Pablo Gonzalez

Dependencia de la salvación



Es alucinante pensar que la supuesta "verdad" sobre Dios depende de interpretaciones tan subjetivas como irracionales de unos cuantos "expertos" en descifrar la mente de Dios. 
 
Pero, más curioso es que, por una parte, se afirme saber cuál es esa voluntad divina y, por otra, que se diga que "los caminos del Señor son inescrutables" o que "la mente del Señor es inalcanzable".

Esa ambigüedad ha hecho posible dirigir a las masas por parte de las jerarquías eclesiásticas, domeñándolas como rebaño ingenuo. 
 
Así, si se pregunta por la voluntad de Dios se responde: "doctores tiene la Iglesia", pero si se pregunta algo que es incomprensible ante los ojos de la razón, como es el problema del mal, se contesta con la ya señalada evasiva ya citada acerca de la inescrutabilidad de los caminos de Dios.

De esa forma, los dirigentes de la Santísima Iglesia acomodan sus interpretaciones –que valen tanto para un roto como para un descosido- a sus intereses espurios, manejando a su antojo toda la masa de creyentes aplicando tácitamente el "haz lo que yo digo, pero no lo que hago".

Da pánico pensar que nuestra vida eterna está en manos de unos intérpretes que no se ponen de acuerdo entre ellos.
 
 ¿Os imagináis qué sucedería si en pleno vuelo comercial supierais que quienes pilotan el avión no son pilotos, sino dos simples ciudadanos que leen el manual de instrucciones del avión e interpretan cada uno por su lado el modo como se maneja el aparato?

¿Acaso no es infinitamente más importante la felicidad eterna que la vida terrenal?
 
 Curioso es que para manejar un avión se tenga que pasar por un largo período de formación en el que se incluyen pruebas tanto físicas, intelectuales, científicas como psicológicas; mientras que para interpretar la mente de Dios, cualquiera pueda hacerlo y decir que "su interpretación" es la Verdad. Es de locos.

Pero toda esa parafernalia se hace más bochornosa cuando leemos en el Catecismo:

50 Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Cc. Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.

En el siguiente artículo se nos dice cuál es el medio para conocer la Verdad: Cristo; o eso parece.

51 "Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina" (DV 2).

Sigamos:

52 Dios, que "habita una luz inaccesible" (1 Tm 6,16) quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos (cf. Ef 1,4-5). Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.

Otra vez se afirma que Dios es inaccesible, no obstante Dios quiere comunicar su propia vida divina a los hombres…

¿Hay alguien que entienda eso?

Y todavía no se nos comunica cuál es el método adecuado para entender la Revelación, cuando ya se da por supuesto que se puede entender, eso sí, por "etapas":

53 El designio divino de la revelación se realiza a la vez "mediante acciones y palabras", íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente (DV 2). Este designio comporta una "pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.

Aquí ya nos dice que es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. Y se añade que "En El lo dice TODO". Pues yo no me he enterado todavía.

65 "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. S. Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2.

Si la palabra de Dios es única, perfecta e insuperable, no entiendo cómo es que hay que interpretarla y cómo hay tantas interpretaciones diferentes de la "palabra perfecta".

Pero, el calificativo de "perla" se lo lleva este artículo:

74 Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" ( 1 Tim 2,4), es decir, al conocimiento de Cristo Jesús (cf. Jn 14,6). Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la Revelación llegue hasta los confines del mundo.

Si alguien lo entiende, que me lo explique. 
 
O sea, que Dios quiere que le entiendan, pero el acceso a su Revelación se hace imposible con el solo esfuerzo humano, pero no se dice, entonces, qué hace falta para entender a Dios que, por otro lado, desea ardientemente que lo entiendan.

Pues yo no lo entiendo… 
 

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