Hoy en Grecia se juega mucho más que unas elecciones, se juega el futuro de un pueblo o su desaparición para convertirse en una sucursal de las potencias mundiales.
Las encuestas en Grecia dan una victoria a Syriza, casi de mayoría absoluta.
Pero no es ni mucho menos una victoria cómoda.
Sin mayoría absoluta el programa de Syriza peligra y puede variar desde actuar con parámetros revolucionarios hasta convertirse en el nuevo partido socialista griego (PASOK).
Este es el riesgo y sus diferentes facciones internas lo saben.
Las críticas internas en Syriza van encaminadas hacia las palabras de Tsipras, en las que el líder del partido admite que seguirán dentro del Euro, de la Unión Europea y de la OTAN.
Hasta ese punto ha llegado. Le ha dado la vuelta a su discurso que tenía antes de convertirse en segunda fuerza política.
Ya no es la UE la que estorba, ya no es el euro el que maniata al país… y peor aún, ya no se ve a la OTAN como una amenaza imperialista.
Estas críticas internas lo son también externas.
Estas advertencias las lleva haciendo el KKE desde hace mucho tiempo.
El Partido Comunista Griego (KKE) ha atacado los posicionamientos políticos socialdemócratas que ha ido teniendo Syriza incluso antes de que lo dijeran abiertamente.
No obstante las críticas también le pueden llover a los comunistas: No han sabido hacer llegar su mensaje a los críticos de Syriza, ni a la población. Han perdido la mitad de su electorado, y todo ello de una manera un tanto sectárea.
A pesar de ello el duro trabajo que han hecho los y las militantes del partido lo han ido posicionando como posible tercer partido electoral en algunas encuestas. Y ahí radica su importancia:
El tercer partido en Grecia, en un momento de crisis tan agudizada (traduciéndose en un enorme sufrimiento de las clases pobres de la sociedad) en el que los buitres europeos y mundiales esperan para engordar sus tripas con el cadáver heleno, será crucial.
Si Syriza no saca esa mayoría absoluta que le permita gobernar holgadamente, dependerá del tercer partido para llevar a cabo un presupuesto y unas medidas concretas.
Y, permítanme la duda:
Si gana por mayoría absoluta, ¿Va a contradecir lo que digan el FMI o la Unión Europea?
¿Y las estrategias del ejército de Occidente, la OTAN? Responderé con un “Ojalá…”
Hay tres partidos que se disputan el tercer lugar, según las encuestas. KKE, comunistas, To Potami, de centro, y Amanecer Dorado, de extrema derecha.
Al margen de estos partidos quedan el PASOK, Izquierda Democrática – Los Verdes y otros que no moverán mucho el tablero, además de Antarsya, frente anticapitalista y comunista que ronda el 3% de los votos y, así, su entrada en el parlamento.
La importancia del tercer partido es, pues, crucial. Consolidar como tercera fuerza a los neonazis de Amanecer Dorado es tan peligroso como reforzar la imagen más cruda del racismo y fascismo europeo, además de que pueda ser crucial a la hora de aprobar (o no) algunas leyes.
To Potami podría forzar al partido ganador a tomar una hoja de ruta más moderada, debido a la necesidad de alianzas. Esto sería muy cómodo para Tsipras, y es lo que IU y PSOE han hecho en Andalucía, recortando por “imperativo legal”, pero al fin y al cabo acabando con los derechos sociales en Andalucía.
Es por tanto la opción del KKE la que pueda cambiar las reglas del juego. Con un KKE fuerte, y ante la atenta mirada de los votantes de Syriza que esperan que cambie el país, el giro a la izquierda y a la ruptura con el imperialismo puede ser una realidad.
Hay que descartar una alianza en el gobierno entre KKE y Syriza, pues ninguno de los dos la quiere.
Pero sí pueden llegar a acuerdos que incomoden a la UE, a los bancos, a la OTAN, al FMI y que señalen hacia una salida que no sean los desahucios, el hambre, el paro y los recortes.
Es crucial (soy consciente de las veces que he usado esta palabra en el artículo) no sólo que Syriza le gane a ND (para que empiece a moverse la maquinaria) sino que el KKE saque unos grandes resultados y pueda hacer de palanca para que esa maquinaria se mueva en favor de la clase obrera y los sectores populares.
Y, desde luego, no debemos olvidar a Antarsya, cuyo papel también puede jugar en nuestro favor.
Fran J. R. León