El obispo Ivan Bucko fue otro de los clérigos clave que colaboró con Draganovic en la "Línea de Ratas", (una vía de escape creada por sacerdotes católicos en diversos países del mundo durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en la cual lograron escapar los Ustasha croatas y otros nazis y colaboracionistas nazis con destino a otros países, sobre todo Argentina, un país simpatizante de la causa nazi y clero-fascista en esos años.)
Bucko ayudó a escapar de la justicia a toda una división de asesinos denominada Galicia (Halychyna).
Durante la guerra, las unidades movibles de matanza de esta División, lograron asesinar a más de 100 mil judíos solamente en tres días en la masacre de Babi Yar.
La División Galicia estaba compuesta por ucranianos voluntarios del área de Galicia (sur de Rusia), los cuales habían sido entrenados por los nazis para servirles como verdugos en sus labores de exterminio contra los mismos ucranianos, los polacos y los judíos.
También sirvieron a los nazis en los campos de exterminio que se habían instalado a través del este de Europa.
Una vez terminada la guera, toda la División Galicia fue puesta por las Fuerzas Aliadas en un campo para prisioneros de guerra en Rimini (Alemania), en espera de ser interrogados para determinar quiénes eran los culpables de crímenes de guerra.
El Vaticano, alegando entonces que los prisioneros en su mayor parte no eran soldados sino solamente refugiados, envió a su Visitador Apostólico- el obispo Bucko- al campo de prisioneros de Alemania.
Bucko empezó a negociar con las Fuerzas Aliadas y, debido a que él mismo y Draganovic prestaban servicios de espionaje que era vital para Inglaterra, logró una especie de pacto secreto con el gobierno británico y logró trasladar a todos los prisioneros al Vaticano antes de que fuesen identificados.
De esta manera, los asesinos de la SS División Galicia, muchos de ellos tatuados incluso en los brazos con la insignia de las SS, terminaron instalándose en países como Canadá, Australia y Argentina.
Conseguir documentos falsos para tantos criminales de guerra, no representaba, por otro lado, ningún problema a los operadores de la "Línea de Ratas" como Bucko.
Ya que estos contaban también con la colaboración de órdenes religiosas como los jesuitas, los franciscanos y los benedictinos, los cuales operaban las imprentas que producían las tarjetas falsas de identidad.
Estas órdenes de clérigos se dedicaban también a coordinar la red de contactos y monasterios que eran utilizados como refugios para esconder a los nazis, y también lavaban o transferían el dinero sucio de los criminales de guerra.