Pablo Gonzalez

El doble discurso de Obama: Elecciones en Egipto y Siria.


Esta semana dos de las naciones árabes que en los últimos años han vivido serios brotes de inestabilidad política y violencia desarrollaron sus elecciones presidenciales. 

En Egipto, el líder del golpe de estado contra Mursi hace un año, Abdel Fatah al-Sisi, se presentó como candidato presidencial y ganó con el 96,91%, pero con una participación de no más de 45% de los votantes a pesar de haber extendido un día de más las elecciones para aumentar la participación.

 En Siria luego de más de tres años guerra civil, y un año después de la inminente invasión por parte de la OTAN y Estados Unidos, el actual presidente Bashar Al-Asab, se presentó nuevamente, la característica principal una tasa de participación superior al 60%, saliendo victorioso con el 88,7% de los votos.

Mientras que en Siria la oposición armada representada en Consejo Nacional Sirio, cuyo primer patrocinador es la Casa Blanca, no pudo poner candidato, dado el condicionamiento constitucional que exige haber vivido los últimos 10 años en el país, situación que imposibilitó a los opositores exiliados presentarse.

 Este hecho generó que occidente y Washington atacaran fuertemente las elecciones sirias, argumentando la falta de garantías, además anunciaron que seguirían financiando a los opositores, lo que significa seguir agitando la espiral de violencia en ese país.

En Egipto, los medios de comunicación occidentales y los gobiernos de Obama y Europa han guardado un silencio sepulcral, hace menos de un año el General Al-Sisi organizó un golpe de estado que le quito el poder a Mohammed Mursi, el primer presidente democráticamente electo, luego del derrocamiento popular de Mubarak en 2011. 

Este acontecimiento produjo una gran ola de violencia que lleva un saldo de más de 1.400 muertos, además de cerca de 15.000 detenciones, contando la ilegalización de los Hermanos Musulmanes, corriente política a la que pertenecía Mursi. 

Este hecho sumado a la baja participación en las elecciones debió ocasionar un gran ruido mundial de los adalides de la democracia global. Sin embargo, la Casa Blanca saludo la elección de Al-Sisi y lo llamo a emprender reformas democráticas en el marco de afianzar la alianza estratégica entre ambas naciones.

Es evidente que la vara, con la que los medios de comunicación occidentales y los gobiernos de Estados Unidos y Europa, juzgaron las elecciones no fue la misma.

Una tuvo mayor respaldo en las urnas que la otra. La diferencia radical pasa por los intereses estratégicos de Estados Unidos, mientras Siria es un opositor a los planes de esa potencia en el Medio Oriente gran obstáculo y mantiene una alianza con Rusia e Irán, convirtiéndose es una pieza clave en la reconfiguración del orden regional. 

No hay que olvidar que la única base militar de Rusia por fuera de su territorio es la de Tartus ubicada en Siria.

El nuevo gobierno egipcio, cuenta con todo el respaldo de la Casa Blanca, ha sido el ejército de Egipto el receptor histórico de grandes recursos financieros y militares por parte de Estados Unidos, además juega un papel fundamental en el Canal de Suez y por su influencia en el mundo árabe.

 Estas elecciones demuestran que los intereses que determinan el accionar de Estados Unidos en el mundo, no son la democracia, ni mucho menos la paz, sino sus propios intereses geopolíticos y económicos, así tenga que avalar una dictadura o financiar grupos terroristas, incluso si se tiene que aliar con extremistas como Al-queda, su enemigo declarado.

 Esa es la verdadera política exterior de Estados Unidos.

Andrés Aristizábal

Profesional Gobierno y Relaciones Internacionales

@ASAristizabal

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