Pablo Gonzalez

Mientras Gaza se muere lentamente, la estrategia de dejar pasar el tiempo continúa


Desde que Hamas ganó las elecciones en enero de 2006 —y, sobre todo, después de los enfrentamientos entre Hamas y Fatah y la posterior división entre Gaza y Cisjordania en el verano de 2007—, Gaza ha sufrido un inquietante experimento humano, cuyo peaje no tiene precedentes en la historia de la empobrecida franja.

Los conspiradores son los sospechosos de costumbre, cada uno persiguiendo un conjunto claro de objetivos con el aislamiento y el asedio de Gaza. Israel y EEUU han trabajado sin desmayo para dividir a los palestinos y hacer fracasar todas las oportunidades para formar un gobierno unificado y, con mayor motivo, un proyecto nacional consistente. 
 
Esto ha ayudado a Israel a lograr dos objetivos: culpar a los palestinos por su falta de liderazgo (“no tenemos un socio para la paz”) y el colapso del denominado proceso de paz, por un lado, y la creación de cortinas de humo mientras continuaba con la construcción del muro del apartheid y las colonias en los Territorios Ocupados, por otro.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha asumido el rol del colaboracionista local y ha hecho todo lo que ha estado en sus manos para debilitar a Hamas. EEUU ha garantizado que no se firmará ningún acuerdo de unidad entre Hamas y Fatah, y si tal acuerdo se alcanzara, que nunca será reconocido. Israel realiza incursiones en Gaza de vez en cuando para verificar la capacidad de respuesta palestina, “dar a Gaza una lección” y conseguir que el control de Hamas tenga un precio elevado. 
 
Fatah, partido del presidente de la ANP Mahmud Abas, ha sido corrompido con muchas “ayudas” y privilegios. Sus funcionarios están bien pagados, mientras el resto de los palestinos no tienen apenas ingresos. Según VisualizingImpact.org, los políticos palestinos son los segundos mejor pagados del mundo, por detrás de Kenia, varias veces el PIB per cápita.

Abas, sus colaboradores y los jefes de la seguridad de la ANP no tienen ningún motivo para abandonar este suculento arreglo, sobre todo si la otra opción consiste en renunciar a sus riquezas y abrazar un proyecto de liberación nacional, cuyo coste puede ser demasiado alto para estos privilegiados.

Aislado, carente de experiencia política y sin opciones, Hamas cometió algunos errores graves, sobre todo a raíz de la agitación árabe que prometía cambios, pero que sumergió a toda la región en un caos político con altos riesgos. Hamas se aisló aún más, especialmente después del golpe militar de julio contra el presidente egipcio electo. 
 
A pesar de las grandes presiones, Mohamed Morsi fue mucho más amable con los palestinos de Gaza que su predecesor, Hosni Mubarak, que jugó un importante papel en el experimento de Gaza. Su régimen trabajó diligentemente para conseguir que el bloqueo de Gaza fuera completo y que un movimiento islamista en las puertas de su país no tuviera ninguna opción de ser políticamente viable.

El régimen de Mubarak jugó su papel establecido en el guión y se benefició enormemente de ello. Gracias a sus tenaces esfuerzos por contener a los “islamistas radicales” en Gaza, Mubarak se libró de la falsa cruzada democrática lanzada por el expresidente de EEUU George W. Bush.
 
 Washington no ha tenido en cuenta las numerosas violaciones de los derechos humanos llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad egipcias, la restricción de las libertades y la descarada negación de los derechos fundamentales de los ciudadanos egipcios. 
 
El Congreso de EEUU fue extremadamente indulgente con los abusos del estado egipcio si se lo compara con las violaciones cometidas por otros regímenes, gracias, en parte, a las medidas enérgicas adoptadas con Gaza. 
 
De los cuatro pasos fronterizos que conectan a Gaza con el mundo, Israel ha sellado tres, mientras que Egipto está asfixiando el cuarto y, además, en los dos últimos meses ha destruido todos los túneles que los gazatíes habían construido para contrabandear alimentos y otros bienes básicos.
 
