Mijail Gorbachov, último presidente de la desaparecida URSS, emitió una ominosa advertencia en su entrevista a la revista alemana Der Spiegel sobre la crisis de Ucrania que podría desencadenar una guerra nuclear (Estoy verdadera y profundamente preocupado; http://goo.gl/5PpL1K).
Quien antes era llamado Gorby le tocó lidiar con la disolución de la URSS y el finiquito de la guerra fría, pero resultó muy cándido al no haber tomado las necesarias precauciones formales por escrito para impedir la posterior expansión de la OTAN.
Gorby, de casi 84 años, advierte que la pérdida de confianza ha llegado a límites catastróficos cuando Moscú no confía en Occidente, y Occidente no confía en Moscú.
El problema es que si alguna de las dos partes –Rusia y Occidente– pierde el control de sus nervios, ello puede desembocar en una guerra nuclear a la que el mundo no sobreviviría en los próximos años.
Gorby, Premio Nobel de la Paz 1990, teme la cacofonía de la viciosa retórica en escalada: declaraciones y propaganda de ambos lados me hacen temer lo peor.
Vislumbra todas las señales de una nueva guerra fría y juzga que sino se toman acciones inmediatas todo puede estallar en cualquier momento.
En noviembre pasado, durante el aniversario 25 de la caída del Muro de Berlín, en el mismo lugar de los hechos, Gorby previó que el mundo se encontraba al borde de una nueva guerra fría.
Quien fue una calamidad para la URSS, Gorby, criticó en forma pueril a Putin por creerse el segundo después de Dios, pero reconoce que el legado de Vlady será que detuvo la balcanización de lo quedó de Rusia.
Gorby inculpa la presente crisis con Occidente a la expansión militar de la OTAN en la esfera de influencia de Rusia que ha destruido el orden de la seguridad europea escrito en el Acta Final de Helsinki de 1975.
Explaya que la temible expansión de la OTAN se ha vuelto “un giro de 180 grados lejos de la Carta de París de 1990 firmada con todos los estados europeos para finalmente dejar a la guerra fría en el pasado”.
Condena la peligrosa mentalidad triunfalista que se ha adueñado de Estados Unidos (EU) y rechaza que sea el “triunfador de la guerra fría”, ya que sin Moscú no hubiera podido conseguir la resolución de varios conflictos regionales ni la reunificación alemana ni el retiro de las tropas soviéticas de Europa oriental ni el desarme nuclear.
Juzga que por desgracia, EU comenzó a construir un imperio global, un megaimperio, mientras empezó a rodear a Rusia con los llamados anillos de defensa, la expansión de la OTAN hacia el Este a las puertas de Moscú. Es lo que los geoestrategas rusos llaman Asa Anaconda de EU para asfixiar a Rusia (http://goo.gl/kQoV7h).
Rememora que la OTAN intervino militarmente en la guerra civil de Yugoslavia sin el consentimiento de la ONU. ¿De cuándo acá le ha importado a la OTAN, encabezada por EU, la aprobación de la ONU, como sucedió también con la invasión a Irak con pretextos mendaces?
Con independencia de quién se encuentre en el poder, era evidente que el Kremlin no se iba a quedar con los brazos cruzados.
Después de criticar que el nivel de discusión en ciertos sectores de Alemania se ha degradado a niveles de cantina, expresó que había percibido que la canciller Merkel se encontraba bajo fuerte presión de una consejera femenina (sic) por lo que dice una cosa, pero actúa en forma diferente.
¿Quién será esa consejera de los avernos?
Fulminó que muchos en Alemania parecen desear participar en la nueva división de Europa y recordó al gran canciller alemán Otto von Bismark, quien había sentenciado que Alemania nunca debería librar una guerra con Rusia, lo cual, a mi juicio, no tuvo eco con las siguientes dos guerras mundiales y ahora quizá con la polarización de la canciller Merkel.
A la crítica de Merkel de que Putin vive en otro mundo, Gorby replica que Vlady en la Conferencia de Seguridad de Munich en 2007 sentenció claramente las líneas rojas de Rusia, cuando exhibió su desacuerdo sobre el avance de la OTAN a las puertas del Kremlin.
Fustiga que Alemania vislumbra aplicar más sanciones hasta que los rusos tomen las calles y derroquen a Putin, lo cual es estúpido y peligroso –en clara alusión a los cambios de régimen de las revoluciones de color patrocinadas por los banqueros Rothschild y su hombre de paja George Soros, no se diga al derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich en la plaza Maiden en Kiev, apadrinado por el Departamento de Estado de EU.
Pues falta que le haga caso a Gorby el geoestratega Zbigniew Brzezinski, íntimo de Obama y su verdadero cerebro geopolítico en el contencioso ucraniano, quien en una reciente entrevista al CSIS (http://goo.gl/qHs9aV) exhortó en forma sarcástica el retorno de Medvedev a la presidencia en lugar de Putin, como si fuera tan sencillo y sin tomar en consideración los intereses supremos del complejo-militar-industrial del equipo ruso en el poder.
Mata de risa que la cáustica propaganda bélica de ciertos círculos lúgubres de Occidente personalicen a Putin como la encarnación satánica de Rusia entera.
Gorby se olvida también de su degradación cuando después de haber descuartizado a la URSS se volvió publicista de las tarjetas American Express, que le valió una andanada de ultrajes en la humillada Rusia, lo cual no obsta para que señale correctamente que la letalidad de las sanciones dañan las economías tanto de Rusia como de Alemania, además que había sido un error haber excluido a Rusia del G8 en una forma vengativa.
No es gratuito que Gorby haya concedido su entrevista en Alemania, donde, a mi juicio, se libra la batalla decisiva por el alma de Europa vía Ucrania: una disputa de alcance global entre dos superpotencias nucleares EU y Rusia.
En similitud al planeta fracturado entre el G-7/OTAN/Unión Europea y el BRICS/Grupo de Shanghái/Unión Euroasiática, se ha escenificado una cisura de facto en Ucrania entre la parte rusófila/rusófona del Donbass/Odesa/Crimea que ha alcanzado a fragmentar a la misma Alemania, donde tres cancilleres antecesores –dos del Partido Socialdemócrata, Helmut Schmidt y Gerhard Schröder, y uno del Partido Demócrata Cristiano, HelmutKohl, a quien le tocó la reunificación alemana y el finiquito de la guerra fría en Berlín– han criticado severamente a la canciller conservadora Angela Merkel por su postura pro estadunidense y antirrusa.
¿Se equivoca Alemania por tercera vez en el lapso de un siglo: en la primera y segunda guerras mundiales y ahora con la rusofobia atávica de Merkel?
En medio del rearme de las dos máximas superpotencias nucleares (http://goo.gl/KfKLp5), Gorby concluye que sólo queda el deshielo esperanzador.
Obama en su entrevista a NPR (http://goo.gl/BU8cw6) afirmó que no deseaba ninguna guerra con Rusia, mientras Putin se ha visto exageradamente prudente ante la pugnacidad irredentista de la OTAN.
Lo grave radica en que puede suceder un error de cálculo, gestado por la desconfianza mutua, como sucedió en la Guerra del Peloponeso, en 431 a. C.
Obama y Putin –no se diga Merkel– deben leer a Tucídides, si es que no lo han hecho.
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