La funcionaria que dirige la investigación confirmó que el proyectil hallado en la cabeza del fiscal es de la pistola calibre 22 que fue encontrada en el baño y que era propiedad de Diego Lagomarsino.
Las dudas que quedan.
Las hipótesis. Cómo sigue la causa.
RAUL KOLLMANN / PAGINA12 - La fiscal Viviana Fein terminó ayer con parte de las especulaciones.
A primera hora de la tarde habló en forma pública para dejar en claro que la autopsia dice que “el disparo que mató al doctor Nisman fue efectuado sobre la sien, con la pistola prácticamente apoyada en la cabeza, es decir, a menos de un centímetro”.
Fein también confirmó que el proyectil sacado de la cabeza del fiscal se corresponde con la vaina encontrada en el lugar y con la pistola calibre 22 que le prestó a Nisman su extraño empleado Diego Lagomarsino.
La jornada de ayer había comenzado con una versión del diario Clarín de que el disparo se efectuó a 15 o 20 centímetros, lo que daba a entender que otra persona le disparó al fiscal. La fuente de semejante dato fue un supuesto informe de la Policía Federal, que esa fuerza desmintió ya a media mañana de ayer.
“En la muerte del fiscal Nisman no intervino una tercera persona. Esa es la conclusión de la autopsia”, remató la fiscal que está al frente de la investigación.
De todas maneras, el viernes estuvo en la fiscalía la ex esposa de Nisman, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado.
En las siete horas que pasó allí, estuvo seis revisando la causa, tomando nota y haciendo fotocopias.
En la hora restante prestó declaración. Como anticipó Página/12 el jueves pasado, Arroyo Salgado le dará la autopsia a un forense y luego va a definir si pide estudios complementarios o directamente una re-autopsia. Esa es la razón por la que hasta el momento no se entregó el cuerpo a la familia.
Diagnóstico inicial
Los informes que recibió la fiscal la llevaron a la conclusión que puso por escrito dos días después de la muerte del fiscal: “No intervinieron terceras personas”.
Es decir que de acuerdo con los datos hasta ahora a su disposición el disparo que le produjo la muerte fue producido por el propio Nisman.
Los parámetros que se utilizan en una autopsia son los de la distancia del disparo y el ángulo, que están estudiados a nivel internacional. Según los trascendidos, se hablaba de que el disparo fue a menos de dos centímetros, pero ayer la fiscal dejó en claro que fue a menos de un centímetro, con el arma prácticamente apoyada.
En ese diagnóstico inicial que hace la fiscal, entran otros elementos muy importantes:
- No hay marcas de pelea ni lesiones defensivas.
- En el propio baño no hay rastros de un forcejeo.
- Con la madre delante se verificó que el cuerpo de Nisman no permitía abrir la puerta del baño –más específicamente la cabeza, explicó ayer la fiscal–. Es decir, que era extremadamente difícil, más de película que de la vida real, salir del baño sin dejar rastros, pisadas, arrastre del cuerpo.
Si se conseguía todo eso, luego había que cerrar casi totalmente la puerta y enganchar el cuerpo para empujarlo hacia la entrada y que la cabeza impida el ingreso al baño. Los peritos dijeron que es una escena casi imposible de reproducir.
- El mismo Nisman pidió el arma con la que se efectuó el disparo. Ya no hay dudas de que se utilizó la pistola 22 que le proporcionó Diego Lagomarsino: la vaina se corresponde con esa arma y ayer se concluyó el estudio final que indica que el plomo encontrado dentro del cráneo de Nisman se corresponde con la vaina.
- La puerta principal del departamento tenía dos formas de acceso: el código y la cerradura. Esa puerta estaba cerrada por dentro, con la llave puesta, tal cual lo testificó la madre de Nisman, Sara Garfunkel. Ella le avisó a la fiscalía que se llevó esa llave.
Respecto de la puerta de servicio, está claro que estaba cerrada una de las cerraduras (la Trabex de arriba) y puesta la llave en la otra.
La madre abrió la cerradura de arriba con la llave que ella trajo de su casa, pero no pudo abrir la cerradura de abajo porque la llave estaba puesta del lado de adentro.
