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La decisión del presidente Obama de bombardear Siria representa una clara violación del derecho internacional, de la Carta de las Naciones Unidas y de la Constitución de EE.UU. Contradice su propio compromiso, anunciado hace un año en la Asamblea General de Naciones Unidas, de revertir la situación de "guerra perpetua" en la que se halla involucrado Washington.
Y sobre todo presagia un desastre para el pueblo sirio, la región y gran parte del mundo.
El objetivo declarado por la Casa Blanca es la destrucción del Estado Islámico (EI), una milicia extremista y violenta. Pero no se puede eliminar el extremismo con bombas. Las bombas de EE.UU. no caen en el "extremismo", caen en Raqqah, una ciudad siria de dos mil años de antigüedad, con una población de más de un cuarto de millón de personas -hombres, mujeres y niños que no tienen ninguna responsabilidad en el hecho de que su ciudad haya sido tomada por el EI.
El Pentágono está bombardeando objetivos como la oficina de correo y la residencia del gobernador; lo que prácticamente garantiza que se produzca un alto número de víctimas civiles al igual que la devastación de la antigua ciudad.
El presidente Obama tenía razón cuando afirmó que no existe una solución militar para la crisis del EI. Los ataques aéreos contra Siria, sin la autorización del Congreso, ni la aprobación de Naciones Unidas, en abierta oposición a la postura del gobierno sirio, solo agravará la crisis.
Le dará al EI y a sus aliados nuevos argumentos para reclutar milicianos, reforzará las tendencias represivas del gobierno sirio y debilitará al movimiento opositor no violento al mismo tiempo que estrechará los lazos entre los simpatizantes del EI en Siria e Irak.
Los bombardeos deben parar de inmediato, y ser reemplazados por una política estadounidense basada en:
· Respaldar una iniciativa generada desde Naciones Unidas que involucre a todas las partes de la región
· Abrir el diálogo con Irán y Rusia a partir de la oposición compartida contra el EI -asociándose con Irán para presionar por el fin de las posiciones sectarias anti-sunitas en el gobierno iraquí, y trabajando con Rusia para terminar con la guerra civil en Siria.
· Presionar a los aliados de EE.UU. en la región para que detengan a gobiernos y grupos que facilitan armas y ayuda al EI.
· Reemplazar los fondos para la guerra por un incremento de la ayuda humanitaria.
Traducido para Rebelión por Silvia Arana
Phyllis Bennis dirige el Proyecto de Nuevo Internacionalismo en el Instituto de Estudios Políticos.
Entre sus libros figuran Understanding the Palestinian-Israeli Conflict: A Primer, Understanding the U.S.-Iran Crisis: A Primer, Ending the Iraq War: A Primer, y Ending the Us War in Afghanistan: A Primer. Para seguir sus publicaciones en Facebook ir a: http://www.facebook.com/PhyllisBennis