La semana pasada conocíamos el informe sobre violencia contra las mujeres realizado por la Agencia de los derechos fundamentales de la Unión Europea.
Los datos, estremecedores, sin embargo ya los conocíamos.
Recuerdo algunos: en el último año, 13 millones de mujeres sufrieron violencia física en los 28 estados miembros, 3,7 millones fueron violadas y nueve millones de mujeres fueron víctimas de acoso.
A lo largo de su vida, 62 millones de europeas, es decir, una de cada tres, ha sufrido violencia física o sexual -la encuesta recoge datos a partir de los 15 años así que se queda fuera toda la violencia sufrida por las niñas-.
Prácticamente la mitad, 47% ha sufrido violencia psicológica por parte de su pareja y son 102 millones de mujeres las que han sufrido acoso sexual.
La mayoría de las víctimas, alrededor del 70% no denuncia esta violencia.
Las conclusiones del informe señalan que, como la mayoría de las mujeres no recurre al sistema judicial ni a otros servicios, se pone de manifiesto que las necesidades y los derechos de millones de mujeres europeas no se abordan en la práctica actualmente.
Los periódicos españoles han sacado otra conclusión: que hay más violencia en el norte de Europa que en el sur y que en España, no estamos tan mal.
Mis conclusiones difieren un poco.
La primera es que el estudio solo revela lo que hace ya mucho tiempo que sabíamos, que es muy difícil encontrar alguna mujer que no haya sufrido a lo largo de su vida algún tipo de violencia masculina.
Que hay muchísimo interés en destacar que en los países más igualitarios hay más violencia contra las mujeres porque eso desarticula todo el discurso de la igualdad como prevención de la violencia.
Sin embargo, es falso.
La propia percepción de la violencia tiene que ver con la desigualdad y sería un absurdo pensar que las mujeres finlandesas, españolas, maltesas o chipriotas, tienen el mismo concepto de lo que es violencia sexista.
La tercera, que la impunidad se extiende: las mujeres no denuncian y las autoridades no actúan de oficio -ni siquiera en los países que, como el nuestro, hay una Fiscalía especializada-. La cuarta, que en la violencia de género no hay culpables.
“Las mujeres mueren”, como dice la prensa española, nunca hay asesinatos ni asesinos.
La quinta que solo hay víctimas.
Todo el mundo conoce a alguna mujer que ha sufrido violencia pero nadie conoce a ningún maltratador.
En violencia de género, donde por definición los agresores, acosadores, violadores y asesinos son hombres, éstos nunca aparecen.
Y la última, que otros cuantos millones de mujeres y hombres estamos hartos de diagnósticos que solo producen un efecto anestesiante y ninguna reacción.
Vale, las mujeres europeas somos golpeadas, insultadas, violadas y acosadas por millones ¿y ahora, qué se supone que van a hacer nuestros gobernantes?
PD. El informe es consecuencia de la iniciativa del denostado Ministerio de Igualdad como también lo es que España esté destacada en el trabajo de sensibilización y lucha contra la violencia de género.
La valorada Ley Integral es consecuencia del trabajo del movimiento feminista español pero de todo este trabajo saca pecho la ministra Ana Mato -no nos podemos conformar, ha dicho- y el gobierno de Rajoy -presidente inédito en la materia, parece que estas víctimas no le incomodan-.
Un gobierno que ha derogado de facto la Ley Integral, ha eliminado la prevención y la sensibilización, ha recortado en un 28% el presupuesto contra la violencia, ha sacado hasta el término en su reforma del Código Penal y ha dejado sin asistencia a miles de mujeres víctimas al eliminar las competencias de los Ayuntamientos…
Pero esa es otra historia.