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Desde que el presidente Salinas abrió de par en par las puertas de los mercados de México a la inversión extranjera en la primera mitad de los años noventa, las empresas españolas han sido bien acogidas adquiriendo posiciones dominantes en sectores estratégicos como la energía, las finanzas, las telecomunicaciones y el turismo. 

En algunos casos pusieron en marcha empresas conjuntas con las empresas locales, en otros, ellos han absorbido por completo a las empresas nacionales.

Por Don Quijones

Con la tinta todavía secándose sobre el documento de la histórica reforma energética de México, a las grandes compañías mundiales del petróleo y del gas se les están haciendo agua la boca ante la perspectiva de acceder a uno de los mercados de energía más grandes, y hasta hace poco, más nacionalizados del mundo. Una de esas compañías es el gigante de la electricidad española Iberdrola, que espera ampliar masivamente sus operaciones en México a través del incremento de inversiones de cerca de 1,000 millones de euros.

En este momento sé lo que están pensando: 1,000 millones de euros es una miseria en esta era de corporaciones con balances inflados. De hecho, por estos días para algunas empresas probablemente no valga la pena levantarse de la cama por una suma así. Sin embargo, en México esto puede significar mucho, mucho más de lo que puede en Europa o los EE.UU -en especial cuando tienes que pagar moles que cabildean por cada uno de sus intereses en el más alto nivel de gobierno.

Puertas giratorias transatlánticas

Como lo revela una información en el blog financiero Sin Embargo, uno de los siete principales asesores del presidente mexicano Enrique Pena Nieto, Jesús Ramírez Stabros, ha estado dobleteando como miembro de la junta asesora de Iderdrola México desde julio del 2013. En este sentido, mientras que Ramírez ha estado jugando un papel clave en persuadir al Congreso y el Senado para aprobar la histórica ley energética del gobierno, él también ha estado haciendo su mejor esfuerzo para garantizar que la empresa española para la que se desempeña en su tiempo libre, obtenga su buena parte del botín.

Ramírez no es la única figura política mexicana de alto nivel al servicio de Iberdrola: Georgina Kessel Martínez, ex secretaria de Energía durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), le dijo adiós a una vida en la política en el 2012 al unirse a Iberdrola como asesor externo. El cortejo ritual de la élite política mexicana -y la consiguiente subversión de la cultura política ya profundamente corrupta de México- es ahora una práctica generalizada entre muchas empresas españolas. El gigante español de las telecomunicaciones Telefónica, que ahora controla más de un cuarto del mercado de la telefonía móvil de México, nombró a Francisco Gil Díaz, ex ministro de Hacienda de México como su presidente ejecutivo para México y América Central.

Uno de los ejemplos más crudos hasta la fecha es la constructora española OHL cuya división mexicana está liderada por José Andrés de Oteyza, el ex secretario de la industria y el desarrollo en el gobierno del PRI de José López Portillo. Con el tipo de acceso que Andrés de Oteyza tiene en el gobierno, no es de extrañar que OHL haya logrado obtener siete contratos públicos de obras por valor de más de 2,000 millones de euros en los últimos 18 meses -más de dos veces el importe de los contratos adjudicados a tres de las empresas de construcción más grandes de México (ICA, Tradeco y Carso) combinadas. En uno de los últimos grandes contratos de OHL, el propio presidente de México, Peña Nieto está acusado de haber intervenido en nombre de la compañía española.

Liberalización y privatizaciones

Tal tratamiento de alfombra roja por parte del gobierno de Mexico es apenas raro. Desde que el presidente Salinas abrió de par en par las puertas de los mercados de México a la inversión extranjera en la primera mitad de los años noventa, las empresas españolas han sido bien acogidas adquiriendo posiciones dominantes en sectores estratégicos como la energía, las finanzas, las telecomunicaciones y el turismo. En algunos casos pusieron en marcha empresas conjuntas con las empresas locales, en otros, ellos han absorbido por completo a las empresas nacionales.

