Las hipótesis se multiplican sobre las razones que han llevado al desencadenamiento de una nueva crisis en Turquía mediante el estallido de un escándalo financiero que podría hundir, en esta ocasión, al primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.
El orgullo y la arrogancia de que ha dado muestras el primer ministro turco parece estar ahora fuera de lugar.
Su mentor, Fethullah Gülen, un sabio religioso que vive en EEUU y es propietario de un imperio mediático y educativo, ha estado en el origen de la filtración de informaciones sobre los supuestos vínculos con la corrupción de algunos próximos de Erdogan.
Sin embargo, a Gülen no le han gustado las formas un poco autoritarias de su ex discípulo y el hecho de que el anteriormente desconocido Erdogan haya hecho tabla rasa de su pasado con el movimiento de Gúlen debido a su creciente poder y su amplia popularidad.
Gülen, un producto de los think tank estadounidenses y profesor de universidad en Pennsylvania, no habría podido actuar solo si no hubiera recibido la luz verde de los estadounidenses.
Sería, pues, EEUU el que habría puesto a disposición de Gülen informaciones vinculadas al tema de la corrupción en ambientes próximos al primer ministro turco con vistas a provocar su caída ¿Pero por qué actuar contra un activo que estaba dispuesto a ofrecer a Siria en una bandeja de plata a EEUU?
Según algunas fuentes, es EEUU el que está dispuesto a sacrificar al hermano musulmán Erdogan con el fin de hacerse perdonar por su aliado saudí que se halla actualmente muy encolerizado contra Washington al que acusa de haberle traicionado.
Erdogan podría convertirse así en el precio por el acuerdo nuclear firmado entre Washington y Teherán con la mediación de Omán. Cabe recordar aquí que el régimen saudí detesta a los Hermanos Musulmanes tanto como a Irán.
Los Hermanos Musulmanes aceptan las elecciones y el juego parlamentario, mientras que los wahabíes mantienen una mentalidad cerrada y dictatorial cuando no manifiestamente antidemocrática.
Sin embargo, el odio saudí contra Erdogan no se circunscribe a una divergencia ideológica. Riad reprocha a Ankara su “ayuda eficaz” a Irán para burlar las sanciones occidentales.
La salvaje animosidad del régimen de la familia Al Saúd contra Irán se manifiesta en diversos escenarios, como en Iraq, el Líbano, Palestina, Yemen y Afganistán, sin olvidar Siria.
Arabia Saudí cree que los intereses económicos turcos y las buenas relaciones que Erdogan ha venido manteniendo con Irán -a pesar de la crisis siria- han amortiguado la presión de las sanciones sobre ese país.
Esta actitud turca ha contribuido además a que los iraníes puedan llevar a cabo progresos notables a pesar de las sanciones.
Este reproche es también compartido por EEUU, que cree que Erdogan ha permitido a Irán utilizar los canales bancarios turcos para contornear las sanciones.
De este modo, había que castigar a Erdogan. Este hecho resulta, sin embargo, curioso en un momento en el que los estadounidenses dicen haber firmado un acuerdo nuclear con Irán, que debería permitir, en principio, un levantamiento de las sanciones contra ese país.
El nombre de tres iraníes ha salido a la luz en el actual escándalo dirigido contra el gobierno de Erdogan.
Se trata de empresarios que, según algunas fuentes, han contribuido a contornear las sanciones.