Esa cerradura es la que abrió el cerrajero empujando la llave con un alambre. Esto no hace imposible que alguien haya entrado y salido por la puerta de servicio, cerrando después por fuera. Pero quien lo hiciera tendría que haber hecho previamente una copia de la llave, algo improbable, aunque no imposible.
- No aparece nadie sospechoso habiendo entrado o salido de Le Parc. Igual, se están revisando las 170 cámaras que hay en el edificio y de las que habló también ayer la fiscal.
Fein dijo que los registros de entradas y salidas son desprolijos, de manera que van a revisar las imágenes.
- La fiscal ratificó un adelanto que hizo el jueves: que personas de mantenimiento habían estado en el pasadizo que permite arreglar los aire acondicionados.
Se trata de un pequeñísimo pasillo a través del cual existe un acceso también pequeño a los departamentos.
Fein contó que Nisman volvió el 12 y al día siguiente pidió la presencia de los técnicos porque no andaban los acondicionadores. No hay rastros de que hayan abierto la chapa para acceder por ahí al departamento del fiscal y es probable que la media huella encontrada en el pasadizo corresponda al personal de mantenimiento.
- Por último, Fein reveló ayer que el cuerpo sufrió “espasmo cadavérico”, es decir que de inmediato, por la cercanía del disparo, adquirió rigidez. Eso es lo que explica por qué el dedo quedó doblado, con el ángulo propio del accionado del gatillo.
Este conjunto de elementos llevó a la conclusión inicial, sin ambigüedades, de que “no hubo intervención de terceros” en la muerte del fiscal.
Distancia
Ayer se difundió a través de Clarín la existencia de un supuesto informe de la Policía Federal que sostenía que el disparo se hizo a 15 o 20 centímetros de la cabeza, lo que pondría en escena a una tercera persona. Nadie se dispara a sí mismo tomando distancia de la propia cabeza.
A primera hora de la tarde, la fiscal arrasó con esa versión y reiteró el contenido de la autopsia que comandó el decano del Cuerpo Médico Forense, Luis María Garay, pero contó también con la presencia de un amplio equipo y con la participación de un tanatólogo de larga trayectoria en la morgue, Héctor Di Salvo.
Además, fuentes de la Policía Federal le negaron a Página/12 la existencia de algún informe en el que se haya vertido esa afirmación.
“De ninguna manera hay un informe de esa naturaleza. Existe un informe inicial, del levantamiento del cuerpo. Ahí se constató –como siempre–, la temperatura, el orificio, la rigidez. Es una descripción del cadáver.
Piense que casi no se puede tocar el cuerpo. Se hace una descripción del tatuaje (que son granos de pólvora alrededor del orificio) y del ahumamiento también cercano al orificio. Muchas veces ni eso se puede hacer porque la herida está tapada por sangre.
Pero no se establece la distancia, porque eso se hace en la autopsia. Allí lavan la herida, usan microscopio”, señaló la fuente del más alto nivel de la Federal.
Como se dijo, en el informe de la autopsia hecha por el Cuerpo Médico Forense consta que el propio Nisman disparó, lo que surge de la distancia del disparo.
No se hubiera afirmado que “no hubo presencia de terceras personas” si la distancia hubiera sido de 15 o 20 centímetros de distancia. Lo usual y eso es lo que dice la autopsia es que se apoye el arma o se ponga casi apoyada.
La duda
La mayor duda se planteó al resultar negativo el barrido electrónico en la mano de Nisman.
La posibilidad de que ese estudio diera negativo fue planteada incluso antes de hacerse la pericia por el experimentado balístico Luis Olavarría, dado que la pistola 22 es muy cerrada y de calibre pequeño.
A esto se suma que en un diálogo mantenido con un allegado por Lagomarsino éste contó que la pistola y los proyectiles eran viejos. Olavarría sostiene que eso agrega un dato: tal vez –sólo tal vez– el proyectil, por la humedad, “tenía disminuida la potencia.
Eso lleva a que produzca menos gases y por lo tanto a que no deje rastro en la mano.
