Pablo Gonzalez

Dos mitos fundamentales para la creación del Estado de Israel

Una de las frases clásicas que se agrupa en torno de la formación discursiva del mito de Palestina como “…una tierra sin pueblo” es la de Golda Meir: “No existe el pueblo palestino.

 Esto no es como si nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la calle y apoderarnos de su país. Ellos no existen.”

Dos mitos fundamentales para la legitimación de la creación del Estado de Israel: Palestina como “…una tierra sin pueblo” y el abandono de los palestinos de su tierra en 1948.

Qué es el sionismo

El sionismo se desarrolla a la luz del proceso de secularización producido en Europa, entendido como la desimbricación de la esfera político-estatal de la religiosa (el nacimiento del Estado moderno). 
Crea y desarrolla un concepto nuevo sobre lo que significa ser judío, o más bien genera una doble acepción; este pasa a significar además de la pertenencia a una religión, la de pertenecer a una cultura (red simbólica), a una nación (entendida como un pueblo).

 Los sionistas comienzan a identificar al judaísmo con la segunda acepción y la necesidad de desarrollar un Estado (al estilo occidental: laico y democrático) para la nación judía por varios factores pero por sobre todo por la persecución sufrida en la diáspora.

En Rusia durante el s. XIX se desarrolló una persecución y matanza de judíos en los llamados pogromos. En Alemania y Austria a fines del s. XIX se gestaron partidos políticos que contenían fuertes proclamas antijudíos. En síntesis, los judíos en la diáspora no lograban una asimilación plena en los países de residencia, no gozaban de las conquistas jurídicas universales que se gestaron a partir de la Rev. Francesa (igualdad, libertad). 

Este movimiento piensa que la transformación del marco legal en el Estado burgués occidental no cambió en nada la vida de los judíos porque siguen siendo perseguidos. La esperanza del proyecto asimilacionista (contrario al sionismo) se cae con el surgimiento de los primeros pogromos. 

Para la creación de su Estado anhelan el “retorno a Sión” la tierra de sus antepasados, el Reino de Judá, del cual habían sido expulsados en el año 70a.c. por los romanos. 

El sionismo es un movimiento de liberación nacional, en cuanto se propone crear un Estado Nacional para el pueblo judío; el hecho de entender como una identidad nacional a la identidad judía, lo convierte en una novedad dentro del judaísmo. En este sentido es que el movimiento es un proyecto político que identifica al judaísmo como nación; la cual tiene la necesidad de construir un Estado propio. Al definir al judaísmo como un colectivo nacional y no religioso, se constituye como un movimiento laico.

Dado el problema del antisemitismo judío en Europa, los fundadores del sionismo consideraban que la manera de eliminar el antisemitismo era logrando la concentración territorial de todos los judíos del mundo en un mismo lugar, creando su propio estado, como lo explica muy bien el padre del sionismo, Teodoro Herlz, en su libro “Der Judenstaat” (El Estado de los judíos) de 1896.

“Palestina es nuestra inolvidable patria histórica. El sólo oírla es para nuestro pueblo un llamamiento poderosamente conmovedor. Si su Majestad es Sultán nos diera Palestina, nos comprometeríamos a sanear las finanzas de Turquía.

 Para Europa formaríamos allí parte integrante del baluarte contra al Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie. Como Estado neutral mantendríamos relaciones con toda Europa que, a su vez, tendría que garantizar nuestra existencia”.

Para el desarrollo de su proyecto (para el cual necesitaban tierras para lograr su Estado) van a promover oleadas migratorias (llamadas Aliyá, la primera fue en 1882) de judíos hacia Palestina, a través de asociaciones judías (Fondo Nacional Judío) que gestionen los fondos para tal empresa con la ayuda de la financiación de filántropos judíos y luego el apoyo económico militar y político de las potencias mundiales; sin olvidar la necesidad de contar con el visto bueno de la potencia colonial del momento (Gran Bretaña). Cabe aclarar que la potencia imperial bregaba por la penetración colonialista en territorios árabes después del desmembramiento del imperio Otomano, con lo cual la colonización preparada por los sionistas cuadraba perfectamente con su política geoestratégica. 

