Cuando el 29 de octubre del recién despedido año 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas sancionó por 22º año consecutivo, y casi por unanimidad, una resolución presentada por Cuba que exige el fin del bloqueo económico y comercial de Estados Unidos a la Isla, al embajador Ronald D. Godard le tocó la triste misión de formular el discurso llamado a justificar el enorme desprecio a la voluntad internacional opuesta a esta forma de genocidio que practica el gobierno de su país contra su vecino del Sur.
En un esfuerzo por no repetir las tradicionales mentiras sobre violación de los derechos humanos, complicidad con el terrorismo, alianza con enemigos de su país, u otras falacias desprestigiadas, Godard decidió recurrir a medias verdades manipulables. Manifestó, por ejemplo, que gracias a decisiones en la política exterior de Estados Unidos su país es hoy uno de los principales socios comerciales de Cuba.
Aseguró el representante estadounidense que en 2012 su país fue un importante suministrador a Cuba de alimentos y exportó casi 465 millones de dólares en productos agrícolas, instrumentos médicos, medicinas, y artículos humanitarios.
Citando cifras oficiales cubanas, indicó también que, pese al “embargo”, las remesas familiares a Cuba desde Estados Unidos superaron el pasado año los dos mil millones de dólares; EE.UU. se convirtió en 2012 en el sexto país emisor de turistas hacia la Isla y el flujo de estadounidenses a Cuba se duplicó en los últimos seis años, con un incremento progresivo respecto a 2007 cuando llegaron a la isla apenas 40,521.
Dijo que el incremento de la cifra de turistas estadounidenses, sin incluir a los cubanos residentes en Estados Unidos que viajan a la isla para visitar a sus familiares, dio un salto de 25 000 viajeros el año pasado, colocando a Estados Unidos en el sexto lugar, tras Canadá, Inglaterra y Alemania, y tan sólo a pocos miles de viajeros de Italia y Francia, superando a Argentina, Rusia, España y México. Las visitas de los cubanoamericanos también han aumentado desde que en 2009 el gobierno de Washington flexibilizó sus viajes y en 2012 sumaron 475,936 viajeros.
Según la versión del discurso de Godard que difundieron los diversos medios dedicados por el gobierno estadounidense a atacar a Cuba, aunque las leyes del bloqueo estadounidense prohíben el turismo comercial a Cuba, en enero de 2011 el gobierno de Barack Obama flexibilizó algunas regulaciones, permitiendo visitas por motivos académicos, religiosos, culturales o deportivos mediante licencias otorgadas a ciudadanos estadounidenses para esos viajes a Cuba por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro.
Con tales datos, fríamente descontextualizados, el diplomático Godard pretendió atenuar las culpas por el semicentenario genocidio a base de las fachadas eufemísticas que siempre han tenido las agresiones de la superpotencia contra Cuba.
Por ejemplo, la supuesta autorización de exportar alimentos a Cuba es solo una ventana en el bloqueo resultante de una fuerte campaña del lobby agrícola de EEUU, aliado con organizaciones humanitarias que consideran una crueldad negar medicinas y alimentos. Y no puede llamársele comercio porque Cuba no puede exportar nada a cambio, el transporte obligatoriamente lo pone el vendedor y las operaciones se hacen en condiciones desiguales, sin crédito, con pago por adelantado y al contado.
Los turistas estadounidenses de que se habla no son tales, ya que las restricciones que les impone la OFAC para obtener los permisos los sitúa en la condición de emisarios del sistema “people to people”, llamados a influir en sus anfitriones cubanos a favor de “un cambio de régimen hacia la democracia”, riesgo que los cubanos están dispuestos a asumir a cambio de que los visitantes descubran la verdad de lo que les dicen los medios corporativos sobre Cuba. Adicionalmente, a esos visitantes norteamericanos las reglas del bloqueo les prohíben acceder a playas y a otros lugares y diversiones propias del turismo sano que Cuba les ofrece en abundancia.
Sobre las remesas familiares, sépase que cuando los países industrializados afirman que las remesas de los inmigrantes de los países subdesarrollados a sus familias constituyen una “ayuda al desarrollo” en verdad enmascaran una cruel forma de explotación del Sur por el Norte que a los países desarrollados, en aras de sus abyectos intereses, no les conviene perjudicar.
Nada, que el bloqueo comercial y financiero, la prohibición a sus ciudadanos de hacer turismo verdadero en la Isla, las limitaciones en las remesas y tantas otras acciones contra la existencia de un vecino socialista e independiente estarán siempre llamadas al fracaso. Una cordial y respetuosa política de buen vecino es la única alternativa. Enero 1º de 2014.