Pablo Gonzalez

La Ciudad y el Campo

STALIN
«(...) ¿Es cierto que la Revolución de Octubre no ha dado nada a los campesinos? Acudamos a los hechos. Tengo aquí el conocido resumen del conocido especialista en estadística camarada Nemchínov, publicado en mi artículo «En el frente de los cereales».
De este resumen se desprende que, antes de la revolución, los terratenientes «producían» un mínimo de 600 millones de puds de cereales. 
 
Es decir, que los terratenientes disponían entonces de unos 600 millones de puds de cereales. 
 
Según ese resumen, los kulaks «producían» en aquella época 1.900 millones de puds. 
 
Era una fuerza muy considerable la que los kulaks poseían entonces. 
 
Los campesinos pobres y medios producían, a su vez, según el mismo resumen, 2.500 millones de puds.
 
 Tal era la situación en la vieja aldea, en la aldea de antes de la Revolución de Octubre.
¿Qué cambios se han operado en el campo después de Octubre?
 
 Tomaré las cifras del citado resumen estadístico. Fijémonos, por ejemplo, en 1927.

¿Cuánto produjeron ese año los terratenientes? 
 
Es lógico que no produjeron ni podían producir nada, ya que los terratenientes fueron suprimidos por la Revolución de Octubre. 
 
Y es bien comprensible que esto debía ser un gran alivio para los campesinos, que de tal modo se libraron del yugo de los terratenientes. 
 
Esto ha sido, indudablemente, un gran beneficio para los campesinos, beneficio que deben a la Revolución de Octubre.
¿Cuánto produjeron los kulaks en 1927? 600 millones de puds, en vez de 1.900 millones.
 
 Es decir, que el período posterior a la Revolución de Octubre redujo la fuerza de los kulaks a menos de un tercio. 
 
Es bien comprensible que esto debía ser por fuerza un alivio en la situación de los campesinos pobres y medios.
 
 ¿Y cuánto produjeron en 1927 los campesinos pobres y medios? 4.000 millones de puds, en vez de 2.500 millones.
 
 Es decir, que, después de la Revolución de Octubre, los campesinos pobres y medios han llegado a producir 1.500 millones de puds de cereales más que antes de la revolución.
Tales son los hechos, demostrativos de que los campesinos pobres y medios han obtenido de la Revolución de Octubre ventajas colosales. 
 
He ahí lo que la Revolución de Octubre ha dado a los campesinos pobres y medios. (...)
¿Cómo, después de todo esto, se puede afirmar que la Revolución de Octubre no ha dado ventaja alguna a los campesinos?
 
 ¿No es evidente, acaso, que quienes propalan esas patrañas calumnian a las claras al Partido y al Poder Soviético? 
 
Se desprende que la cuestión de las «tijeras», la cuestión de acabar con este fenómeno, debe plantearse hoy de un modo nuevo. Se desprende que, si el movimiento koljósiano sigue avanzando con el ritmo actual, las «tijeras» serán suprimidas en un futuro próximo. 
 
Se desprende que el problema de las relaciones entre la ciudad y el campo se plantea sobre una base nueva, que la oposición entre la ciudad y el campo irá borrándose con ritmo acelerado. 
 
Esta circunstancia, camaradas, es de una importancia formidable para toda nuestra obra de edificación. Esto hace cambiar la psicología del campesino y le orienta hacia la ciudad. 
 
Esto crea un terreno favorable para acabar con la oposición entre la ciudad y el campo.
 
 Esto da base para que la consigna del Partido, «de cara al campo», se complemente con la consigna de los campesinos koljósianos, «de cara a la ciudad». 
 
Y ello no tiene nada de particular, pues el campesino recibe ahora de la ciudad máquinas, tractores, agrónomos, organizadores y, finalmente, ayuda directa para combatir y vencer a los kulaks.
 
 El campesino de tipo antiguo, con su desconfianza zoológica hacia la ciudad, en la que veía un expoliador va pasando a segundo plano.
 
 Lo sustituye un campesino nuevo, el campesino koljósiano, que mira a la ciudad con la esperanza de obtener de ella una ayuda real para la producción.
El campesino de tipo antiguo, temeroso de caer en campesino pobre y que sólo furtivamente escalaba el puesto de kulak –¡podían despojarle del derecho electoral! –, se ve sustituido por un nuevo tipo de campesino, ante el cual se abre una nueva perspectiva: la de entrar en el koljós y salir de la miseria y la ignorancia para marchar por el ancho camino del progreso económico y cultural.
Tal es el giro que toman las cosas, camaradas. ( ...)»
Extractado por NG
En Torno a las Cuestiones de la Política Agraria en la URSS, 1929
 
http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com.es/search/label/NG

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