Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

De la primavera al otoño árabe (Parte II y última)


Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)

Comparaciones con América Latina

Cualquier acontecimiento político- social en un lugar del mundo árabe tiene un rápido impacto sobre otra localidad. Así ocurrió con la primavera y con la ofensiva posterior para sepultarla. Estos efectos confirman la existencia de un universo común, resultante de condiciones históricas similares. Como en América Latina sucede lo mismo, ciertas comparaciones son pertinentes.

Medio Oriente ha padecido el demoledor impacto del neoliberalismo. Las presiones por privatizar, abrir los mercados, reducir el gasto social y eliminar subsidios a los alimentos masificaron el desempleo y la precarización del trabajo. Como en Latinoamérica millones de jóvenes fueron empujados al desamparo. No pueden subsistir en sus países y tienen vedada la emigración a Europa, en un marco de elevada presión demográfica. Estos desposeídos encendieron la mecha de la primavera, cuando un vendedor tunecino se inmoló para protestar contra las prohibiciones a la venta callejera. (1)

Las demandas democráticas contra los regímenes semi-dictatoriales han sido el elemento unificador de las movilizaciones. Como en América Latina la exigencia de nuevas Constituciones irrumpe en todas partes.

Estados Unidos le asigna al Medio Oriente una importancia estratégica semejante al sur del hemisferio americano. Depreda el petróleo y los recursos naturales de ambas regiones con la misma impunidad. Las dos zonas han padecido históricamente un trato colonial de patio trasero. El canal de Suez estuvo sometido a un control imperial similar al canal de Panamá. Las bases militares del Pentágono en Arabia Saudita cumplen la misma función que las instalaciones en Colombia y las amenazas de bombardeo a Irán son semejantes al chantaje que soporta Venezuela.

Por estas razones en Medio Oriente predomina la misma hostilidad popular hacia el imperialismo que se observa en América Latina. Algunas comparaciones que se establecieron inicialmente entre la primavera y las revoluciones de terciopelo en Europa Oriental omitieron este dato. Aunque la clase media liberal comparte los valores norteamericanos, la sublevación árabe no irrumpió para copiar a Occidente. Estuvo motivada por el rechazo a las tiranías que amparó el imperio.

Estados Unidos conoce esa animadversión. Celebró la caída del muro de Berlín, pero no el derrumbe de sus títeres de Egipto o Túnez. Ha vivido el desplome de Mubarak con el mismo pesar que el destronamiento del Shá de Irán.

Pero los procesos políticos de América Latina han seguido un rumbo muy diferente. La región no sufrió destrucciones bélicas, ni desangres internos. Las tragedias de Irak, Argelia o Siria son vistas como acontecimientos lejanos.

Esta diferencia obedece a muchas razones, pero un aspecto central ha sido el dispar destino de las tradiciones nacionalistas, progresistas y de izquierda, que se reconstituyeron en Latinoamérica y declinaron en los países árabes. La expectativa de una recuperación de ese legado bajo el impulso de la primavera no se verificado. Al contrario, las organizaciones político-religiosas conservadoras han consolidado su predominio, en desmedro del laicismo antiimperialista. (2)

En América Latina la derecha actúa a través de los medios de comunicación, los partidos y el dinero. La iglesia católica ha perdido fieles y compite con una multitud de sectas evangélicas. No existe ninguna fuerza regresiva a escala regional comparable con el enraizamiento logrado por la Hermandad Musulmana. (3)

Esta disparidad de caminos se expresa en la pujanza de los ideales de unidad latinoamericana, en contraste con el retroceso que afronta el panarabismo. Esta meta quedó inicialmente golpeada por el fracasado ensayo de una República Árabe Unida (1957-61), por las derrotas de Palestina frente a Israel y por la decadencia del Baath. La guerra actual en Siria refuerza esta regresión. Existen algunos síntomas de resurgimiento del nasserismo, pero todavía no indican una tendencia y están muy lejos de cualquier proceso latinoamericano conectado al ALBA.

Ciertamente las experiencias nacionalistas de la segunda mitad del siglo XX legaron más frustraciones que realizaciones en América Latina. Pero en ningún país se registró la degradación que tuvieron los regímenes de Argelia, Irak, Libia o Siria.

Esta diferencia se extiende también a la presencia de la izquierda, que en América Latina logró permanencia a través la revolución cubana. Esta continuidad ha sido retomada por Bolivia y Venezuela. La izquierda árabe protagonizó experiencias de gobierno (Yemen) y alcanzó arraigo (Irak, Siria), pero sufrió traumáticas derrotas y no pudo conservar su influencia.

En última instancia las diferencias entre ambas regiones obedecen a condicionamientos históricos muy dispares. La secularización que conquistó América Latina con las revoluciones de la Independencia del siglo XIX, nunca fue lograda por el mundo árabe.