También hay que ver si la muestra se tomó con cuidado. Estamos hablando de cuestiones milimétricas”, redondeó Olavarría.
La fiscal ordenó una especie de contraprueba. Se disparará la misma arma prestada a Nisman y se verificará si quedaron rastros de plomo, bario y antimonio en la mano que dispare.
Olavarría afirma que esa contraprueba no verifica nada, dado que hay que ver cuánta pólvora tenía el proyectil que se disparó Nisman (ya no se puede saber) y cuánta pólvora tendrá el proyectil que se va a usar en la contraprueba. Como no se puede saber cómo era la carga del proyectil que mató al fiscal, no se puede hacer una contraprueba válida.
Arroyo
La ex esposa de Nisman, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, que representa a las hijas de su matrimonio con el fiscal, fue aceptada como parte querellante. Arroyo estuvo el viernes durante siete horas en el juzgado revisando el expediente.
Llegó allí acompañada por un abogado que es quien actuará en la causa. La versión es que Arroyo desconfía de lo hecho hasta ahora y piensa que Nisman no se suicidó.
En forma razonable, sacó fotocopias de todo lo actuado hasta ahora y –como adelantó este diario el jueves–, tiene dudas sobre la autopsia.
Seguramente en las próximas horas, tras la consulta con un forense, decidirá si le pide a la fiscal y a la jueza Fabiana Palmaghini que se realice un nuevo estudio sobre el cuerpo.
También Arroyo podría pedir que se haga nuevamente una parte de las pericias, ya con un profesional que la represente. Fein afirmó ayer que hasta ahora no hay pedido de re-autopsia ni reiteración de pericias.
Lagomarsino
El panorama de la causa al día de hoy deja todavía planteadas las tres hipótesis del principio.
- Nisman se suicidó.
- Se suicidó pero lo presionaron, lo instigaron al suicidio.
- Hubo un homicidio.
En la segunda y tercera hipótesis quien queda en una primera instancia en el centro de la investigación es la persona que le prestó el arma, el técnico informático Diego Lagomarsino (ver aparte), porque es el último que lo vio con vida y el que le dio el arma.
Ayer, Fein reiteró que Lagomarsino está a derecho, o sea que no estuvo prófugo ni escapado. La fiscal confirmó también que está dispuesta la custodia –a cargo de la Gendarmería– del llamativo técnico informático.
Panorama
La semana que empieza mañana será de vorágine investigativa.
- Se supone que estará concluido el análisis de las llamadas telefónicas. No sólo interesan las de última hora, sino también las de los días previos al abrupto regreso de Nisman de sus vacaciones en Europa.
El fiscal era un allegado muy cercano al ex jefe de Operaciones de la SIDE, Horacio “Jaime” Stiuso.
Con tanta experiencia en inteligencia, parece difícil que Stiuso haya llamado a Nisman de forma directa, pero quienes conocen al fiscal están convencidos de que volvió por pedido del desplazado jefe de la ex SIDE. La secuencia parece nítida.
Hay vínculo entre el regreso sorpresivo; el naufragio de su denuncia en los primeros días –incluyendo desmentida del ex jefe de Interpol– y el trágico final de su vida.
- Es posible que esté disponible el análisis de los contenidos de sus computadoras. Allí podrían existir elementos que expliquen la decisión de pegarse un tiro. Si lo presionaron, en las computadoras puede haber rastros.
- Está cantado que va a volver a declarar Diego Lagomarsino. Es posible que lo haga mañana mismo. Habrá que ver lo que dice (ver aparte).
Lo ocurrido hasta ahora indica que le imputarán, como mínimo, el artículo 189 bis del Código Penal, que impone de uno a seis años de prisión a quien presta un arma a una persona que no tiene credencial de legítimo usuario.
- Como lo anunció ayer mismo la fiscal, se revisarán todas las cámaras del edificio. Verificarán que no haya entrado ni salido nadie sospechoso.
Hoy por hoy, la frase que se reafirmó es que en la muerte de Nisman no intervinieron terceras personas.
Sin embargo, no es el final de la investigación: hay bastante camino por recorrer todavía.