 Se cree que algunos de estos túneles han sido utilizados, también, para introducir armas que los palestinos han utilizado en sus guerras con Israel. Mientras Gaza se muere lentamente, la estrategia de dejar pasar el tiempo continúa. Todas las partes (Israel, EEUU, Egipto y la ANP, así como sus aliados regionales) están coordinando sus esfuerzos para lograr el fin de Hamas y el retorno de la ANP al poder.

En un artículo titulado “Gaza: Crushed between Israel and Egypt”, Jonathan Cook escribió sobre el “juego cínico” que está en pleno apogeo. 
 
El juego consiste en que el ejército egipcio destruya todos los túneles y cierre la frontera de Rafá para que, a su vez, Israel haga la vista gorda ante “la concentración de tropas, tanques y helicópteros de Egipto en el Sinaí, en clara violación del tratado de paz de 1979″, de forma que Gaza dependa de los “favores” de Israel una vez más. 
 
Todo esto está dirigido a “reforzar la imagen de Abas” y presentar la ANP como una opción sana frente a Hamas.

Mientras tanto, en nombre de la “seguridad nacional”, Egipto parece estar planeando algo siniestro. Además de desconectar a Gaza, sus fuerzas navales están atacando y apresando a pescadores palestinos, y sus generales están acusando reiteradamente a Gaza de intervenir en los disturbios del Sinaí. 
 
Uno de los líderes militares más destacados de Egipto, el general Ahmed Wasfi, advirtió a los “yihadistas de Gaza” en el periódico Al Rai de Kuwait, diciendo que “cortaría la cabeza de cualquiera que intente poner en peligro la seguridad de Egipto”.
 
 Poco antes, el ministro egipcio de asuntos exteriores, Nabil Fahmy, amenazó con lanzar una guerra contra Gaza. Más recientemente, el diario israelí Jerusalem Post citó a una destacada fuente egipcia que comentaba a la agencia de noticias Maan, con sede en Gaza, que “el ejército egipcio ha planeado ataques militares contra objetivos específicos de la Franja de Gaza en el caso de que la seguridad en la península del Sinaí se deteriore”. 
 
Según dicha fuente, “los aviones egipcios de reconocimiento habían fotografiado los potenciales objetivos”.

Ha llegado el momento de la venganza para los conspiradores. 
 
Las guerras de Israel contra Gaza no han conseguido erradicar a Hamas ni a los grupos de la resistencia de la franja. Las políticas del palo y la zanahoria de EEUU también han fracasado, como lo han hecho la mayor parte de sus políticas en Oriente Medio desde la invasión de Irak, o incluso antes. 
 
En cuanto a Abas, su credibilidad está en su punto más bajo y la única razón por la que permanece en el cargo es que a Israel le interesa que siga.
 
 Pero desde el derrocamiento del gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto, se han renovado los esfuerzos, esta vez con la participación de todas las partes.

En los últimos tiempos, se ha hablado cada vez más de la existencia de un nuevo movimiento “popular” en Gaza cuyo objetivo es derrocar a Hamas.
 
 El movimiento sigue el modelo de las protestas del 29 de junio en Egipto, las cuales dieron paso al golpe militar encabezado por el general Abdul Fatah Al Sisi. 
 
Hamas ha dicho que se han desarticulado en Gaza varias células vinculadas con los servicios de inteligencia egipcios. Están convocadas protestas para el próximo mes.
 
 “El rival político de Hamas, Fatah (…) está probablemente detrás del nuevo movimiento de protesta”, ha afirmado Cook.

Es cierto que Hamas está ahora más débil que nunca, por lo que existe una oportunidad para que sus muchos enemigos se muevan. 
 
Pero no se trata solo de Hamas. El objetivo final es remodelar la Franja de Gaza, el corazón de la resistencia palestina, y convertirla en una extensión de la ANP, con sus bien pagados funcionarios.
 
 Si se logra este objetivo, será a costa no solo de Gaza, sino de todos los palestinos.

Traducción: Javier Villate

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