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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Mandel y Broué defienden la contrarrevolución

 
 
Este fragmento es muy apropiado de algunas cuestiones que han de ser consideradas desde el punto de vista de la militancia sandinista, así como la naturaleza reaccionaria de todo lo que huele a trotskismo:

1. En uno de los pasajes del libro testimonial, «La montaña es algo más que una inmensa estepa verde» del comandante Omar Cabezas, se refiere que una de las lecturas habituales de Henry Ruiz (Modesto) era la «Economía política» del contrarrevolucionario trotskista e ideólogo-economista pequeñoburgués Ernest Mandel, más tarde este contrarrevolucionario sería invitado por la dirigencia del FSLN para que diera una lectura al respecto de lo que acontecía en Nicaragua en los ochentas lo que significa que no solo Henry bebía del trotskismo. 
 
Mandel manifestó que apoyaba el proceso sandinista, por considerarlo genuinamente «socialista» y aplicado según los caracteres particulares nacionales. Es decir, la dirigencia sandinista (toda) se encaminó a un eclecticismo total que le llevó a aproximarse a figuras internacionales de la reacción antimarxista-leninista.
 
 Obsérvese que en Nicaragua nunca se aplicó socialismo, tampoco hubo una verdadera intencionalidad de ir al socialismo; sencillamente después del triunfo de la revolución armada, la colaboración con la burguesía se intensificó hasta que resultó en la reconstrucción del Estado burgués, el parlamentarismo burgués, la democracia burguesa, el electoralismo, la partidocracia y en el campo económico se manifestó en la economía mixta, en esta la propiedad del Estado -lo que se llamó Área de Propiedad del Pueblo- estaba en torno al 41% del total de los medios de producción, es decir, el Frente, con la burguesía, pactó y formuló las bases de la restauración de la dictadura de la burguesía bajo otros aspectos.

2. En lo particular siento un profundo aprecio por la figura del Comandante en Jefe Carlos Fonseca Amador, el acierto de su dialéctica, el estudio del momento histórico, su dirigencia acertada en lo concerniente a la lucha antisomocista-antiimperialista como etapa inicial en la construcción del socialismo; no obstante considero que su discurso en la etapa de liberación nacional -siendo un marxista-leninista- fue demasiado flexible, quizá si hubiese sobrevivido hubiese demostrado que aquel discurso unitarista solo era de utilidad en aquella etapa y que luego del triunfo ya no tendría razón de ser, pero murió y todo lo que se diga al respecto de un posible desempeño posterior al triunfo es mera conjetura. 
 
Lo cierto es que esa flexibilidad en el discurso permitió que anidaran dentro de la organización individuos de todo pelaje , tanto entre los que continúan estando dentro del FSLN como los que se fueron; aunque todos han deformado y entorpecido el proceso sandinista hasta deformarlo totalmente. Uno de los resultados de esa flexibilización de lo teórico fue que se minimizó el enfrentamiento entre las fuerzas revolucionarias marxistas-leninistas y la reacción trotskista-menchevique.

3. Y esta es la pregunta: ¿ Qué hacia la dirigencia sandinista tratando de congraciarse o de atraer, y de hecho lograr afinidad y solidaridad, de parte de ideólogos funcionales de la «cuarta internacional» profundamente antisocialistas, antimarxistas, e incluso abiertamente enfrentados contra todo movimiento de liberación nacional y pro imperialistas?

4. Permítase concluir pues no puedo dejar de mencionarlo en estas líneas las afirmaciones de un «ideólogo» pequeñoburgués-burgués de las filas sandinistas, pues solo alguien en extremo patético, sin la menor idea de lo que escribe o sobre lo que escribe, o un demagogo de primera y manipulador profesional, puede llegar a afirmar que: «(...) Stalin como Trotsky hicieron aportes valiosos a la teoría revolucionaria (...) sus deformaciones no están vinculadas con formulaciones teóricas que ellos hayan hecho (...)» No se puede decir tanta estupidez en tan pocas palabras, y demostrar en las mismas que se desconoce absolutamente el histórico enfrentamiento entre el leninismo y el trotskismo, este último emanación del menchevismo... 
 
Una lucha que Stalin heredaría y tubo que librar, pero que vivió su más álgidos momentos en tiempos de Lenin.
 
http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com/2013/12/mandel-y-broue-defienden-la.html

El documento:

Por Harpal Brar

El trotskista belga Mandel, conocido por su antimarxismo y su economismo vulgar, defendió por más de dos décadas que sin una contrarrevolución violenta el capitalismo no se podría haber restaurado en los países socialistas. 
 
Según su razonamiento, el socialismo no se hallaba amenazado más que por el peligro de la burocracia, que debía ser combatida por un sistema multipartidista que diera al socialismo un carácter más democrático. 
 
A finales de 1989, sobre el movimiento contrarrevolucionario en Timișoara, que terminó con el asesinato de Ceaușescu y su mujer, Helena, Mandel fue aun más lejos que los medios de propaganda occidentales, denunciando los horribles crímenes stalinistas de Timișoara, que finalmente se descubrió que no habían tenido lugar.
 
 La prensa imperialista hablaba de 70.000 a 100.000 muertos, de fosas comunes y otras fantasías que resultaron ser completamente inventadas. La verdad, que la mayoría de los 700 muertos reales fueron asesinados por el ejército, no por la «Securitate», no fue revelada hasta más tarde en pequeñas columnas de las páginas interiores de los diarios.