Todo era parte de una campaña bien coordinada por el gobierno español y los amos corporativos a los que servía para reconquistar vastos sectores económicos en América Latina. El razonamiento era simple: ahora que era parte de la UE y sus empresas se enfrentaban a una competencia feroz de las firmas alemanas y francesas más competitivas, España debe convertirse en la cabeza de América Latina con el fin de evitar convertirse en la simple cola de Europa.

Lo que hizo todo fuera posible fue la ola de liberalización que se extendió por todas las economías de América Latina durante la década del Consenso de Washington (1990) y la orgía de privatizaciones que siguió a su paso. Como lo dijo el político español Antonio Donadue en ese entonces, es el momento de "volver a América Latina. Las privatizaciones están a punto de comenzar, porque todos los países están en quiebra”.

De Argentina a Chile y de Colombia a México, grandes industrias nacionales fueron vendidas por centavos a las grandes compañías españolas, ellas mismas recientemente nacionalizadas. Dos décadas después, sin embargo, las cosas han empezado a cambiar. Con México ahora ubicándose como la 14a mayor economía mundial, sólo un lugar por debajo de España, las preocupaciones de muchos sectores están aumentando a cerca del dominio de España sobre la economía de México.

Un reciente número de analistas mexicanos, dueños de negocios y ejecutivos están cuestionando tanto la legitimidad y la sensatez del trato preferencial a menudo concedido a las empresas españolas en los tratados comerciales bilaterales y multilaterales de México con España. Eso no quiere decir que los gigantes mexicanos como Cemex y Bimbo no se beneficiaron también de los acuerdos de libre comercio suscritos por México con España; más bien que la mayor parte de la riqueza, el poder y la influencia, adquirida principalmente a través de fusiones y adquisiciones y la politiquería, continúa fluyendo en una dirección: hacia el Este.

El cartel español

Según Oriol Malló, el autor español de El Cartel Español (The Spanish Cartel), el problema no es sólo el medio por el cual las empresas españolas obtienen el poder económico en México -es decir, a través de conexiones políticas y sobornos- son los fines para los que utilizan ese poder:

Ellos no construyen o hacen algo -ellos consiguen que los mexicanos hagan todo el trabajo duro y luego a través de tarifas y comisiones se apoderan de la mejor parte de los ingresos. Un ejemplo perfecto es José Andrés de Oteyza, el "coyote" que maneja las relaciones de OHL con los gobiernos locales y centrales. No hay una gran oficina de OHL en México -sólo una pequeña oficina donde usted nunca encontrará a De Oteyza en el trabajo. Tampoco la oficina nunca dará ninguna información sobre el trabajo de la empresa, por el simple hecho de que todo está subcontratado a empresas mexicanas. En cuanto a De Oteyza, pasa su tiempo averiguando la identidad y el paradero del gobierno municipal respectivo y cuánto se le debe pagar a él o ella (DQ: esto es, después de todo, el México del que estamos hablando)

Para empeorar las cosas, la mayor parte del dinero ganado por las grandes empresas españolas en México ni siquiera se queda allí. Tampoco, lo que es más, va a parar a España. “Para el gobierno español abrir las puertas a la inversión extranjera es todo lo que importa y cada empresa puede repatriar el 100 por ciento de sus ingresos sin declararlos a las autoridades fiscales”, le dice Malló a Sin Embargo.

Esa es la razón por la que países como Colombia y México son los destinos perfectos para el “Cartel Español”. Con incluso estándares corporativos de supervisión tributaria más laxos que España, las corporaciones españolas que operan en su territorio son libres de canalizar sus ganancias sin ser molestadas al paraíso fiscal de su elección.


Don Quijones es un escritor independiente y traductor con sede en Barcelona, España, y editor en Wolf Street, donde este artículo fue originalmente publicado.

Publicado por LaQnadlSol
USA.

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