero en Washington los periodistas procedentes de Cuba, y/o aquellos que no son asiduos al State Department tuvieran la palabra. Sin embargo, como relata The Washington Post:
“En este día histórico para los medios cubanos en Washington, los cubanos no llegarían a hacer una pregunta durante la rueda formal.”
Según el Post, la mano del enviado del diario cubano Granma quedó en el aire, sin poder realizar su pregunta:
“¿Han aceptado los Estados Unidos la legitimidad de la revolución cubana?”.
Tampoco hay noticias de que medios no pertenecientes al stablishment informativo estadounidense -ZNet, Counterpounch,Democracy Now pudieran ser algunos de ellos-fueran invitados a la rueda de prensa en en el Departamanto de Estado, a pesar de que -a diferencia de los favorecidos por Roberta Jacobson en La Habana- no son financiados desde fuera de su país.
Tal vez por eso, casualmente todas las preguntas que vimos dirigir en Washington tanto a Jacobson como a Vidal rondaban los mismos tópicos que resaltaron en las audiencias del Congreso, en la gran prensa estadounidense y en las propias opiniones vertidas con anterioridad por funcionarios como Kerry.
¿O es que son uno los tres?
En resumen, en Washington, capital de la libertad de información y de los preocupados por llevarla a Cuba, las preguntas y los preguntadores fueron bastante menos diversos que en La Habana.
REBELION