Sobre el movimiento contrarrevolucionario en la RDA, Mandel escribe «Disfruto viendo lo que ocurre en Berlín. 
 
El movimiento antisocialista es realmente débil.» Dio la bienvenida a la contrarrevolución llegando a afirmar que «Todo lo que Trotsky siempre deseó puede convertirse ahora en realidad» (Dans Humo, 21/12/89) ¡¡En los círculos trotskistas, así como en los imperialistas y burgueses, Gorbachov, Yeltsin y Trotsky son considerados revolucionarios, mientras que Stalin y los bolcheviques son reaccionarios!!

Merece la pena reproducir los puntos de vista de Mandel, considerado uno de los teóricos de la IV internacional, sobre el programa de restauración del capitalismo diseñado por Gorbachov. En una entrevista con un periodista del New Times, se le preguntó «¿No es cierto que Mijaíl Gorbachov define la Perestroika como una revolución?» a lo que Mandel contesta «sí, así es, y esto es muy positivo. 
 
Nuestro movimiento defendió esto durante 59 años y era caracterizado de contrarrevolucionario. Hoy la gente de la URSS y gran parte del movimiento comunista internacional se están dando cuenta de quienes eran los contrarrevolucionarios.» (No. 38, 1990, edición francesa) En el mismo diario Belga que ya he citado, Mandel se posiciona sobre esta cuestión diciendo que «el reformista Yeltsin defiende la tendencia que propone reducir el tamaño del Estado. 
 
Por lo tanto puede afirmarse que sigue las huellas de Trotsky» (21 de marzo de 1990) Estas fantásticas declaraciones del trotskista Mandel, que le agradecemos de corazón, nos facilitan considerablemente el trabajo de denunciar al trotskismo como una ideología antirrevolucionaria, anti-comunista y antibolchevique.
 
 Por una vez Mandel tiene toda la razón: Gorbachov, Yeltsin y Trotsky tienen la misma fisonomía política: Los tres defienden la restauración del capitalismo. Mandel había caracterizado con anterioridad al monárquico reaccionario lituano Skharov como un miembro de la «izquierda radical» y al movimiento burgués nacionalista de Lituania Sajudis como parte de «la democracia nacionalista popular.» (Imprecor, no 285, 3 de Abril de 1989)

Todos los trotskistas sin excepción se alinearon a favor del movimiento contrarrevolucionario de la CIA y el Vaticano «Solidaridad» de Polonia, aplaudiendo su ascenso al poder, en nombre de la lucha trotskista contra la burocracia estalinista.

El trotskista francés Broué, del que ya hemos hablado anteriormente, celebra los movimientos contrarrevolucionarios en Europa del este, y atribuye correctamente a Trotsky parte de la inspiración ideológica de estos movimientos. 
 
«Las peticiones de estos movimientos de obreros y jóvenes son las mismas que las defendidas por Trotsky en su programa de 'revolución política': democracia, libertad de partidos, destrucción de la burocracia estatal, sindicatos 'libres', libertad electoral y de crítica, final de los crímenes contra los derechos humanos, castigo a los responsables de estos crímenes, derechos de reunión, manifestación, y la creación de una prensa libre, y por tanto estimulante.» (op. Cit. p943)

El trotskismo y la contrarrevolución checoslovaca

El trotskista belga Ernest Mandel dio la bienvenida a los acontecimientos del 12 de Enero de 1990 por considerarlos «el acceso de cientos de millones de hombres y mujeres de los países del Este a la vida política.» (Imprecor, no 300, 1990 p.8) 
 
El significado de esta descerebrada afirmación quedó claro apenas diez meses más tarde, cuando tuvieron que reconocer que «según Petr Uhl solo hay unos pocos miles, o quizá unos pocos cientos de militantes del foro cívico a niveles regionales y locales.»
 
 «El movimiento estudiantil, que fue muy activo en los eventos de Noviembre de 1989, ha desaparecido» en Checoslovaquia, el «acceso a la vida política» al que Mandel se refería tan líricamente, ocurrió mientras las masas seguían los dictados del foro cívico, claramente contrarrevolucionario y dirigido por Havel, conocido agente de la CIA. Sobre este tema Pavel Pechacek, de la sección checa de la famosa Radio Europa Libre, financiada por la CIA, afirma que «nosotros siempre jugamos un papel importante. 
 
Según el líder de las revueltas estudiantiles en Bratislava, fue Radio Europa Libre la que encendió la llama. Siempre tuvimos estrechos contactos con Havel, Carnogurski y Dienstbeir, que hoy son miembros del gobierno, y durante años trabajaron para nosotros como corresponsales independientes.»

Esta fue la gente –los Havels y los Pechaceks- que «llevaron a las masas a la vida política» checoslovaca. Con pleno conocimiento de que el foro cívico luchaba por la vuelta al capitalismo, que Václav Klaus, presidente del foro desde Octubre de 1990 y principal consejero de Havel, era un admirador de Milton Friedman y Hayek, los dos economistas burgueses más admirados por Reagan y Thatcher, y su compromiso con la «economía de mercado» –sabiendo todo esto Mandel declaró a un periódico financiero Belga el 21 de Marzo de 1990 que «la transición al modelo occidental es posible, pero no es el caso en la URSS ni en Checoslovaquia.» (The Financieel Ekonomische Tijd, 21/03/90)

Trotskismo o Leninismo

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