Estamos en el año 0, en la primera Navidad de la Historia, y un niño acaba de nacer, y al humilde pesebre en que ha venido al mundo, llegan los Reyes Magos a adorarle y llevarle oro, incienso y mirra.
Y casi enseguida se lo llevan al pesebre de al lado, porque resulta que se han equivocado. El niño en cuestión no se llama Jesús, sino Brian, y ha ido a nacer el mismo día que el Redentor.
Y partiendo de esta base tan simple, se apoya la comedia más irreverente y divertida de los Monty Python (con permiso de Los caballeros de la mesa cuadrada y El sentido de la vida).
Brian (Graham Chapman) crece y se convierte en un joven preocupado por su pueblo, sometido al invasor romano, lo que le lleva a afiliarse en el Frente Popular de Judea, movimiento liderado por el cínico Reg (John Cleese) que no deja de preguntarse qué beneficios han traído los romanos a su sociedad, y que necesitan hacer veinticinco votaciones antes de decidir con qué pie van a levantarse de la cama.
Y la verdad que argumento, lo que se dice argumento, a decir verdad no tiene mucho más. Pero comicidad, surrealismo, humor inglés y juegos de palabras, tiene a patadas y para parar un tren.
Estrenada en 1979, La vida de Brian era ya el tercer largometraje que el grupo cómico llevaba a los cines, pero realmente estuvo en un tris de no llegar a existir; ya con el guión realizado, la productora EMI se negó a dar el dinero para la misma por considerarla “obscena y sacrílega”, y fue un amigo de los Monty Python, el ex-Beatle George Harrison quien se ofreció a producirla, aunque para ello tuvo que hipotecar su propia casa y su estudio de grabación.
Preguntado acerca de ésto, Harrison simplemente contestó: “Me apetecía ver una película así”.
Y como contestó Eric Idle, el músico oficial del grupo cómico “Fue la entrada de cine más cara de la Historia”, si bien, gracias a los buenos resultados que la cinta obtuvo en taquilla, lo recuperó todo con creces. Como vemos, eso de la “corrección política”, ya existía años atrás… lo que a lo mejor no existía, era la manía de achantarse y retractarse por todo.
La película fue estrenada en un clima de polémica y con una recomendación por edades que la prohibía para menores de 14 años, y los menores de 17 debían ir acompañados por sus padres o tutores.
En Irlanda y Noruega directamente no se estrenó, y en Suecia la campaña comercial consistió en decir “Es tan divertida que la han prohibido en Noruega”.
En España llegó a estrenarse en escasos cines y, a pesar de que existía la versión doblada, su estreno fue mayoritariamente en versión original subtitulada, porque aquí, supuestamente, ya no había quien podía impedirnos ver este tipo de películas, pero la clave está en la palabra “supuestamente”.
A pesar de que la cinta cuenta la vida de un joven llamado Brian que no tiene nada que ver con Jesucristo, la acusación de blasfemia siempre estuvo (y está) bordeando la obra, y aquí la blasfemia siguió siendo penable con privación de libertad hasta el año 1988.
Y hoy día, tampoco es que exista tanta libertad como sería deseable, ¿verdad, sr. Krahé?
No pocos miembros de la Iglesia clamaron contra la película (¡la mayoría sin haberla visto!) y algunos incluso solicitaron explicaciones en espacios televisivos a los miembros del grupo, cosa que, con su habitual sentido del humor, los Monty Python (concretamente John Cleese y Michael Palin) concedieron encantados.
En un debate en particular, contra un periodista católico y un obispo, quedó patente que los cómicos podían ponerse serios y argumentar perfectamente si la situación lo requería, mientras sus adversarios recurrían a la crítica destructiva y sarcástica.
En el transcurso del citado debate el obispo descubrió que había llegado tarde a la proyección, y al perderse el inicio de la película, no sabía que Brian NO era Jesucristo, y de ahí provenía toda su indignación, de una confusión. El periodista quedó cogido en su propia trampa cuando admitió que “era una película tan barata que no podía hacer tambalearse ninguna fe genuína”.
El clima de polémica que rodeó a la película (con monjas llevando pancartas a la entrada de los cines pidiendo a los espectadores que no entrasen a verla, o activistas católicos insultando a las familias que llevaban a sus hijos adolescentes a ella), no hizo sino acentuar el interés del público y se convirtió en la mejor campaña publicitaria que los Monty Python pudieron soñar.
La vida de Brian fue la cuarta película más taquillera en Reino Unido en 1979 y la número uno en los Estados Unidos. Y todo eso, a pesar de que el grupo cómico siempre dijo que su intención, era hacer una película cómica con sátira político-social, pero no religiosa.
Ellos no pretendían hacer una película sobre la figura de Cristo, porque, en sus propias palabras “Ese tipo no es nada divertido”.
La vida de Brian es una cinta cómica que basa su humor en el surrealismo y los juegos de palabras. Famosa es la escena en la que el prefecto romano dice a sus soldados el nombre de uno de sus colegas, llamado Pijus Magníficus, casado con una mujer llamada Incontinencia Suma, mientras los pobres soldados intentan aguantarse la risa como pueden, o como no pueden.
El surrealismo se convierte directamente en arte en la escena de la lapidación: un hombre ya de edad avanzada va a ser lapidado por haber mencionado el nombre de Dios “Jehová”, y Brian y su madre compran piedras para lanzárselas (“dos con punta, una plana y una bolsa de gravilla para el niño”) y una barba para ella, porque las mujeres no pueden asistir a las lapidaciones…
Y finalmente, la famosísima escena de la crucifixión que ya se ha convertido en un clásico del cine, en la que Michael Palin va recibiendo a los condenados cual agente de viajes organizados:
“¿Crucifixión? Muy bien, pase por esa puerta y alinéese a la derecha, una cruz por persona, gracias… ¿Crucifixión?”. No es una cinta de humor al uso y los personajes pueden estar hablando y dándole vueltas a una palabra minutos y minutos. Si te gusta el humor lingüístico, te va a encantar, pero si no, se te puede hacer algo pesada.
La vida de Brian es una de esas cintas que uno DEBE ver. Aunque sólo sea por cultura general, dado que su misma producción, la simple idea en que se basa todo su argumento y que finalmente llegase a ver la luz, son hitos históricos, y no sólo en el mundo del cine, sino en la Historia con mayúscula.
Es una película asombrosamente divertida y llena de momentos irrepetibles cuya comicidad es inmortal; da igual las veces que las veas, siempre te hará reír. Ahora… es humor inglés y humor Monty Python: si no te gusta el grupo cómico, sigo insistiendo en que es aconsejable que la veas, pero ya te anticipo que no te enamorarás de ella.
Cinefiliabilidad 5, lo que significa que es fácil de ver, salvo si no te gusta este estilo de humor… o si eres católico de ofensa fácil, que todo puede ser. En cuyo caso, creo que te gustará más La hija de Juan Simón (no la busquéis, creedme).
Y esto, tengo que ponerlo:
“¿Eres tú un dios?” Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.