Yusuf Fernandez//El pasado año se inició un decisivo giro en la postura de Egipto hacia Siria y su conflicto.
El derrocamiento del ex presidente Mohammed Mursi, perteneciente a los Hermanos Musulmanes, supuso un cambio de rumbo de la política egipcia con respecto a las últimas decisiones tomadas por el mandatario expulsado del poder, que llegó a cortar las relaciones diplomáticas entre ambos países y llamar al “yihad” en Siria.
Este cambio de rumbo se ha producido en primer lugar gracias al cambio experimentado en la opinión pública egipcia, y la árabe en general, que vino reflejado en el reciente encuentro de la Conferencia General de Abogados Árabes en Egipto, que acabó convirtiéndose en un acto de apoyo a Siria y a su presidente Bashar al Assad.
Durante el acto, se pidió el retorno de Siria a la Liga Árabe y se denunciaron los intentos de derrocar al presidente sirio.
El coordinador general de la organización Coalición por la Justicia Social, Gamal Zahran, ha hecho un llamamiento en favor del retorno del embajador egipcio a Damasco afirmando que esto sería una señal del “retorno de Egipto al papel de liderazgo regional, porque lo que ocurre en Siria importa a todo el pueblo egipcio”.
La coalición, que incluye a 33 entidades sociales egipcias, señaló que la decisión de Mursi de romper las relaciones diplomáticas fue resultado de las presiones de los Hermanos Musulmanes y las monarquías del Golfo Pérsico, y en primer lugar Arabia Saudí, y añadió que este paso había sido como clavar una daga en el cuerpo de los sectores nacionalistas árabes de Egipto.
En este marco, fuentes diplomáticas occidentales han hablado de una “significativa mejora” en las relaciones entre los gobiernos encabezados por los presidentes Bashar al Assad y Abdul Fattah al Sisi.
Dichas fuentes señalan que existe una “continua cooperación de inteligencia y de seguridad” entre ambos países.
Sisi ha manifestado recientemente que Egipto no permitirá ninguna división de Siria y dijo que “el presidente Bashar al Assad será parte de las próximas negociaciones de Moscú y del proceso de acuerdo” dirigido a lograr una solución política que permita la unidad nacional de los sectores opuestos al terrorismo yihadista en Siria.
El presidente egipcio dijo que lo que sucede en la actualidad en Siria no es del interés de Egipto y que debe de realizarse un trabajo serio para a poner fin a la crisis allí. Sisi añadió que Siria constituye una “profundidad estratégica” para Egipto.
Este acercamiento a Damasco ha sido mal recibido, como era de esperar, por los grupos de la oposición siria.
Desde que Mursi fue derrocado, varios líderes de dicha oposición han abandonado Egipto y otras han sido deportados por las autoridades egipcias.
A algunas personalidades opositoras se les ha impedido entrar en Egipto tras ser detenidas en el Aeropuerto de El Cairo, como fue el caso reciente del secretario general de la Coalición Nacional Siria (CNS), Naser al Hariri.
-Cooperación contra el terrorismo-
Un factor clave en la nueva política egipcia hacia Siria es la comprensión por parte de las autoridades egipcias de la amenaza que el terrorismo supone para Egipto y para toda la región.
El Cairo mantiene una guerra contra el terrorismo en la Península del Sinaí y otras partes del país, al igual que hace Damasco, y las autoridades egipcias consideran una cuestión de seguridad nacional la lucha contra el terrorismo takfiri en Siria.
Esta amenaza es sentida por toda la sociedad egipcia y es uno de los factores que ha empujado a ésta a adoptar una actitud de rechazo hacia los grupos militantes en Siria.
Varios expertos egipcios han advertido que los riesgos a los que hace frente en la actualidad su país son no menos peligrosos que los que sufre Siria.
La aparición del grupo terrorista autodenominado “Estado Islámico” en Libia y el Sinaí egipcio han incrementado esta amenaza para Egipto y la similitud de las situaciones que viven ambos países. El EI ha fijado como objetivo la expansión hacia los países vecinos, como Jordania, Arabia Saudí y el propio Egipto.
Recientemente, el grupo terrorista Ansar Bait al Maqdis, la principal organización terrorista que opera en el Sinaí, juró fidelidad al EI, lo que hace temer que se produzca un incremento de la coordinación entre todos estos grupos a nivel regional.
Otro factor de acuerdo entre Damasco y El Cairo es su común oposición a la política expansionista del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que continúa apoyando a los Hermanos Musulmanes y a grupos terroristas en la región con el fin de someterla a la influencia turca.
Egipto rechaza la injerencia de Turquía en Siria y se ha opuesto a los fallidos intentos del gobierno de Erdogan para crear una zona de exclusión aérea y una zona colchón en el norte de Siria calificándolos de acciones que violan la soberanía siria.
Erdogan, por su parte, ha cuestionado en múltiples ocasiones la legitimidad de Sisi como presidente, lo cual ha llevado las relaciones turco-sirias al punto más bajo en muchas décadas.
Egipto ha criticado también la política norteamericana de apoyar a los terroristas “moderados” en contra del gobierno sirio y suministrarles armas y financiación.
El Cairo considera que la actitud de EEUU ha sembrado el caos en la región, supone una amenaza para Siria, Egipto y otros países y demuestra que Washington no es serio en su pretendida intención de luchar contra el terrorismo, como ya han denunciado, por otro lado, responsables políticos sirios e iraquíes.
Otro factor no menos importante que aproxima a Egipto y Siria son sus respectivos vínculos con Rusia. Desde que Sisi se convirtió en presidente de Egipto las relaciones políticas, económicas y militares entre Moscú y El Cairo no han dejado de incrementarse, como muestran las visitas recíprocas, los acuerdos logrados y las repetidas declaraciones de Sisi y del presidente ruso, Vladimir Putin.
El nivel de las relaciones entre ambos países ha alcanzado un nivel sin precedentes desde el período de la alianza ruso-egipcia de los tiempos del presidente Gamal Abdel Nasser.