En febrero del 2011, John Doerr, capitalista de Kleiner Perkins Caufield & Byers en Silicon Valley (California, EE.UU.) celebró una cena oficial para el presidente de Barack Obama y varias personalidades eminentes de EE.UU., entre ellas Steve Jobs. Esta reunión podría haber cambiado el rumbo de la historia de EE.UU.
En el transcurso de aquella recepción Steve Jobs urgió a Obama sobre la necesidad de adoptar un programa estatal que permitiera quedarse en el país a los extranjeros que hubieran terminado una carrera de Ingeniería en EE.UU., escribe Walter Isaacson en su libro bibliográfico dedicado al informático, según recuerda 'Business Insider'.
El gurú de Apple argumentó su petición con el hecho de que a Estados Unidos le hacían falta más ingenieros bien formados, dado que la empresa de la manzana estuvo obligada a emplear a 700.000 trabajadores en China y otros 30.000 ingenieros de soporte.
Al argumento de Jobs el presidente le contestó que todo eso hubiera sido posible si los republicanos no hubieran bloqueado el proyecto de ley, conocido como 'Dream Act' (fomento para el progreso, alivio y educación para menores extranjeros), que podría ser el camino hacia la ciudadanía estadounidense para los estudiantes indocumentados.
"El presidente es bastante inteligente, pero se abstuvo de explicarnos las razones de por qué las cosas no podían hacerse y eso me indigna", dijo Jobs, citado por el autor.
Sin embargo, posteriormente Barack Obama propuso considerables inversiones estatales en educación en el 2012 para apoyar la formación de profesionales, graduados universitarios y bachilleres.
Loable, pero lejos de lo que le pidió Jobs.
rt