“A raíz de la primera guerra mundial el imperio Otomano se desintegró y los franceses e ingleses tomaron control del medio oriente. Por medio de un tratado secreto-conocido como “Sykes-Picot” por el nombre de los funcionarios que firmaron- en 1916 las dos potencias coloniales se repartieron la región. Su objetivo era el de ocupar lugares geoestratégicos y los puertos, fundamentales para el comercio mundial cuando ya estaba claro que la región era una fuente inagotable de petróleo”

El mito sionista de “un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”

A partir del objetivo colonialista, para la creación de su propio Estado, los sionistas comienzan su empresa comprando tierras a latifundistas árabes (effendis) para ir creando un proto-estado con sus correspondientes instituciones; y culturalmente forjar la identidad a través de la lengua creando el hebreo moderno, y las herramientas de normalización como ser fuerzas de seguridad, himno, bandera (símbolos nacionales), al estilo de los Estados Europeos.

Palestina, era una provincia del Imperio Otomano, que al desmembramiento de este paso a ser un protectorado británico. La creación del Estado judío contó con la ayuda del Mandato británico, sobre todo con la promesa de la creación de un hogar judío que se estableció en la Declaración Balfour en el año 1917.“La realidad fue que la población judía en Palestina aumentó de manera constante durante los años del Mandato –creció de un 12% del total de habitantes de Palestina en 1914 a un 33% en 1947- y que con ello se fueron asentando y mejorando cada vez más los cimientos del Estado judío”.

El fin es de ocupación colonización y asentamiento , se conquistas tierras que no eran ni vírgenes ni despobladas, sino que se coloniza a una población preexistente, la población árabe-palestina, la cual moraba en ese territorio desde hace miles de años “cuando los judíos llegaron se encontraron con que había cerca de mil pueblos y ciudades, miles de hectáreas cultivadas e incluso líneas férreas que ya habían sido construidas por los otomanos. 

Esto quiere decir que, más allá de las consignas, eran conscientes de que en ese territorio había gente y que no había manera de crear un Estado judío sin entrar en colisión con la población local”; el jefe del departamento de colonización sionista, Weitz R. reconoce que “debe quedar claro que no hay lugar para los dos pueblos juntos en este país…no hay otra solución que desplazar a los árabes de aquí a los países vecinos, expulsarlos a todos: no debe quedar ni una aldea, ni una tribu”.

La resolución (N°181) de la división de Palestina de noviembre de 1947, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y formada por una mayoría de Estados Occidentales, evidencia el objetivo de penetración colonial de las potencias mundiales “en esta fecha los judíos constituían el 32 % de la población y poseían el 5,6 % del suelo: ellos recibieron el 56 % del territorio, con las tierras más fértiles. 

Estas decisiones se obtuvieron bajo la presión ejercida por los Estados Unidos.” (Garaudy, 2006). Además cabe destacar que casi toda la tierra cultivada estaba en manos de la población nativa. “Dentro de las fronteras el Estado que les proponía la ONU, ellos poseían sólo el 11 por ciento de la tierra y eran minoría en todos los distritos. 

En el Néguev, que pasaría a ser un trozo importante del nuevo Estado judío y que pese a su aridez contaba con una población rural y beduina considerable, los judíos constituían menos del 1 por cien del total”. A partir de estos datos se entiende porque los palestinos adoptaron la posición de rechazo a la partición de Palestina, se negaban a dividir la tierra con una comunidad colonizadora. Con la ejecución del plan de partición, la ONU estaba violando los derechos de propiedad territoriales de la población nativa palestina.

Para contrarrestar esta realidad y legitimarse en la comunidad mundial, los sionistas crearon el mito fundacional del Estado de Israel bajo el lema “un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”, por lo anteriormente mencionado queda claro que si bien los judíos eran un pueblo sin Estado propio, Palestina no era una tierra sin pueblo (sino muy por el contrario); con la segunda parte de este lema es que se crea el mito. 

Recordemos que una de las funciones del mito es torcer y deformar la realidad, vaciarla de historia y significación para dotarla de una nueva significación, y crear de esta manera a través del significado del mito una nueva historia. Cito a Kosaiffi, investigador demográfico que escribió que para 1922 “La densidad de la población Palestina era de 72 personas por milla cuadrada, una cifra alta si se la compara con los países de la región y otros fuera de la misma” .

