El ejército del Estado Islámico (EI) que siembra el terror en Siria e Iraq a base de matanzas, torturas, decapitaciones y barbaridades más propias de un genocidio que de una guerra, se nutre de la llegada constante de nuevos yihadistas procedentes de países musulmanes y, muy especialmente, de Europa.
De ellos, hay censados 51 españoles aunque la cifra de combatientes que proceden de nuestro país pero que son de otras nacionalidades se supone que supera los 200.
España es cantera de extremistas con Catalunya y Ceuta ocupando lugares de cabeza si bien las cifras británicas, francesas o alemanas son superiores y todas en conjunto hacen crecer el EI día tras día.
Mientras se produce esta migración hacia la muerte un "ejército invisible de extremistas se mantiene en Europa" -en palabras de Dolores Delgado, fiscal coordinadora contra el terrorismo yihadista en la Audiencia Nacional- supuestamente dispuestos a todo como se desprende de las afirmaciones de Abu Abda Lah Guitone, el yihadista que julio pasado amenazó en español a España en un vídeo. Este hombre confirmó explícitamente por Facebook al investigador de Intentto Eurogroup, José María Gil Garre, que el EI contaba con militantes en nuestro país.
Guitone murió al poco en Siria mientras que su acompañante en el vídeo de amenaza, Abu Tasnim Al Magribi, mucho más conocido en Ceuta por su apodo Kokito Castillejos, se ha convertido en el transmisor mundial del horror al difundir imágenes de una crueldad y sadismo indescriptible. En la más suave de ellas se le ve sonriente portando en cada mano la cabeza de las dos personas que acaba de degollar. El resto de sus fotos supera los peores grabados medievales sobre tortura o ejecuciones.
La migración hacia EI de jóvenes musulmanes residentes en Europa es un asunto del que no le gusta hablar ni a las Fuerzas de Seguridad del Estado (FSE) españolas ni a sus colegas del resto de la UE. La inquietud es similar y compartida en toda la UE. Y, no es que quieran ocultar la admiración que despierta el EI y su barbarie entre jóvenes y no tan jóvenes fanatizados residentes en Europa sino que han comprobado que hablar de ello es contraproducente. Los investigadores saben que las fotos de matanzas, decapitaciones o crucifixiones que los terroristas cuelgan en sus Facebook o en otros lugares de la red no sólo no tienen un efecto disuasorio sino que anima a otros fanáticos a sumarse a la barbarie. Los "me gusta" de aprobación en la red crecen como la espuma a cada foto o vídeo más espeluznante filtrado por el EI.
Y esta es una de las características que definen a estos combatientes que surgen de Europa: se deleitan con sus crímenes y desean luchar contra los que consideran enemigos del Califato Universal, del Estado teocrático y de su interpretación de la doctrina del Profeta. Las reacciones de reiterada aprobación y el efecto llamada provocado por las imágenes de extrema brutalidad ha sorprendido a las Fuerzas de Seguridad del Estado hasta el punto que consideran que tal vez sea mejor no hablar, no mostrar, no publicitar ninguna acción del EI o del yihadismo en general.
El perfil de los que se suman al EI sigue un patrón. En el caso español es el de personas de entre 16 y 30 años largos, solteros en su mayoría y residentes en cualquier población de Catalunya o en Ceuta. Su nivel de arraigo familiar es bueno y su situación económica es baja pero de ningún modo de pobreza. Por descontado mantienen un nivel de sensibilización muy fuerte hacia los conflictos musulmanes y un consumo elevadísimo de contenidos relacionados con estos conflictos a través de internet y en particular de las redes sociales.
La mayoría de ellos han marchado a combatir con gran convicción y por ello no esconden este hecho entre su entorno y es habitual la ostentación de su presencia en la zona de combate a través de las redes sociales -Facebook- mediante la subida de fotos y vídeos. Pero hay un dos hechos añadidos que preocupan sobremanera a las FSE: la extrema juventud de muchos de los voluntarios, algunos incluso menores de edad, y el elevado grado de reconocimiento social en su entorno, especialmente en Catalunya, hacia estas conductas extremistas. Para la lucha antiterrorista este último dato "muestra el nivel de radicalidad de muchos núcleos de musulmanes residentes en Catalunya".