Ese proceso permitió forjar estados nacionales con rasgos modernos de laicismo y relativa separación de la iglesia y el estado. Las revoluciones burguesas fueron incompletas pero facilitaron una tradición democrática, que se proyectó a las luchas sociales y a los movimientos populares de la última centuria. Por el contrario en los países árabes subsistió la tutela teocrática y los privilegios religiosos-educativos de los clérigos del Islam. Esta carga torna más compleja la batalla de los movimientos progresistas. (4)

Una respuesta desde la izquierda

Los debates en la izquierda han sido muy dispares desde el comienzo de la primavera. Las posturas actuales en torno a Siria reproducen lo ya discutido frente a Libia. No es sencillo tomar posición frente a situaciones alejadas de un campo progresista visible.

En Medio Oriente proliferan los grises y existen formaciones de derecha e izquierda en los bandos en pugna. También abundan las paradojas y las coincidencias de opuestos. Los nazis de Europa apoyan a Assad porque son islamofóbicos y varios partidos comunistas lo sostienen, como un dique de contención de los Estados Unidos.

Pero frente a la inminencia de un bombardeo hubo total unanimidad en el rechazo a la intervención imperialista. Todas las corrientes subrayaron que el pueblo sirio debe adoptar sus propias decisiones sin ninguna interferencia externa. Si Estados Unidos bombardea las consecuencias serán más adversas para la población. No hay que repetir lo ocurrido con Noriega en Panamá o con Sadam en Irak. Son los ciudadanos de cada país y no los marines, quiénes deben juzgar a los tiranos.

Las caracterizaciones acertadas de la situación siria subrayan que hubo un legítimo levantamiento democrático, reprimido por el gobierno y copado por los agentes de Estados Unidos y las milicias yihadistas. Esa usurpación acentuó las tensiones intercomunitarias y desembocó en una guerra civil sin resultados progresistas a la vista. En estas condiciones el triunfo de uno u otro, no abriría horizontes de independencia nacional, democratización o mejoras sociales.

Libia ofrece un antecedente cercano de esta misma encerrona. Una rebelión inspirada en demandas democráticas fue dominada por clanes serviles del imperialismo y las empresas petroleras. Gadafi no cayó como Mubarak o Ben Ali por el descontento popular. Fue tumbado mediante una operación militar controlada por la OTAN. (5)

Una forma de evitar la repetición de ese desenlace o su opuesto (masacres de la oposición como en Argelia) sería el fin de las hostilidades, gestado a partir de tratativas concretadas por los sectores progresistas. Es la propuesta promovida por algunas personalidades y movimientos sociales embarcados en la campaña por la “Paz con Justicia”. Trabajan con sectores de ambos campos para alcanzar un alto el fuego y la apertura de negociaciones. Denuncian la intervención del imperialismo y el peligro de un desmantelamiento colonial de Siria. (6)

Esta iniciativa es totalmente ajena a las negociaciones que desarrollan Obama y Putin y a las propuestas de la Liga Árabe o los gobiernos europeos. La paz debe discutirse por abajo, retomando las demandas democráticas que originaron la crisis actual y reconociendo los reclamos nacionales kurdos.

Una propuesta de ese tipo fue impulsada por dirigentes latinoamericanos del ALBA durante guerra en Libia. Denunciaron el cerco imperial, la zona de exclusión de la OTAN y la acción del espionaje norteamericano. Promovieron una mediación entre ambas partes, que hubiera sido más progresiva que el derrocamiento de Gadafi por los agentes del Pentágono.

Frente a Siria estas propuestas han sido acompañadas en ciertos casos por categóricas actitudes de apoyo al gobierno de Assad. Especialmente el gobierno de Venezuela realiza visitas de solidaridad y explicita ese sostén. Esta actitud se explica por la percepción de una amenaza imperial semejante.

Existen abrumadoras pruebas de las conspiraciones que impulsan la CIA y el Departamento de Estado, para repetir en Sudamérica las agresiones de Medio Oriente. Frente a este peligro los gobiernos del ALBA construyen alianzas internacionales con los adversarios de Estados Unidos (Rusia, China, Irán), para asegurarse protección defensiva.

Esta estrategia es totalmente comprensible y legitima, pero no obliga a ningún elogio de Assad. Existen numerosos antecedentes de alianzas militares y convergencias diplomáticas, que eluden opiniones sobre los gobiernos involucrados en los acuerdos. Esta omisión sería particularmente pertinente, frente a un régimen que acumula tantas acusaciones.

Los movimientos sociales, las organizaciones populares y los intelectuales de izquierda no cargan con las obligaciones que afrontan los funcionarios de cualquier estado. Tienen la posibilidad de exponer abiertamente su opinión sobre Siria. Decir la verdad es indispensable para actuar como militantes solidarios con los sufrimientos de cualquier pueblo.

Pero esta responsabilidad debería extenderse también a muchos críticos de Evo, Maduro y Fidel, que exigen pronunciamientos reñidos con las necesidades de defensa que afrontan los procesos revolucionarios o radicales. Olvidan que no es lo mismo escribir un manifiesto que confrontar diariamente con alguna amenaza del Pentágono. Si la revolución cubana ha logrado resistir durante 50 años y Venezuela o Bolivia evitaron la sangría que padece Medio Oriente, es porque alguien supo actuar con la inteligencia que no demuestran los objetores.

