Pablo Gonzalez

¿Pelé dijo que?


Está claro que, políticamente hablando, el dinero gastado para construir los estadios fue mucho, y en algunos casos, fue más de lo que debería haber sido", dijo Pelé durante una conferencia en la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México.

 "Parte de este dinero se podría haber invertido en las escuelas, en los hospitales.... Brasil lo necesita. 
Eso está claro”. Estos son sin duda comentarios tibios dada la magnitud del asalto que está teniendo lugar sobre los pobres de Brasil en el período previo a la Copa del Mundo.

Por Dave Zirin

Al criticar la Copa del Mundo del 2014 y las prioridades de gasto del gobierno brasileño, la leyenda del fútbol Pelé ha logrado la más rara de las hazañas de los medios de comunicación deportiva del siglo XXI: él ha demostrado la capacidad para causar conmoción y sorpresa.

"Está claro que, políticamente hablando, el dinero gastado para construir los estadios fue mucho, y en algunos casos, fue más de lo que debería haber sido", dijo Pelé durante una conferencia en la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México

"Parte de este dinero se podría haber invertido en las escuelas, en los hospitales.... Brasil lo necesita. Eso está claro. En ese punto, estoy de acuerdo [con las protestas]. Pero lamento lo que los manifestantes están haciendo, que es estar rompiendo y quemando todo. Es dinero que vamos a tener que gastar de nuevo”.

Estos son sin duda comentarios tibios dada la magnitud del asalto que está teniendo lugar sobre los pobres de Brasil en el período previo a la Copa del Mundo. También ignoran que gran parte de la violencia ha sido perpetrada por la policía militar de Brasil, quienes ni siquiera se hacen merecedores a una pizca de crítica por parte de la leyenda de 73 años de edad. 

Lo que es notable es que Pelé no haya dicho nada en absoluto. Hay una razón por la que en una ocasión Romário, el astro del fútbol brasileño convertido en político, dijo de la leyenda del fútbol: ​​"él es un poeta cuando no habla".

 Romário dijo esto porque Pelé nunca ha dejado de ponerse en el lado equivocado de la historia. Pelé estaba allí cogido del brazo con el ex presidente de Brasil, Lula da Silva, cuando Brasil consiguió la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Escucharlo haciendo criticas de cómo el dinero ha sido gastado es similar a Michael Jordan tomar una posición contra los abusos laborales cometidos por Nike.

Después de todo, se trata de Pelé: el primer atleta en la historia en convertir su propio nombre en una marca registrada. Esto es Pelé, que como una marca y un atleta superestrella inexperto, estaba a la vez por delante de su tiempo y alejado de la realidad. 

Esto es Pelé, la persona que el año pasado dijo, cuando las balas de goma volaban y el gas lacrimógeno era aplicado directamente a los ojos de los manifestantes y transeúntes, que la gente debe dejar de protestar y "pensar en el equipo nacional". Este es Pelé, quien recomendó que las manifestaciones deben posponerse hasta después de la Copa y fue abucheado rotundamente.

Esto es lo que Pelé es. También es lo que Pelé ha sido siempre. En la década de 1960, cuando "la revuelta del atleta negro" estaba en boca de todos, Pelé se dedicó a criticar a Muhammad Alí por resistir el reclutamiento y negarse a combatir en Vietnam. 

En una época donde estaban siendo desafiados los gobernantes y las reglas del mundo, Pelé conoció y entretuvo a la realeza europea. Él permitió que la dictadura de Brasil utilizara su imagen en los sellos postales y anduvo en "tours de buena voluntad" por las repúblicas africanas recientemente independizadas en nombre de cualquiera de los dictadores que estuvieran a cargo. Se vistió con atuendos africanos, celebrando a un Brasil en el que la situación de las masas afro-brasileñas era terrible.

No es que Pelé fuera de línea dura, un cruel derechista, él era más bien alguien que optó por arriesgar muy poco. 

El gobierno de Brasil era, en última instancia, su más importante mecenas, y sobre la cuestión de la pobreza generalizada que afectaba a Brasil desde hacía décadas él se ubicó, bien o mal, una y otra vez, del lado del poder gobernante en su país.

 La respuesta habitual de Pelé era que Dios había hecho a la gente pobre y que su función en la vida era utilizar su grandeza atlética otorgada por Dios para llevar alegría a sus vidas difíciles.

Después de la victoria de Brasil en la Copa Mundial de 1970, la dictadura militar no se detuvo ante nada con el fin de regodearse en su triunfo. Pelé no fue ningún actor inconsciente en esto. Cuando se le preguntó en 1972 sobre la autocracia, él respondió: "No hay ninguna dictadura en Brasil. Brasil es un país liberal, una tierra de felicidad. Somos un pueblo libre. 

Nuestros líderes saben lo que es mejor para [nosotros], y [nos] gobiernan en un espíritu de tolerancia y de patriotismo".

 Hay que tener en cuenta que cuando Pelé estaba diciendo esto, Dilma Rousseff de 25 años de edad, ahora presidenta del país, estaba siendo torturada en una prisión militar. Uno se pregunta si esto ha surgido alguna vez en alguna conversación.

Pelé quería utilizar esta Copa del Mundo como su canto del cisne en la escena internacional. Ha publicado un libro y está tratando de cobrar en efectivo, mientras que la gente todavía está prestando atención. 

El hecho de que él se sienta obligado a hablar en efecto sobre el carnaval de la injusticia que la FIFA y el Partido de los Trabajadores están creando con la Copa del Mundo del 2014, sólo subraya cuan profunda la crisis se mantiene en todo el país. 

Cuando se gastan miles de millones para albergar un torneo de fútbol y la gente está poniendo murales de este tipoen las paredes del país, el descontento bullirá y se desfogara. Ahora mismo incluso a Pelé le está entrando humo en sus ojos.

David Zirin ha escrito un libro que se publicará la próxima semana bajo el título de Brazil’s Dance with the Devil: The World Cup, the Olympics, and the Fight for Democracy. Sus viajes a Brasil y el trabajo en ese proyecto sirven de base para gran parte de este artículo.

Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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