Desde enero de 2012, las provincias centrales del país han constituido escenario para el desarrollo de un proyecto liderado por el Instituto de Investigaciones de Granos, con la ayuda de laAgencia Japonesa de Cooperación Internacional(JICA, por sus siglas en inglés).
El proyecto apuesta por aumentar el volumen y la calidad de la producción de semilla certificada y ofrecer conocimientos y tecnología a extensionistas y productores líderes en el cultivo de arroz.
En opinión de Enrique Suárez, jefe del Grupo de Mejoramiento Genético del Instituto de Investigaciones de Granos, Extensionismo y difusión de tecnologías para la producción de arroz en la zona central de Cuba (DITESA) permitirá el incremento del rendimiento agrícola en más de una tonelada por hectárea y la calidad del arroz que llega a los hogares, elementos esenciales, sobre todo si se tiene en cuenta el alto consumo de este cereal y las grandes sumas de dinero que Cubainvierte en su importación.
Como parte del proyecto, ya se encuentran en Cuba hoy 12 contenedores que portan los materiales necesarios para la instalación de una planta de postcosecha en el Instituto, la cual posibilitará el aumento de semillas certificadas producidas de 7 toneladas por hectárea a 20, tal como se lo ha propuesto DITESA para los cuatro años en que estará en ejecución.
El valor del montaje de la planta, informa Suárez, asciende a aproximadamente un millón de dólares.
TEORÍA Y PRÁCTICA EN LA REALIDAD CUBANA
Antes de DITESA, el Instituto de Investigaciones de Granos y la JICA habían participado juntos en otros dos proyectos: Programa de desarrollo sustentable de la producción de arroz en la zona central de Cuba (2003-2006) y Proyecto para el fortalecimiento del sistema de producción de semillas certificadas para el arroz popular (2008-2010).
Respecto a la elección de Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey para poner en marcha las experiencias, Enrique Suárez alega que allí se concentra el 50 % de la producción de arroz de la isla, así como dos empresas agroindustriales dedicadas a ese producto y dos estaciones experimentales en Camagüey y Sancti Spíritus.
El también responsable por la parte cubana de DITESA adelanta que planifican, para una próxima iniciativa, extender la experiencia al resto del país. Por el momento, Artemisa, provincia donde radica el instituto, será beneficiada con conocimientos y apoyo de diversa índole por parte del proyecto.
Aunque la capacitación brindada a productores de arroz de la región central y a inspectores del Servicio de Inspección y Certificación de Semillas (SICS) ha resultado vital, Toyozo Tanaka, experto en semillas y líder del proyecto, destaca la mayor urgencia de infraestructura, por lo cual, JICA se propone colaborar, con mayor énfasis, en cuanto al abastecimiento de maquinarias.
“El objetivo de la misión nipona —comenta la coordinadora de DITESA, Mayumi Tanabe—, no es imponer su técnica, sino aportar con sus experiencias y equipamientos, y adaptar sus conocimientos al contexto cubano”.
“Las relaciones entre cubanos y japoneses están muy bien establecidas. Predomina un clima de confianza y actitud de cooperación”, añade.
¿AUTOABASTECIMIENTO DE ARROZ EN CUBA?
Enrique Suárez explica que las semillas se clasifican en diferentes categorías, están la semilla original o genética, la básica, la registrada y las certificadas I y II. Cada una constituye una multiplicación de la anterior. A medida que se avance se obtendrá una semilla de mayor calidad y, por ende, con mayor rendimiento agrícola.
El instituto produce las tres primeras, pero las otras dos restantes solo son utilizadas en granjas de producción de semillas o por productores líderes.
“Si multiplicamos bien las semillas podemos cubrir la demandas de todo el país. Por eso queremos aportar con las registradas, para que la mayor parte posible de los agricultores usen buenas semillas”, asegura Suárez.
Sin embargo, no todo depende de la calidad de la semilla. Igualmente influyen en el rendimiento su manejo, la preparación del suelo, la fertilización, el riego, entre otros factores.
“Tenemos las condiciones para autoabastecernos de arroz, y eso depende, en gran medida, del tratamiento que se le dé a las semillas.
El potencial genético de las que producimos se encuentra por encima de las siete toneladas por hectárea, pero actualmente se está cosechando solo tres hectáreas, o sea, casi un tercio del ideal”.
Desde el estallido de la crisis alimentaria global 2007-2008, el mundo ha experimentando un aumento en el precio de los alimentos. Su impacto negativo tiene y tendrá mayor fuerza en las naciones subdesarrolladas y aquellas en vías de desarrollo.
Ante tal situación resulta vital impulsar la producción agrícola, sentido en el cual el Lineamiento 193 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución plantea: “Asegurar el cumplimiento de los programas de producción de arroz, frijol, maíz, soya y otros granos que garanticen el incremento productivo, para contribuir a la reducción gradual de las importaciones de estos productos”.
Sobre la base de esta premisa, el Instituto de Investigaciones de Granos trabaja a fin de que las familias cubanas adquieran el alimento necesario para el desarrollo de una vida sana.