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MIAMI — Jenny Aguilar transpira y pide que le alcancen un algodón con alcohol para evitar desmayarse tras cinco días en huelga de hambre para pedir que su pareja, que reside en el país sin autorización, salga en libertad.

Está sentada y se la ve sin fuerzas, cansada, casi sin aliento para hablar. La hondureña de 40 años lleva desde el sábado en huelga de hambre y asegura que no ha comido ni bebido nada y no lo hará hasta que el mexicano Jesús Barrera esté libre.

“Necesito alcohol, estoy vomitando (saliva). No quiero que me levanten de aquí. Me pase lo que me pase, no quiero que me levanten de aquí. Quiero irme con mi esposo”, expresó la mujer que realiza su acción al inicio de la estrecha calle que lleva al Centro de Detención de Krome, donde está detenido Barrera, también en huelga de hambre.

“Jesús es una persona más que buena. No tiene récord criminal en 26 años (que lleva viviendo en Estados Unidos)… Quiero demostrar al mundo lo que estamos pasando, esta injusticia, no nos están apoyando con una reforma (migratoria) para que todo el mundo tenga un estatus legal”, expresó la mujer, que reside legalmente en el país.

Néstor Yglesias, portavoz de la Policía de Inmigración y Aduanas (conocida como ICE por su nombre en inglés), dijo que Barrera se convirtió en un fugitivo después que un juez ordenó su deportación en 1998.

Indicó también que había sido condenado anteriormente por haber vuelto a Estados Unidos en 1988, ya que fue deportado y posteriormente volvió a ingresar al país.

“Como fugitivo de inmigración y un criminal condenado, el señor Barrera es una prioridad para ICE y permanecerá detenido hasta que un juez de inmigración falle sobre su última moción de reapertura de su caso”, expresó en un correo electrónico enviado a la AP.

El reclamo de Aguilar y Barrera tiene lugar en momentos en que las deportaciones han alcanzado un récord anual de 400.000 personas durante el gobierno de Barack Obama, a pesar de que el presidente ha expresado que las repatriaciones deben estar focalizadas sobre todo en criminales y personas que representen un riesgo para la comunidad.

Obama prometió desde su campaña para asumir su primer mandato presidencial, hace cinco años, una reforma migratoria integral que permita legalizar a cerca de 11 millones de personas que viven sin autorización en el país. Pero el Congreso se ha negado hasta ahora a aprobar esa reforma.

En su discurso del Estado de la Unión del martes, Obama pidió a los legisladores que aprueben la reforma, pero no se refirió a las deportaciones. Los activistas le reclaman al presidente que firme una medida ejecutiva que frene las deportaciones, tal como benefició tiempo atrás a los jóvenes que llegaron de niños.

Barrera, que tiene dos hijos estadounidenses de un matrimonio anterior y junto con Aguilar es propietario de un pequeño vivero en la vecina ciudad de Homestead, fue detenido por agentes de inmigración a mediados de enero, después de haber llamado a la policía para denunciar que habían pagado 600 dólares para comprar plantas y el vendedor no se las quería entregar ni devolver el dinero.

El mexicano llegó a Estados Unidos en 1986 con un permiso de trabajo temporal como agricultor, pero se quedó más tiempo del permitido, explicó Aguilar. Algunos años después fue deportado en ausencia por no haber acudido a una cita en una corte de inmigración. En todos estos años no cometió delitos penales, ha pagado impuestos y se ha esforzado trabajando en la reparación de aparatos de aire acondicionado y más recientemente como propietario de su vivero, dijo Aguilar.

Su abogada, Clarisse Carbonell, afirmó que Barrera no tiene antecedentes penales, califica para una amnistía de trabajadores agrícolas de 1987-88, y para beneficiase de una ley que concede la cancelación de las deportaciones a quienes han vivido más de 10 años en el país, tienen buen carácter moral y pueden demostrar que su partida representaría un dolor extremo para familiares cercanos, como sus dos hijos de 17 y 19 años.

“Cuando lo arrestaron yo había pedido ya que revisaran el caso y (los agentes) lo ignoraron y se lo llevaron… dijeron que no podían liberarlo” porque ya estaba arrestado, explicó Carbonell en comunicación telefónica con la AP.

Aguilar, mientras tanto, permanece en una precaria tienda de campaña ubicada en las inmediaciones de Krome, en un sitio donde no hay electricidad ni baños, al otro lado de una calle bordeada por un canal de agua donde suelen aparecer cocodrilos y culebras. Por las noches duerme acompañada de su hijo mayor, de 16 años. Durante el día suele acompañarla Nora Sándigo, directora de la organización de ayuda a inmigrantes Fraternidad Americana.

Tras escuchar las noticias, José Perales, de 19 años, se enteró que su tío estaba encarcelado y acudió a ver a Aguilar.

“El siempre ha sido muy buena gente con nosotros, siempre nos ha echado la mano”, expresó sobre Barrera.

THE MIAMI HERALD

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http://www.elnuevoherald.com/2014/01/29/1667471/miami-hondurena-reclama-liberacion.html#storylink=cpy

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