El problema del movimiento sionista es que eligió para la creación del Estado judío una tierra que estaba poblada por árabes en medio de países árabes y musulmanes, y en la cual los judíos en el año 1875 llegaban a 10.000 entre una población de 300.000 personas (Weinstock, 1973), o sea apenas el 3,3% de la población.

Los sionistas también argumentaban que no había “un pueblo” en Palestina porque eran un conjunto de minorías, a lo que Weinstock aclara “El fraccionamiento de los palestinos en un mosaico de minorías –situación que es propia al conjunto del oriente Próximo: Siria, Líbano, Chipre, etc. – parece indiscutible. Ello no significa, por otra parte, que Palestina no tenga pueblo. Paradójicamente, además, el sionismo precisamente contribuirá en una gran medida a la cristalización del sentimiento nacional árabe en Palestina”.

Una de las frases clásicas que se agrupa en torno de la formación discursiva del mito de Palestina como “…una tierra sin pueblo” es la de Golda Meir: “No existe el pueblo palestino. 

Esto no es como si nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la calle y apoderarnos de su país. 

Ellos no existen.” (Declaración al Sunday Times el día 15 de junio de l969). 

Este enunciado nos da cuenta de que lo que se dice o bien es una mentira lisa y llana, o bien que no se les otorga el status de pueblo a los palestinos por no estar organizados a la manera de donde provienen los judíos sionistas, o sea no están constituidos como un Estado típico europeo.

 Cuestión bien paradójica ya que los judíos pudieron crear su Estado unos pocos años antes de que Golda diga “Ellos no existen.”

Sin embargo como ninguna formación discursiva es unívoca y uniforme, encontramos que un dirigente sionista, Isaac Epstein, dijo en 1907 “Sobre todos los temas debatimos, pero de una cosa nos olvidamos: que hay en nuestra tierra querida un pueblo entero que se aferra a ella hace cientos de años y nunca se le ocurrió abandonarla”.

Si bien la argumentación para su elección de la tierra fue de tipo histórica, Palestina era considerada la “inolvidable patria histórica”, la pertenencia de esa tierra se basa en una fundamentación religiosa y bíblica, esa tierra se las había regalado dios. Dios le dice a Abraham “A tu simiente daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eúfrates” Génesis (XV, 18). A partir de aquí podemos preguntarnos acerca del sionismo, ¿es este político o integrista? 

O sea sobre los límites entre un sionismo político y un sionismo integrista o radical, en el sentido de que toda justificación política que se basa en una fundamentación final religiosa (basada en una verdad revelaba y última), no puede entrar en el juego de la política la democracia y el derecho moderno. El 15 de octubre de 1971 en el diario Le monde Golda Meir dice “Este país existe como realización de una promesa hecha por el propio Dios. Sería ridículo pedirle cuentas sobre su legitimidad”.

 Otro primer ministro, Menahem Beghin, en una declaración de 1978 en Oslo habla sobre la legitimidad bíblica“Esta tierra nos fue prometida y nosotros tenemos el derecho sobre ella”. También dice Beghin en su libro -The revolt: story of the Irguen- “Eretz Israel será devuelta al pueblo de Israel. Toda entera y para siempre”. “Si el oscurantismo rabínico triunfa en Israel, es porque la mística sionista no tiene de coherente más que la referencia a la religión mosaica. 

Suprimid los conceptos de Pueblo elegido o de Tierra prometida y el fundamento del sionismo se hunde. 

Es así como los partidos religiosos fundamentan paradójicamente su fuerza en la complicidad de los sionistas agnósticos”.

Uno de los grandes objetivos del sionismo es crear un nuevo judío, un judío que sea un sujeto de su propia historia y no un objeto de la historia. Este judío tiene que emanciparse (creando su propio Estado), conquistar su tierra añorada y saber no solo defenderse, sino crear un ejército agresivo capaz de conquistar y fortificarse en Eretz Israel (Tierra de Israel).

 En palabras de Haim Weizmann, unos de los líderes sionistas:“la vieja moralidad tradicional del sionismo está siendo erosionada; una tendencia al militarismo y a la admiración por lo castrense, un flirteo trágico, inútil y de ningún modo judío con el terror, la distorsión del papel puro y defensivo de la Haganá.”. Este se refiere claramente que está siendo erosionada la identidad judía religiosa, convirtiendo a la identidad judía a la vez en una identidad nacional, en el peor sentido del nacionalismo. 

En el caso del Estado de Israel, un Estado colonialista y guerrero, algo muy distinto a la predica religiosa judía. En este sentido se puede decir que el sionismo secularizo y nacionalizó al judaísmo.

Podemos entender a la empresa de Theodoro Herzl y otros intelectuales sionistas, como gradualista, en cuanto al logro de su objetivo último, a saber: lograr la colonización total de Palestina y la expulsión de todos los árabes-palestinos allí residentes, para la creación de un solo Estado logrando imponer una mayoría poblacional judía. Empresa que llega a su cenit en el año 1967 con la guerra de los Seis Días por ellos así nombrada; esta nominación simboliza la marcada superioridad militar israelí.

El proyecto sionista de ocupación y conquista continua hasta hoy en día gracias a las políticas de conquista de tierras llevas a cabo por los llamados colonos israelíes (grupos radicales). Estos grupos tienen la concepción que toda tierra que vayan ganando les pertenece. 

A la vez estos asentamientos sobre Cisjordania (territorio palestina con ocupación y administración militar israelí) son cada vez más y están protegidos por el gobierno de Israel. 

Constituyéndose esta política en evidencia de que el objetivo sionista (contrario a la legislación internacional) continua extendiendo las fronteras de Israel hasta los límites bíblicos, expulsando y robándole las tierras a los palestinos o recluyéndolos en campos de refugiados y guetos, estableciendo un estado étnico-religioso, racista y excluyente.

 Al Estado de Israel no debería llamársele una democracia, sino una etno-cracia, dado que son considerados ciudadanos con derechos los judíos y no los palestinos.

Por otra parte, en el mundo árabe se genera un proceso inverso al del pueblo judío, en la medida en que el problema árabe no fue la persecución de ellos en tierras foráneas sino la de un mundo sometido en su territorio, primero por el Imperio Otomano y luego de la primera guerra mundial por las potencias coloniales, Gran Bretaña y Francia. 

Con lo cual en vez de la colonización de tierras (como el pueblo judío), lo que busca es la descolonización de sus tierras mediante los procesos revolucionarios de liberación nacional. 

El punto de contacto con la nación judía es que los árabes también son una nación (identidad etno-lingüística) es busca de su emancipación; pero el sionismo va a significar para los árabes un nuevo elemento representante de la ocupación sufrida durante tanto tiempo por ellos; ya que la liberación deseada por los sionistas implica la ocupación de las tierras de Palestina y la expulsión de los palestinos de sus tierras.

Para seguir develando el mito sionista de Palestina como “…una tierra sin pueblo” y su consecuente nueva historia y significación, nos cuentan un grupo de investigadores sobre la historia de los territorios palestinos: “La tierra Palestina dio origen a una de las más antiguas de todas las civilizaciones.

 Siglos antes de que las primeras tribus hebreas migraran al área, “Palestina creó una cultura excepcional. 

En este período, por lo que sabemos se construyeron en Palestina las primeras aldeas permanentes que la humanidad ha conocido”…”Jericó es la ciudad continuamente habitada más antigua del mundo”…”es un de las grandes ironías de la historia que a mediados del s.XX … Palestina haya desaparecido del mapa del mundo.”

El mito israelí del “abandono” de los palestinos de su tierra en 1948

Hasta 1947 la política sionista se basaba en la represión de los ataques perpetuados por los palestinos; a partir del 10 de marzo de 1948 la política sionista y luego el Estado de Israel comienza a implementar un plan de limpieza étnica.

 En seis meses “se había desarraigado a más de la mitad de la población nativa de Palestina (cerca de ochocientas mil personas), destruido 531 aldeas y vaciado once barrios urbanos”.

El mito israelí habla de un -traslado voluntario- de miles de palestinos que decidieron abandonar temporalmente sus hogares ciudades y aldeas a causa de la guerra contra los ejércitos de los países árabes vecinos que querían destruir el naciente Estado judío. 

Según la versión oficial “No hubiera habido problema de refugiados –escribió el ex director general del Ministerio de Relaciones Exteriores Walter Eytan- si los Estados árabes no hubieran iniciado la guerra en 1948, y si no les hubieran ordenado que abandonaran sus hogares”. 

Gracias al trabajo de historiadores palestinos como Walid Khalidi se pudieron recopilar memorias y documentos acerca de lo sucedido al pueblo palestino, lo que permitió recuperar la historia que Israel había intentado ocultar y cambiar. 

Y a partir del trabajo de los llamados nuevos historiadores israelíes, que lograron tener acceso a archivos militares israelíes, demostraron que era falso el abandono de los palestinos de sus tierras por decisión propia, ya que confirmaron expulsiones y expropiaciones masivas de aldeas, masacre y todo tipo de atrocidades (saqueos, violaciones, envenenamiento de suministro de agua).

Drazen Petrovic en su libro “Limpieza étnica” define a la misma como “una política bien definida de un grupo particular de personas para eliminar sistemáticamente de un territorio dado a otro grupo de personas por razones de origen social, étnico o religioso. 

Una política semejante es violenta y, con frecuencia, se conecta con operaciones militares. Se considera que ha de llevarse a cabo por todos los medios posibles, desde la discriminación hasta el exterminio, e implica violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional”.

 Este concepto está fuertemente asociado a lo sucedido en la ex Yugoslavia, sin embargo encaja perfectamente para explicar los hechos ocurridos en territorio palestino desde 1948.

Petrovic asocia la limpieza étnica con el nacionalismo y la creación de nuevos Estados-nación; en estos nuevos Estados los dirigentes políticos encargan la ejecución de la limpieza étnica a los militares. 

Vamos a ver que lo que explica Petrovic es exactamente lo que pasó y pasa en Israel. 

Y además se nota la importancia del lugar en la sociedad que ocupan los líderes militares en cuanto que los generales responsables de las expulsiones y masacres más exitosas luego pasaron y pasan a ocupar generalmente el cargo de primer ministro de Israel.

Distintos autores, entre estos Petrovic, distinguen entre las masacres que son parte de un genocidio, las cuales son premeditadas, y las masacres imprevistas “que son consecuencia directa de la incitación al odio y la venganza que acompañan a la directriz general de llevar a cabo una limpieza étnica que proviene de los estamento más altos”.

 “Las operaciones pueden verse acompañadas de masacres, pero cuando éstas se producen no forman parte de un plan genocida: son una táctica clave para acelerar la huida de la población destinada a ser expulsada”.

Para el desarrollo de su proyecto los sionistas necesitaban la creación de un poderoso ejército para proteger al creciente número de enclaves y colonias judías en Palestina. 

Para tal motivo en 1920 es fundada la Haganá (defensa en Hebreo) justamente como su nombre lo indica para defenderse.

 Sin embargo con el paso del tiempo las fuerzas británicas (Palestina estaba bajo Mandato británico) les enseñaron a los sionistas a realizar acciones de ataque contra las aldeas y ciudades palestinas. 

“En junio de 1938 las tropas judías probaron por primera vez lo que significaba ocupar una aldea palestina”. 

Ya para la guerra de 1948 las fuerzas judías contaban con 50.000 soldados, de los cuales 30.000 eran tropas de combate; y poseían fuerza aérea, una marina, tanques, artillería pesada, y una tropa bien entrenada.

Para 1940 se había construido gracias al trabajo de expertos un archivo cartográfico con todos los datos e información sobre todas las aldeas palestinas.

 El “expediente de las aldeas” incluía datos sobre localización, vías de acceso, fuentes de agua, fuentes de ingreso, afiliación religiosa, nombres de los jefes, hostilidad hacia el proyecto sionista, composición sociopolítica, individuos que habían matado judíos, y muchos otros datos más. 

Uno de los miembros de la Haganá, Moshe Pasternak, que participo de este proyecto recordaba“Teníamos que estudiar la estructura básica de la aldea árabe…y la mejor forma de atacarla. En las escuelas militares había aprendido cómo atacar ciudades europeas modernas, no aldeas primitivas de Oriente Próximo…teníamos que hallar cuál era la mejor forma de acercarnos a la aldea desde arriba o de entrar en ella desde abajo”.

 La recolección de estos datos era cada vez más detallada y con una marcada orientación militar. Este proyecto de recopilación de información de las aldeas también contó con una aldea, Shefeya, que fue base de entrenamiento y preparación de informantes y espías, que se entrenaban practicando el idioma árabe y las costumbres de los palestinos. Muchas de esas aldeas inspeccionadas eran las que después iban a ser destruidas y sus habitantes expulsados. 

Para tal motivo también se confeccionaron listas de personas buscadas para asesinar según ciertos criterios: participación en el movimiento nacional palestino, lazos con el líder del movimiento, haber participado en acciones contra los británicos y sionistas.

Los sionistas aprovecharon el momento oportuno para poder ocultar su plan de limpieza étnica (masacres, expulsión y expropiación masiva) bajo otro suceso que lo encubriera, ese momento ideal fue bajo el pretexto de la guerra de 1948; pudieron lograr su plan de limpieza ya que no necesitaron emplear todas sus fuerzas en la guerra contra los ejércitos de los países vecinos, no sólo porque eran superiores militarmente y habían neutralizado a la Legión Árabe (con un acuerdo) sino porque la ejecutaron antes del comienzo de la guerra“Casi la mitad de las aldeas árabes habían sido atacadas para la época en la que los gobiernos árabes finalmente decidieron enviar sus tropas al país”. Momento ideal para crear confusión, deformar la historia y crear una nueva, creando un mito.

Tenían claro que la construcción del Estado judío se lograría solo por la fuerza, primero gracias a la legitimación de su Estado con el plan de partición de la ONU que ignoraba la composición étnica en Palestina, y luego con la limpieza étnica cometida contra los palestinos por el ejército israelí mediante el Plan Dalet que tenía el objetivo de expulsar sistemáticamente a los palestinos de su patria.

La Consultoría fue la organización sionista que dirigió la limpieza étnica y la creación del Estado de Israel. Esta fue un aparato extra oficial creado por Ben Gurion con la cual debatía abiertamente sus intenciones, para luego tomar las decisiones estratégicas para llevar adelante (por la fuerza) un Estado exclusivamente judío. 

Las reuniones de la Consultoría se llevaban a cabo en la casa del líder sionista y en la Casa Roja, en ella participaban especialistas en asuntos árabes y los jefes de las milicias sionistas.

 Hay que recordar que a causa del rechazo de los palestinos de la resolución 181, para Ben Gurion “el futuro Estado judío no tiene fronteras territoriales” y estas “se determinaran por la fuerza y no por la resolución de partición”.

La estrategia sionista se basaba en lograr la desintegración del sistema político y militar palestino, y en aprovechar la oportunidad histórica de crear el Estado judío ya que el mundo árabe no respondía a las agresivas iniciativas judías; y que en el plano internacional fueron apoyados tanto por la impericia de la recién creada ONU (para lograr la paz y supervisar la partición) como por el apoyo del mandato británico y las negociaciones del lobby judío en EE.UU. que impidieron la intervención de estos en el conflicto, ya que los especialistas en asuntos árabes sabían que se estaban violando los derechos de los palestinos.

Un gran paso hacia el cumplimiento del objetivo sionista fue la negociación (con el Rey Abdullah) y acuerdo secreto con Jordania acerca de cómo se iban a repartir el territorio; con esto se consiguió neutralizar al ejército más fuerte del mundo árabe (La Legión Árabe, ejército preparado por los británicos), sin este el mundo árabe no tenía la capacidad de impedir el plan sionista. Los jordanos reclamaban que la fértil y cultivada Cisjordania les pertenecía (los sionistas no tenían problemas en que se quedaran con ese territorio) y también Jerusalén oriental (territorio por el cual luego en realidad iban a tener que luchar).

El objetivo sionista de desarabizar Palestina (limpieza étnica) fue llevado a cabo por la dirección de Ben Gurion y la Consultoría, y con la acción en territorio de la Haganá, el Palmaj (unidad especial de la Haganá), el Irgún (desprendimiento de la Haganá), y la banda de Stern (desprendimiento del Irgún). Todos ellos fueron los responsables de infundir terror a los palestinos mediante acciones violentas y masacres en las aldeas y ciudades (una campaña de intimidación sistemática que comenzó en diciembre de 1947), con el fin de que los nativos huyeran de su tierra. 

A los sionistas no les importaba que los palestinos tuvieran una actitud pasiva y no quisieran enfrentarse a ellos y de alguna manera aceptaran la presencia del otro colonial como les había sucedido a lo largo de su historia. Ben Gurion sabía bien esto y se lo expresó a la Agencia Judía “Creo que la mayoría de las masas palestinas aceptan la partición como un hecho consumado y no creen que sea posible superarla o rechazarla…

La enorme mayoría de ellos no quiere pelear contra nosotros”. Ni siquiera les importaba que palestinos y judíos convivieran pacíficamente, trabajando en pos de mejorar su economía.

Una de las mejores tácticas de la dirigencia sionista fue plantar en el subconsciente de los judíos un escenario apocalíptico diciendo en público que se venía un segundo holocausto (aunque sabían que ellos poseían la supremacía militar) y retratando a los palestinos y árabes como nazis, para así lograr el fuerte rechazo hacia los palestinos y lograr la legitimación de la agresividad que se necesitaba para expoliar y expulsar al pueblo nativo a través de la violencia militar. 

Este discurso de Ben Gurion era para el público y no para los dirigentes sionistas ya que sabía de la potencia militar que poseía; en febrero de 1948 le dijo al ministro de Relaciones Exteriores Moshe Sharett “seremos capaces no sólo de defendernos sino también de infligir golpes letales a los sirios en su propio país y tomar Palestina en su totalidad. No tengo ninguna duda al respecto. 

Podemos hacer frente a las fuerzas árabes. Esta no es una creencia mística sino un cálculo frío y racional fundado en un examen práctico”.

Para los planes sionistas “únicamente un Estado con al menos un 80 por cien de población judía puede ser viable y estable”, y como para lograrlo no era suficiente con la inmigración judía, fue que Ben Gurion (un año antes de la resolución 181) explicó a la Agencia Judía el principio de la limpieza étnica “podemos arrestarlos o expulsarlos; lo mejor es expulsarlos”.

 Los planes de la Consultoría, de expulsión de palestinos y sustitución por colonos judíos, se extendieron pronto al resto de las organizaciones judías; una vez trasmitidos estos tuvieron un rápido respaldo como en el caso del Comité de Defensa (órgano oficial), uno de los representantes del partido de judíos ultraortodoxos (Agudat Israel) comentó “Se nos ha dicho que el ejército tenía la habilidad de destruir una aldea por completo y expulsar a todos sus habitantes; pues bien, ¡hagámoslo!” .

En la primera aldea que se probó el plan de limpieza fue Balad al Shaykh (diciembre de 1947) que estaba ubicada por los alrededores de Haifa. El Alto Mando de la Haganá decidió saquearla y masacrar a una parte importante de su población. Mientras que en un barrio de Haifa (Wadi Rushmiyya) decidieron utilizar otra metodología, expulsaban a la gente de sus casas y luego hacían volar a estas por los aires.

 Para Gurion estaba claro que “Cada ataque ha de terminar en ocupación, destrucción y expulsión”. La política de la expulsión incluía la construcción de asentamientos judíos, con el fin de ir conquistando tierras para agrandar el futuro Estado judío más allá de los límites del plan de partición. 

El mandato británico que era el responsable del cuidado de los palestinos no solo no intervino para frenar el plan de limpieza en ningún momento sino que además de retirarse de Palestina, colaboró con los sionistas con mucha información burocrática que poseían por la administración del mandato.

Continuando con las técnicas generadoras de terror y miedo, ya para febrero de 1948 los sionistas comenzaron con bombardeos pesados (mediante obuses) sobre zonas rurales palestinas muy pobladas, como así también prendiendo fuego los campos y casas de los palestinos con un lanzallamas. 

En este contexto también hubo un proyecto para generar un arma que cegara a las personas, la unidad biológica que dirigía Katzir le informó a Ben Gurion “Los resultados son buenos. Los animales no mueren (sencillamente quedan ciegos). Podemos producir 20 kilogramos diarios de esta sustancia”.

La primera aldea que se limpió entera fue Qisarya en febrero de 1948 (1500 habitantes productores agrícolas), sólo se tardó unas horas, y en el mismo día se pudieron limpiar cuatro aldeas más. A partir de aquí las limpiezas y masacres fueron sistemáticas, incluso en lugares donde judíos y palestinos trabajaban conjuntamente.

El Plan Dalet, el plan de limpieza étnica

El Plan Dalet (marzo de 1948) fue el plan final para la expulsión de la población de todas las aldeas de la Palestina rural y algunos centros urbanos. Su nombre oficial fue plan Yehoshua. Llevó el nombre de Plan D ya que se habían diseñado otros planes para la toma del Estado del mandato, uno en 1937 y dos en 1946 (planes que fueron los A, B y C).

Según el Plan Dalet “Estas operaciones pueden llevarse a cabo de la siguiente manera: ya sea destruyendo las aldeas (prendiéndoles fuego, volándolas y poniendo minas entre los escombros) y en especial aquellos asentamientos que resulta difícil controlar de forma constante; o bien organizando operaciones de peinado y control según estas directrices: se rodea a las aldeas, se realiza una búsqueda dentro de ellas. En caso de resistencia, las fuerzas armadas deben ser liquidadas y la población expulsada fuera de las fronteras del Estado”(Pappé, 2011, pág. 67).

Las aldeas que eligió la Consultoría fueron porque estaban en lugares estratégicos según las áreas que los sionistas pretendían para la constitución de su Estado. De esta manera el país quedó dividido en zonas de acuerdo al número de brigadas, estas recibieron “una lista de las aldeas o barrios que había que ocupar, destruir y vaciar, con fechas exactas”.

 Resultado del plan: destruidas 531 aldeas y 11 barrios urbanos (la mayoría con topadoras para no dejar registros de la civilización nativa), expulsados de sus tierras 800.000 nativos, masacres de civiles, y la creación del Estado de Israel con mayoría de judíos.

La primera operación del Plan Dalet fue la Operación Najsón. Esta fue el modelo de las operaciones siguientes: expulsiones rápidas y masivas de zonas densamente pobladas por árabes donde se encontraban o establecían colonias aisladas de judíos. Esta operación se distinguió por ser la primera vez que las distintas fuerzas militares judías actuaron en conjunto como una única fuerza.

El 9 de abril de 1948 sucedió la masacre de Deir Yassin, una aldea pastoril que tenía un pacto de no agresión con la Haganá, pero que lamentablemente se encontraba en los territorios que pretendían los sionistas, por lo cual y para no tener responsabilidad oficial se mandó a las tropas del Irgún y de la banda de Stern.

 En este pueblo se logró crear un estado de pánico ya que fue penetrada por fuego de ametralladora, fueron asesinados más de 100 aldeanos a sangre fría, entre estos unos 30 bebes, y mujeres violadas antes de ser asesinadas “una advertencia a todos los palestinos de que un destino similar les aguardaba si se negaban a abandonar sus hogares y marcharse”.

El resto de los aldeanos terminaron huyendo con lo que tenían puesto, luego sus pertenencias fueron saqueadas por los soldados. Fahim Zaydan por entonces de 12 años relata como mataron a su familia “Nos llevaron uno detrás de otro; dispararon a un anciano y cuando una de sus hijas gritó, le dispararon a ella también. Luego llamaron a mi hermano Muhammad, y le dispararon en frente de nosotros, y cuando mi madre, que llevaba a mi hermana Hudra en sus brazos, pues todavía estaba amamantando, se arrojó sobre él llorando, también le dispararon”. 

Antes de irse los soldados también les dispararon a varios niños entre los que estaba Zaydan, que sobrevivió de milagro.

A partir de esta masacre, los palestinos sabían muy bien que cuando se acercaban las tropas judías (el plan, sus operaciones y las masacres continuaron hasta enero de 1949) tenían dos alternativas, o huir o ser aniquilado. Sabían que era verdad cuando por medio de alta voces se les instaba a abandonar la ciudad antes de que fuera demasiado tarde. 

Toda esta historia oral y de archivos recabada por expertos demuestra y deja en claro que en realidad los palestinos no abandonaron sus hogares, y que la formación discursiva de los sionistas sobre el “abandono” fue en realidad la creación de un mito, el intento de crear una nueva historia falsa, ocultando y deformando la historia real que fue la limpieza étnica, masacre y saqueo al pueblo nativo de Palestina.

Bibliografía

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Acerca del Autor: Federico Anceri, es sociólogo de la U.B.A. y miembro del equipo docente del IPESCoM (CGCyM). 

Foto principal: ©Angel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

Federico Anceri

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