Sumarse al EI es sencillo pues hay rutas preestablecidas y bases logísticas en media España (ver gráficos), sin embargo cuesta dinero, un dinero que paga el voluntario de su bolsillo.
El mecanismo es el siguiente: tras fanatizarse hablando con personas afines y seguir las arengas vertidas por la gran herramienta del radicalismo, internet, el voluntario abandonando su vida y su familia tras haber ahorrado para pagarse el viaje y el kaláshnikov que le entregarán al llegar a Siria. En efecto, el arma se la pagan ellos. En total, son unos 700 euros, dependiendo de la ruta elegida (ver gráficos) y de si viajan en avión o por otros medios terrestres.
Un buen ejemplo global del fenómeno que describimos es el de Rashid Wahbi, taxista ceutí de la barriada de El Príncipe, de 33 años de edad, que en abril del 2012 dejó a su mujer y a sus dos hijos para acabar suicidándose de copiloto con un camión bomba que hizo estallar en Idlib. Toda su acción está en vídeo. Tras su muerte, amigos y admiradores acudieron a su casa en El Príncipe para dar el pésame a la familia y mostrar su admiración por el héroe. Rashid, fue el segundo español que murió en Siria.
No obstante, hay una evolución en las características de los que se suman al EI o a Al Qaeda, que también los hay y muchos. Los que acudieron a combatir al comienzo de los enfrentamientos en Siria para derrocar a El Asad en eran más bien devotos musulmanes sin lazos con Al Qaeda y no se consideraban enemigos de los occidentales a los que veían como unos posibles aliados para acabar con el régimen sirio. Hubo opositores que creyeron ver que aquellos recién llegados compartían el espíritu de las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil española. Es evidente no era así y los combatientes y sádicos que acuden ahora a Siria e Iraq no se parecen en nada a los románticos voluntarios de la Brigada Abraham Lincoln.
Una muestra de esta evolución son los asesinatos ante la cámara de dos periodistas y un cooperante, todos ellos ciudadanos del primer mundo, es una provocación perfectamente medida como lo fueron sus decapitaciones grabada con dos cámaras, varios planos y un montaje que indican una técnica televisiva depurada muy alejada de los vídeos de otros crímenes anteriores grabados de forma amateur.
El "ejército invisible" antes mencionado merece toda la atención de las policías europeas. Se trata de un terrorismo muy alarmante ya instalado en Europa que se nutre de los simpatizantes del radicalismo que no se ha ido a Siria pero que están dispuestos a actuar aquí ahora mismo y por la bomba humana que suponen los retornados, a los que dedicamos reportajes el 12 de enero y el 13 de julio pasados. Son los que regresan de las zonas de conflicto formados en armas y explosivos a las órdenes de Al Qaeda o del EI y entre los que destacan, además de algunos españoles, los 1.200 o 1.500 marroquíes que han formado un grupo propio desplegado en paralelo al EI.
Por ahora ya tenemos nuestros retornados como es el caso de Mohamed Abdeluahid Sadik, español, ceutí, de 28 años, participante en la yihaden Siria, concretamente con Jabat al Nusra, en el EI. Un humilde albañil que tuvo vocación castrense en España pero que acabó tomando las armas en favor del Califato Universal.
Imbuido de su fe yihadista abandonó Ceuta hacia Marruecos en abril del 2013. Desde Casablanca voló a Estambul para dirigirse a Siria donde estuvo en un campo de entrenamiento cerca de Alepo en el que, además de recibir formación de combate, intensificó su adoctrinamiento religioso. Regresó el 5 de enero pasado vía Málaga.
http://www.lavanguardia.com/internacional/20140921/54416183083/estado-terror-nutre-occidente.html#ixzz3TtN9BwPc
Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia