No sabemos todavía hasta cuánto Moscú esté dispuesto a perder en la crisis ucraniana, lo que si ya sabemos que es lo que ni siquiera se molestó en discutir Crimea y Sebastopol.
Ambos enclaves son geoestratégicamente vitales para Rusia, no solo para su presencia, en el Mar Negro, sino que cruzando Dardanelos y el Mar de Marmara, le permite acceder al Mediterráneo y vía canal de Suez al Mar Rojo y el Golfo Pérsico.
Por eso ya la mítica península se ha convertido en parte de la Federación Rusa.
El presidente Vladímir Putin, el primer ministro de Crimea, Serguéi Axiónov, el jefe del parlamento, Vladímir Konstantínov y el jefe de la ciudad de Sebastopol, Alexéi Chali, tras vertiginosos referéndum, han firmado, con toda la solemnidad del caso, este martes un tratado bilateral para integrase a la Federación Rusa.
El acuerdo contempla celebración de elecciones en septiembre de 2015 y la adquisición de la nacionalidad rusa, hasta entonces, las autoridades actuales de Crimea seguirán ejerciendo el poder.
El pataleó de la Unión Europea, los Estados Unidos y hasta de Japón, las amenazas de sanciones, quita de visas, congelamientos de cuentas y alguna otra declamación oportunista suenan a los oídos del Kremlin como rugidos de lauchas.
Sin dudas tiene más posibilidades Ucrania de pasar a conformar parte de Rusia, que nuevamente Moscú vuelva a perder esos dos enclaves fundamentales sobre el Mar Negro.
Washington, sabe muy bien, que echar a Rusia, a partir de hoy, fuera de Crimea, diplomáticamente es imposible y militarmente, sin su presencia plena, absurdo. Enviar solo al ejército ucraniano sería una matanza inútil, por ello quizás tengamos que prepararnos para una guerra de cuarta generación.
Quizás nuevamente el Departamento de Estados use a los viejos yihadistas que combaten en Siria, a los siempre activos chechenos, los neofascistas que ha recolectado de todas las cloacas de Europa y tan buen resultados le dieron en las protestas de Kiev, además de las omnipresentes compañías de mercenarios como Blackwater.
Como sea, la primera víctima del conflicto, en este caso, no será la verdad, que ya ha sido bien difundida, pero si el pueblo ucraniano y de inmediato otros muchos europeos. Si Rusia corta el gas que exporta a Ucrania el 58% de lo que usa y a la Unión Europea un 66%, el colapso sería inaudito.
Todavía el gas ruso exportado a la UE atraviesa Ucrania, pero Kiev perderá ese lugar central a partir de los gasoductos que Rusia ha construido el Nord Stream, finalizado en 2011, que llega hasta Alemania por el Mar Báltico y el South Stream, que se terminará de construir en 2015 y pasando por el Mar Negro, Bulgaria, Austria e Italia.
La Unión Europea se encuentra muy envalentonada por creer que le ha arrancado al oso ruso, el gran granero europeo y podrá colocar bases de la OTAN a tiro de piedra de Moscú. La única que parece no creerse el cuento que el senador ultra conservador norteamericano John McCain fue a vender a Kiev y el resto de Europa es la canciller alemana Ángela Dorothea Merkel, que mira con resignación franciscana el hato de inútiles que la Segunda Guerra Mundial le ha dejado de socios.
Viaje a tartarus
Crimea tiene unos dos millones de habitantes, de los cuáles cerca del 60 por ciento son rusos, el 24 % ucraniano y el 12 por ciento tártaros, estos últimos musulmanes de la escuela hanafí de adscripción sunní y con una larga tradición anti rusa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los tártaros de Crimea se unieron a las tropas nazis, para combatir las hordas rojas, por lo que Josef Stalin, en 1944, con su bonhomía tan peculiar, ordenó la deportación de casi doscientos mil tártaros de Crimea a las Repúblicas de Uzbekistán, Mari y Kazajstán fundamentalmente.
En 1980 cerca de un cuarto de millón de tártaros, pudieron retornar a Crimea terminando lo que se conoció como el Sürgün (exilio en turco y tártaro de Crimea)
Los activistas tártaros de Crimea reclaman el reconocimiento del Sürgün como genocidio.
En cambio en Sebastopol, la ciudad más grande de Crimea, el 70% de la población es rusa; el 22%, ucraniana; y la presencia tártara es insignificante.
Los ultraderechistas de Ucrania occidental han amenazado con enviar a la región, contingentes que no tardaría en iniciar una limpieza étnica contra los crimeos de origen ruso, que fue lo primero que intentó detener Moscú. Para Kiev, los tártaros serían la mano de obra para iniciar desmanes dentro de Crimea.
El gobierno golpista de Kíev, comenzará muy pronto a aplicar las recetas del Fondo Monetario Internacional, sin todavía saber en realidad con cuanto apoyo cuenta en todo el país. Lo que profundizara la crisis económica que vive Ucrania gracias a la corruptela de los gobiernos que se sucedieron desde la caída de la Unión Soviética.
Quizás las calenturientas cabezas de los golpistas como Yury Noyeby del partido Svoboda (“Libertad”) derechista, quien admitió haber utilizado como excusa la oferta de la UE, solo para ir contra Rusia y el Sektor Derecho, fascistas, como gran solución a los problemas vayan a una intentona suicida contra Rusia.
Ilusionados que sus nuevos amigos de Occidente, con un Rin Tin Tin negro a la cabeza venga a su ayuda.
Ciertos sectores de Ucrania ha tenido una importante tradición fascistas, si recordamos a los partidarios de Stepan Bandera, “banderovski”, que primero fueron colaboracionistas de los nazis y luego financiados por la CIA establecieron una guerra de guerrilla contra la URSS hasta que fueron exterminados en los años cincuenta.
Como para entender mejor la conflictividad de la situación y la cantidad de factores que interviene en esta crisis hay que mencionar que Ucrania tiene la tercera comunidad judía de Europa y la quinta del mundo, lo que hace que Israel, este participando activamente junto a los esforzados neonazis y fanáticos yihadistas para destrabar la situación.
Es difícil pensar que Estados Unidos, más allá de su diatriba democrática, pueda intervenir realmente en esta cuestión de forma directa, sin duda está abasteciendo al ejército ucraniano de armas y logística, pero sabe que junto a Rusia esta China y entre ambos pueden llegar a quebrarlo económicamente.
Esta misma tarde en una base del ejército ucraniano en Simferópol capital de Crimea se ha producido un confuso altercado que dejó a un soldado de Kiev muerto y otro herido.
Quizás esto no sea más que el inicio de una escalada de violencia, en procura de prensa y apoyo de occidente.
Los antiguos griegos llamaban “tartarus” al infierno, cuando aparecieron por occidente esta etnia los europeos creyeron ver en ellos a los habitantes de aquel infierno griego.
Quizás algo haya de aquel “tartarus” en estos tiempos que vienen.
http://www.pajarorojo.info/2014/03/ucrania-y-los-rugidos-de-lauchas.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+PajaroRojo+%28P%C3%A1jaro+Rojo%29