Nuevo Partido Anticapitalista//
Cuando los avances del Estado Islámico (EI/Daesh) plantean cada día un poco más de horror, hay que repetirlo: las atrocidades que se multiplican en Medio Oriente no son tragedias que se inscriben contra la “buena voluntad” de grandes potencias como los Estados Unidos y Francia.
Son en gran medida producto de su intervencionismo constante, de su competencia entre ellas, de su apoyo a las dictaduras y al colonialismo, en nombre de la maximización de sus intereses a corto plazo.
Así, la solemne “declaración de guerra a los yihadistas del Estado Islámico” de Hollande no es más que una cortina de humo más para intentar recuperar una credibilidad personal en caída libre.
Pero más allá de una operación de comunicación, hay verdaderos intereses económicos y estratégicos detrás, y hay motivos para preocuparse por esta nueva aventura guerrera, después de la de Malí, cuya vertiente interna es una panoplia de medidas liberticidas: ¡la número 15 en 25 años!
Las manos sucias
¿Es inocente el estado francés de la situación actual? Ejerció un mandato en Líbano y Siria hasta después de la Segunda Guerra Mundial, confesionalizando las cuestiones políticas para controlarlas mejor.
Ha apoyado constantemente al estado de Israel en su lógica colonial contra el pueblo palestino, hasta la guerra de aplastamiento de Gaza realizada este verano por el gobierno israelí de extrema derecha, sin ninguna puesta en cuestión de los acuerdos privilegiados de los que éste goza con las “democracias occidentales” y que le mantienen en pie.
Francia apoyó durante mucho tiempo la dictadura de Saddam Hussein en Irak y, junto a los Estados Unidos, le animó a atacar a Irán en una guerra que provocó un millón de muertos entre 1981 y 1988, antes de volverse contra Saddam Hussein cuando éste se hizo demasiado aventurero en 1991.
La única infamia que Francia ha evitado fue la sucia guerra bajo dirección estadounidense de 2001, responsable en gran medida del caos actual en Irak.
La revolución y la democracia abandonadas
Hablamos también del papel de los gobiernos franceses, tanto de derecha como de izquierda, en las políticas neoliberales mundiales que provocan el crecimiento insoportable de las desigualdades: su cooperación con las monarquías petroleras integristas del Golfo, los enormes contratos, desde el armamento a las obras públicas, su participación en el capitalismo francés. ¿Cuando ha sido de notoriedad pública que esos reinos impulsan todas las formas del yihadismo?
En Siria, desde el levantamiento de 2011, Bachar Al-Assad lleva a cabo una guerra total contra su pueblo, con la ayuda decisiva de la Rusia de Putin y del Irán de los mullah.
Los sucesivos gobiernos franceses han condenado verbalmente la dictadura, pero las fuerzas democráticas y no confesionales de la revolución han sido abandonadas, lo que ha permitido el ascenso de los integristas religiosos.
Y son esas represiones y esas injusticias, además de la estigmatización de la emigración en la propia Europa, las que empujan a fracciones exasperadas de las poblaciones a los brazos de los aventureros criminales y ambiciosos que organizan el EI y las demás estructuras de ese género.
¿Con los pueblos, contra la guerra?
Es por tanto una asociación de bomberos pirómanos la que se ha reunido el 14 de septiembre en París alrededor de Obama y de Hollande para formar una coalición militar y financiera contra el EI.
Pero no es una nueva guerra imperialista lo que permitirá a los pueblos de esa región devastada obtener justicia y libertad.Reivindicamos la retirada de todas las tropas francesas de la región, en particular de los 900 soldados y de los aviones que están allí.
Nuestra solidaridad concreta debe ir a todas las fuerzas democráticas en Siria y en Irak, así como a los kurdos y a las poblaciones, a los trabajadores y las trabajadoras, que resisten contra este terror.
En el momento en que en Siria, la gente es masacrada y está atrapada entre dos fuegos alrededor de Kobane, Alepo y Damasco, es a las fuerzas locales que luchan contra el EI, el sectarismo confesional y los regímenes locales a las que habría que proporcionar armas. Pero en la Coalición de eso ni se habla, como testimonia el mantenimiento por los Estados Unidos y la Unión Europea de la inscripción del Partido de los Trabajadores del Kurdistan en las listas de organizaciones “terroristas”, precisamente cuando los y las combatientes del PKK y del PYD (su equivalente en Siria) están en la primera fila para intentar impedir la progresión de las tropas del EI. Esta medida debe ser inmediatamente levantada.
Y más que emprender una nueva intervención imperialista, la Unión Europea y Francia deberían socorrer a los dos millones de personas que huyen de las masacres y buscan asilo y protección, allí y abriéndoles nuestras fronteras.
Fuente original: http://www.npa2009.org/
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur