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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CXIX): “Morir en Trelew”



La “masacre de Trelew”, llevada a cabo por oficiales de la Marina de guerra el 22 de agosto de 1972 en la base naval “Almirante Zar”, en la que fueron brutalmente asesinados 16 patriotas revolucionarios, puso al descubierto la verdadera esencia de la Dictadura; más allá de su anunciada retirada y su proclamado “respeto a las instituciones”.

En realidad, fue el comienzo de una práctica, sugerida a los ejércitos latinoamericanos por el Pentágono, para frenar los procesos de cambios profundos que ponían en cuestión la hegemonía de las clases dominantes.

El “Terrorismo de Estado” era, según los teóricos del imperialismo, la única forma de evitar que en el Continente surgiera una “nueva Cuba”.

Frente al ascenso en el país del movimiento popular, que ya no sólo pretendía el restablecimiento de la democracia y el regreso del General al país, sino que cuestionaba el poder, el partido militar apela a estos procedimientos, por los que, como diría el Contralmirante Mayorga “la Armada no tiene que dar ninguna explicación”.

Este caso difería de los secuestros y “desapariciones forzadas” de militantes revolucionarios, que se habían producido desde el golpe militar de junio de 1966, entre los que estaba el de nuestro hermano Luis Pujals, atribuibles, en todos los casos, a personal de las llamadas “fuerzas de seguridad” o a la policía política del régimen.

Se trataba de una estrategia contrarrevolucionaria, aplicada por los Estados Unidos en Vietnam, Laos y Camboya y por Francia en Argelia y trasmitida a los oficiales de las fuerzas armadas de todo el Continente, en los cursos dictados en la llamada “Escuela de las Américas”.

El repudio popular fue unánime. Todos los sectores políticos sin excepción condenaron el hecho e incluso, en algunos casos, ofrecieron los locales partidarios para velar a los caídos.

Pese a la prohibición del gobierno castrense, los velatorios, en los que participaban miles de compatriotas, se transformaron en escenario de fuertes confrontaciones con la policía; que trataba de impedir los mismos.
La CGT de los Argentinos convocó a un paro con abandono de tareas para el 25 de ese mes al que se sumó, cumpliendo directivas del General, la central que encabezaba José Rucci.

Más de 80 explosivos fueron colocados en todo el país por comandos de las organizaciones armadas que integraban los asesinados.

Nosotros, en nuestro “pequeño lugar en el mundo”, hicimos nuestro aporte, al mismo tiempo que comenzamos a organizar un acto, en homenaje a los caídos, con la consigna, que se transformó en bandera del movimiento popular: “la sangre derramada no será negociada”.

En la vecina ciudad de Santa Fé se llevó a cabo el velatorio y la inhumación de los restos del “petiso” Alejandro Ulla; uno de los fundadores del Ejército Revolucionario del Pueblo, al que había conocido en una visita que hiciera a Paraná.

Lo había traído Susana para que nos informara de las conclusiones del V Congreso del PRT.

Recuerdo que tenía un gran sentido del humor y le sorprendía nuestro alineamiento en el peronismo, al mismo tiempo que le parecía formidable que impulsáramos la unidad, en la lucha, de los revolucionarios peronistas, cristianos y guevaristas.

El cortejo, con los restos de nuestro compañero, atravesó toda la ciudad. A su paso y, en señal de respeto, los comercios cerraban sus puertas y miles de santafesinos arrojaban flores; al mismo tiempo que coreaban consignas en repudio a la Dictadura asesina.

En las cercanías del Club Unión, carros de asalto de la policía, intentaron apoderarse del furgón que llevaba el cadáver, por lo que se produjeron duros enfrentamientos con los asistentes; que impidieron que los represores lograran su objetivo.

La Federación Universitaria del Litoral había dispuesto un paro general y el Consejo Superior de la Universidad Nacional, recientemente conformado, dio a conocer una declaración en la que condenaba el crimen.

Agustín Tosco, encarcelado en la cárcel de Rawson, recordaba este día trágico con un mensaje. que nosotros difundimos en nuestra zona.

En el mismo consignaba “… Fueron horas de intenso dramatismo a medida que nos llegaban las noticias, trasmitidas por el lenguaje de los mudos, que daban cuenta del asesinato de nuestros compañeros. Todos estábamos encaramados y tomados de los barrotes cruzados de las ventanas de las celdas… Había rostros enmudecidos, otros lloraban con profundo dolor y rabia y daban vivas a cada uno de los caídos, a las organizaciones guerrilleras, a la clase obrera, a la revolución y a la Patria…”

Y continuaba describiendo la reacción, al interior de la cárcel “…A la noche se preparó un homenaje simultáneo en los seis pabellones ocupados por los presos políticos. Espontáneamente cada uno relataba aspectos de la vida, de las convicciones, de la personalidad de los caídos… Luego, a voz en cuello, se gritó el nombre de cada uno y cada vez se respondía, en forma vibrante y unánime: Presente. Hasta la victoria siempre”.

Trelew sepultó definitivamente el intento del dictador Alejandro A. Lanusse de aparecer cómo la expresión de una corriente “democrática” al interior del Ejército y, al mismo tiempo, aceleró los planes dirigidos a llevar a cabo elecciones generales, en los primeros meses del año próximo.

Perón, por su lado, se sumó a las voces de condena, decidiendo que el Movimiento y su expresión electoral el Frente Justicialista de Liberación -FREJULI- aceptara la proscripción de su nombre para encabezar la fórmula que participaría en los comicios, inclinándose por un candidato que le asegurara que mantendría la conducción.

Por su parte, en la nación transandina, por decisión del “compañero Presidente”, los seis integrantes del “Comité de Fuga “ que lograron ascender al avión que los traslado a Santiago, junto con los compañeros que tomaron la aeronave Alejandro Ferreyra, Víctor Fernandez Palmeiro y Anita Wiessen y el que manejaba el vehículo en el que ascendieron en el penal para trasladarse al aeropuerto -uno de los fundadores de las FAR- Carlos Goldenberg, el 25 de agosto abordaron un avión de Cubana de Aviación, enviado por Fidel Castro, que los trasladaría a la Isla de la Libertad.

Alicia Eguren, Gustavo Roca y Eduardo Luis Duhalde los acompañaron. Luego, cuándo los invitamos a los dos primeros a participar en el acto que organizamos en Paraná, nos contaron lo emocionante que fue la partida.

Horas antes de la misma el “Robi” había tenido una larga conversación telefónica con sus padres y sus hijas compartiendo el dolor por la muerte de su compañera -Ana María Villarreal “Sayo”- asesinada en la base naval.

Al mismo tiempo recibió la visita de una de las hijas de Salvador Allende que le entregó una pistola que le enviaba de regalo este, con un mensaje en el que manifestaba que si bien no coincidía con la lucha armada, sentía un gran reconocimiento por su persona al que consideraba un digno émulo del Che.

En ese contexto se intensifica la lucha por la libertad de los presos políticos, se profundizan los conflictos que tienen como actores a los trabajadores y comienza el proceso preelectoral; al mismo tiempo que se anuncia el regreso del “Viejo”, luego de casi 18 años de exilio.

En estos días, en que la Argentina vivía horas decisivas, en la patria de Artigas el presidente Pacheco Areco convoca a las Fuerzas Armadas para reprimir al Movimiento de Liberación “Tupamaros”, intensifica la censura de prensa, reprime al movimiento obrero y clausura locales de los partidos de izquierda.

¿Cuales fueron los debates al interior del movimiento revolucionario frente al llamado a elecciones?

 ¿De que forma participamos en el regreso de Perón al país?

 ¿Cómo se preparan las clases dominantes frente al nuevo escenario y como se preserva el partido militar?


Manuel Justo Gaggero (especial para ARGENPRESS. info)

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