Desde la administración Kennedy, Estados Unidos ha tratado de derrocar al gobierno de Cuba por medio de la fuerza en Bahía de Cochinos; por medio del asesinato con tabacos explosivos y trajes de buceo que destilaban veneno; por medio del aislamiento, impidiendo que Cuba se uniera a instituciones como el Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos; pero, sobre todo, ahogando a la economía de Cuba.
Prácticamente no hay nada que el embargo comercial de EE.UU. no haga para impedir el flujo de dólares hacia Cuba. Por ejemplo, la ley de EE.UU. prohíbe a la mayoría de los norteamericanos viajar a la Isla y nos impide que conozcamos a cubanos comunes y corrientes.
Al menos no hay embargo contra la ironía; el gobierno norteamericano, como una declaración contra las restricciones del gobierno cubano a los derechos humanos, “lucha por la libertad de Cuba” restringiendo nuestra libertad de viajar.
Es importante señalar que Cuba es el único destino en el mundo para viajar al cual los norteamericanos tienen que solicitar una licencia a nuestro gobierno.
Aunque el presidente Obama ha aflojado las restricciones a los viajes –permitiendo a los cubanoamericanos el derecho ilimitado de visitar a sus familiares y permitiendo los viajes limitados a otros norteamericanos que reciben una licencia con un propósito– aún hay seguidores de la Guerra Fría, miembros de ambos partidos, cubriendo los bastiones en el Congreso para tratar de reducir nuestras libertades cada vez que tienen una oportunidad.
El senador Marco Rubio y la representante Ileana Ros-Lehtinen son dos de los más críticos “monitores de pasillo” de los viajes a Cuba en el Congreso. Argumentan a favor de una prohibición total a los viajes ya que, como gusta decir el senador Rubio, “porque provee de dinero a un régimen cruel, represivo y asesino”.
O como dice la representantes Ros-Lehtinen, las restricciones a los viajes a Cuba son “medidas con sentido común para impedir que los dólares de EE.UU. apoyen a un régimen asesino que se opone a los intereses de seguridad nacional de EE.UU. en cada oportunidad y que suprime de forma cruel las libertades más básicas de palabra, reunión y creencias”.
Eso está muy claro. Al menos así lo parecía hasta que el Tampa Bay Times dejó caer esta bomba hace unos meses.
“Importantes ayudantes del senador Marco Rubio y de la representante Ileana Ros-Lehtinen, dos de las voces anticomunistas más vehementes en Washington, realizaron un viaje a China con todos los gastos pagados, por cortesía del gobierno chino”.
Esto no fue un malentendido. Es más, ambas oficinas confirmaron que la noticia es cierta. Como reportó el periódico, Arthur Estopinan, jefe de personal de Ros-Lehtinen, y Sally Canfield, quien sirvió como vicejefa de personal del senador Rubio hasta que dejó su empleo el 5 de diciembre, fueron parte de un viaje de personal del Congreso facilitado por el Instituto US–Asia. Una fuente del Instituto dijo al Tampa Bay Times, que los viajes fueron “pagados por el gobierno chino”.
Mientras se conocía de esta noticia, el mundo prestaba más atención a la tensa situación política en Hong Kong, a medida que manifestantes marchaban por las calles en demanda de autodeterminación y el derecho a escoger su gobierno. En ese mismo momento, el senador Rubio y la representante Ros-Lehtinen pudieron haber respondido a las preguntas que les hicimos.
¿Por qué, específicamente, creen ellos que viajar a Cuba es diferente a viajar a China? ¿Por qué critican ferozmente a los norteamericanos que viajan a Cuba porque meten dinero en los bolsillos de lo que ellos llaman “el régimen de Castro”, mientras que también permiten que su personal acepte viajecitos a China pagados por el gobierno chino?
Nunca dieron respuesta.
El Centro para la Democracia en las Américas (CDA, por sus siglas en ingles), cree mucho en los derechos humanos y cree que la manera adecuada de defenderlos es vinculándose directamente con los gobiernos y público de donde esos derechos no están asegurados. El senador y la representante parecen compartir la idea en el caso de China, pero no en el de Cuba, y eso disminuye la credibilidad de su posición y por supuesto, no es correcto.
Es por eso que hemos subido una petición y un video al sitio change.org que plantea una simple decisión a los legisladores:
“Si apoyan el viaje a países como China, debieran eliminar la prohibición a los ciudadanos norteamericanos de viajar a Cuba. Y si no quieren apoyar nuestro derecho a visitar libremente Cuba, entonces debieran devolver al gobierno chino lo que costaron los viajes de su personal”.
La saga de los viajes de su personal a China recibió nuestro voto por la peor historia del embargo en 2014. Pero si bastante de nosotros vemos el video y firmamos la petición, quizás algo de rendición de cuentas dará a esa historia un final más feliz.
(Tomado de The Huffington Post)
Traducción de Progreso Semanal.