Pablo Gonzalez

Nicaragua: ¿Manipulación religiosa?

El cardenal Miguel Obando y Bravo
da la Santa Comunión al presidente
de Nicaragua Daniel Ortega
En los años 80 hubo hostilidad del gobierno hacia la Iglesia Católica que además sufría la división de la “iglesia popular”. 
Fue una etapa dolorosa que terminó mediante el Proceso de Paz y Reconciliación Nacional, aunque todavía quedan algunos nicaragüenses –de uno y otro lado- que guardan rencores, no logran confraternizar con todos, o al menos viven permanentemente con desconfianza. 
Digo esto por ciertos comentarios sobre varias acciones del gobierno actual que algunos consideran manipulación religiosa: el eslogan “Nicaragua cristiana…”, altares de la Purísima, celebraciones del Niño Dios, etc.

Manipular implica distorsionar la verdad y causar un perjuicio, y aunque evidentemente hay un interés político de por medio no veo ninguna distorsión de la verdad ni tampoco perjuicio alguno para la fe católica, por lo cual no creo que estemos ante una manipulación religiosa.
 Sabemos que en los 80, en el contexto de aquellas confrontaciones, hubo manipulación religiosa y ataques a la Iglesia; seguramente por eso hoy, en un contexto diferente, algunos todavía ven las cosas con mucha suspicacia.

El actual gobierno tiene excelentes relaciones con el Vaticano.
 Es uno de los escasos seis gobiernos del mundo que respaldan la posición católica contra todo aborto voluntario, algo muy importante para la Iglesia; y también se opone al matrimonio homosexual defendiendo el concepto católico de familia. 
Las relaciones con la Conferencia Episcopal son normales. Nuestros obispos pastoralmente nos dan orientaciones sobre

principios y valores del Evangelio y promueven el bien común, sin ser avaladores ni opositores al gobierno; no lo defienden ni atacan pues es a los laicos a quienes corresponde realizar política partidista.

La Conferencia Episcopal no ha condenado como manipulación ni “autorizado” ni “desautorizado” lo que algunos ven como tal. Seguramente porque no se requiere “autorización eclesiástica” para decirse cristiano ni para celebrar la Purísima o la Navidad, así lo hagan los particulares o el gobierno.
  La Conferencia Episcopal nunca ha aprobado ni desaprobado oficialmente algo cuando no es realmente necesario. 
Por ejemplo, nunca se ha pronunciado sobre “Halloween”, la comercialización de la Navidad, la sustitución del Niño Dios por Santa Claus o los excesos que se dan en las fiestas patronales. Hay cosas que no ameritan su pronunciamiento por evidentes o intrascendentes.

Todos podemos comprobar que las Purísimas organizadas por el gobierno son masivamente concurridas. 
Son multitudes las que disfrutan sin ninguna discriminación de esos altares, cantos, rezos, luces y obsequios que se dan como parte de la festividad católica y típica nicaragüense. 
Igualmente son bien recibidos por la población los regalos de Navidad que la tradición acostumbra, el parque de diversiones gratuito para los niños y la decoración de las ciudades; especialmente son apreciados por los pobres que gozan de diferentes maneras estas festividades.

En cuanto al eslogan de “Nicaragua cristiana…” recordemos que el término “cristiano” es universalmente aplicado en diversos sentidos, como “civilización cristiana” o “valores cristianos”, no necesariamente como “religión cristiana”. 
A propósito, la Constitución no establece un “Estado laico”, sino que “El Estado no tiene religión oficial”. 
¡Es muy diferente! No prohíbe que el gobierno participe de festividades religiosas.

Aunque haya un interés político, ¿por qué oponernos a cosas que resultan en beneficio del pueblo y no atentan contra nuestra religión?
 Igualmente, cuando las casas comerciales hacen sus promociones navideñas, ¿no existe acaso un interés comercial?
 ¿Acaso las condenamos por eso? 
 ¡Debemos ver estas cosas con una óptica diferente a la de los años 80! 
Más bien como cristianos contribuyamos a superar lo que aún queda de un pasado de odio, intolerancia, polarización y guerra. 
No seamos políticamente extremistas. 
Opongámonos a lo malo, no a todo.


NOTA: He ilustrado este artículo con la fotografía del cardenal Obando dándole la comunión al presidente Ortega, pues tiene un gran valor periodístico e histórico, y conociendo que hay muchos que califican de hipócrita la actitud del presidente, y la del cardenal como una traición a su propia conciencia. 
Otros lo consideran un testimonio de arrepentimiento, reconciliación nacional y de acogida de la madre Iglesia a un hijo que regresó. 
Por mi parte, no puedo juzgar las conciencias de las personas, ¡solo Dios! 
El Señor Cardenal, a quien tanto le debe Nicaragua, merece mi respeto.

http://adolfomirandasaenz.blogspot.com/

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