Pablo Gonzalez

Paradójica postulación saudita al Consejo de Derechos Humanos


La monarquía de Arabia Saudita tomó la histórica decisión de habilitar el voto de las mujeres a partir de 2015, pero mientras endurece los controles para impedirles conducir automóviles.
La incongruencia fue ilustrada con ironía en una viñeta publicada en un periódico.

En ella se muestra a un grupo de mujeres vestidas con burka haciendo fila para sufragar en Riyadh, y a un agresivo funcionario que les dice: “Tenemos un pequeño problema. 
Necesitamos su licencia de conducir como identificación”.

El único país del mundo en el que las mujeres no tienen permitido conducir se postula para ocupar un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con sede en Ginebra, para un periodo de tres años a partir de enero de 2014.

Las elecciones para los cuatro lugares vacantes en el grupo de Asia Pacífico están previstas para el 12 de este mes en la Asamblea General de la ONU. Los cinco candidatos en carrera son China, Jordania, Maldivas, Vietnam y Arabia Saudita.

Desde que Riyadh rechazó el mes pasado su designación para ocupar un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad, comenzó a especularse con que pudiera ocurrir lo mismo si el país es para integrar el Consejo de Derechos Humanos, de 47 miembros.

Sin embargo, Adam Coogle, de la organización Human Rights Watch (HRW), dijo a IPS: “Nuestro equipo en Ginebra ha hecho consultas y al parecer nadie ha oído que Arabia Saudita vaya a rechazar el puesto. Obviamente eso no significa que no pueda ocurrir, pero no podemos hacer comentarios en este punto”.

Suad Abu-Dayyeh, de la organización Equality Now, dijo a IPS que Arabia Saudita, como muchos otros países, necesita hacer sustanciales mejoras para proteger los derechos humanos, en particular de las mujeres y niñas.

“Los abusos a derechos humanos fundamentales, como la falta de una edad mínima para el matrimonio y la prohibición de que las mujeres conduzcan, han sido bien documentados y son muy dañinos”, señaló.

Todos los días, la seguridad de las mujeres sauditas depende de la buena voluntad de sus guardianes varones, que limitan su libertad de movimiento. 
Esto debe cambiar en forma urgente, subrayó.

Hay señales de que Arabia Saudita ha dado pasos tentativos para atender esta situación, pero debe hacer mucho más, insistió.

“Exhortamos al reino a que aproveche todas las oportunidades para avanzar hacia un cambio en el trato a las mujeres y niñas”, indicó.

Hace dos semanas, cientos de mujeres desafiaron al gobierno saudita conduciendo automóviles por las calles del país. Según informes, la policía detuvo a varias y las instó a no volver a tomar el volante en el futuro.

El jeque Mohammad al Nujaimi, clérigo musulmán saudita, advirtió que la campaña por el derecho de las mujeres a conducir podía arruinar matrimonios, disminuir la tasa de natalidad, propagar el adulterio, causar accidentes de tránsito y generar un “gasto excesivo en productos de belleza”.

El Examen Periódico Universal, al que el Consejo de Derechos Humanos somete a cada país miembro de la ONU, puso la semana pasada bajo la lupa la situación en Arabia Saudita.

Coogle se quejó de que el aporte de Riyadh a esa investigación fue mínimo. Apenas entregó unas declaraciones preparadas que no respondían a las detalladas críticas que se le formularon.

“Arabia Saudita consideró el Examen Periódico como una obligación diplomática de rutina, no como una oportunidad para comprometerse con una reforma que necesita urgentemente”, señaló.

HRW describió en un comunicado una lista de violaciones de derechos humanos cometidas por ese país.

En lo que va del año, Riyadh ha condenado a siete activistas de la sociedad civil por delitos como “tratar de distorsionar la reputación del reino”, “quebrantar la fidelidad al gobernante” y “crear una organización no autorizada”.

Joe Stork, subdirector de HRW en Medio Oriente, señaló que, si bien hay problemas en muchos países, “Arabia Saudita se destaca por sus grados de represión extraordinariamente altos y por no cumplir sus promesas ante el Consejo de Derechos Humanos”.

“En particular, debe mejorar su arbitrario sistema penal, abolir la práctica de la tutela masculina sobre las mujeres y anular los aspectos discriminatorios de su sistema de patrocinio a trabajadores extranjeros, que los hace vulnerables al trabajo forzado”, indicó una declaración de HRW.

Riyadh tampoco adoptó las recomendaciones que había recibido durante la última revisión del Consejo de Derechos Humanos, en febrero de 2009.

HRW insiste en que Arabia Saudita debe firmar y ratificar tratados y acuerdos clave de la ONU.

Estos son el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, y la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares.

Hillel Neuer, director ejecutivo de la organización UN Watch, con sede en Ginebra, ilustró así la paradoja ante la que se encuentra la ONU: “Investir a Arabia Saudita como juez mundial de los derechos de las mujeres y de la libertad religiosa sería como designar a un piromaníaco como jefe de bomberos”

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