Dos posturas erróneas

Algunas corrientes de izquierda estiman que el levantamiento democrático inicial en Siria se ha profundizado y radicalizado, hasta convertirse en una revolución popular que tiende a tumbar al régimen. Asignan un carácter progresista a la dirección de este movimiento, desestiman la influencia norteamericana y consideran que los yihadistas cumplen un rol secundario.

Partiendo de esta caracterización promueven la victoria de la oposición, desechan las convocatorias al diálogo, reclaman el reconocimiento internacional de los rebeldes como fuerza beligerante y exigen la entrega de armas a este sector. (7)

Pero esta postura es contradictoria con el rechazo de un bombardeo norteamericano que debilitaría al enemigo a vencer. El Pentágono es el gran proveedor de las armas pesadas que se solicitan y el Departamento de Estado es el principal interlocutor, para jerarquizar la relevancia internacional de la oposición. Varios sectores del establishment estadounidense toman en cuenta ese rol para motorizar una política más activa contra Assad.

Se podría alegar que esta coincidencia con el imperialismo tiende precedentes históricos en movimientos populares, que concertaron compromisos con las potencias para sostener sus luchas nacionales. Los irlandeses del IRA aceptaban armas del Kaiser y los maquis franceses recibían pertrechos de los norteamericanos. ¿Pero la derrota de Assad equivaldría al desmoronamiento de Hitler? ¿Los marines y los yihadistas se asemejan a las resistencias europeas en las guerras mundiales?

Es más sensato comparar al grueso de las milicias de la oposición siria con los kosovares de Europa Oriental, que se transformaron en agentes OTAN o con los afganos que devinieron en talibanes. La escalada bélica aumentó la subordinación de esos sectores a sus sponsors imperiales. Hay muchas discusiones sobre la gravitación de los yihadistas, pero actúan como fascistas y nunca podrían integrar un campo progresista.

El antecedente libio es muy esclarecedor, puesto que allí se extinguió la progresividad de los opositores cuando se situaron bajo la egida de OTAN. Visto retrospectivamente es evidente la distorsionada idealización que hicieron algunas vertientes de la izquierda de los denominados “rebeldes”. No sólo fue erróneo reclamar armas para un sector que ya recibía un arsenal desde Qatar, Arabia Saudita y Estados Unidos, sino también aprobar la “zona de exclusión” que establecieron las potencias occidentales sobre el espacio aéreo de ese país. (8)

La victoria de la oposición no fue un “triunfo popular”. Una coalición de fuerzas reaccionarias ganó la partida y reforzó la gravitación del imperialismo en la zona. Este balance es evidente para cualquier observador. No lo pueden registrar quiénes adoptan una actitud de celebración ingenua de cualquier revuelta. Suelen omitir quién sostiene los levantamientos y cuáles son los propósitos e intereses de su dirección. (9)

La postura opuesta considera que la guerra en Siria es un resultado unívoco de conspiraciones imperiales perpetradas a través de mercenarios, para socavar a un gobierno tolerante, laico y embarcado en la continuidad del proyecto panárabe. (10)

Otras variantes más atenuadas de esta visión silencian el problema. Suelen denunciar la intervención del imperialismo, evitando cualquier mención de Assad, como si se librará una batalla abstracta sin protagonistas de carne y hueso.

Estas miradas cierran los ojos ante el horror creado por las masacres de familias indefensas. Al omitir la existencia de estos hechos o atribuirlos a infiltrados externos se reproduce un viejo vicio de negación. Esa actitud condujo durante décadas a ignorar los crímenes de Stalin y propinó un terrible daño a la causa del socialismo.

No tiene sentido edulcorar la imagen de Assad con fantasiosos supuestos de progresismo. Encabeza un régimen opresivo que enterró todos los vestigios del nacionalismo antiimperialista. La demonización norteamericana no debe conducir a reivindicar lo indefendible.

Con esta misma actitud algunos autores presentaron a Gadafi como un coronel patriótico, que antes de su asesinato preparaba la radicalización revolucionaria de su régimen. (11) Esta imagen invierte la realidad. El coronel transitaba por un carril opuesto de compromisos con las empresas petroleras occidentales, para reforzar políticas neoliberales al servicio de los clanes privilegiados.

La defensa de Asad como reacción a la barbarie que despliega el imperialismo constituye una inadmisible simplificación. Una gran variedad de criminales pululan por la escena contemporánea. Los maxi-genocidas del Pentágono coexisten con los mini-genocidas del mundo árabe.

La reducción de complejos procesos políticos a una simple oposición entre dos campos impide entender lo que está ocurriendo. El ultimátum de “estar con uno u otro” termina generado el desprestigio de la izquierda. Es la mirada binaria que condujo a aceptar la invasión rusa a Checoslovaquia o la represión de Tian An Men. La acción criminal de los talibanes enfrentados con Washington demuestra que algunos adversarios coyunturales de Estados Unidos no son mejores que el imperio.

La izquierda no debe callar. Cuando se resigna a la “Realpolítik” olvida su compromiso con la defensa del derecho básico a la vida. Con esa renuncia empieza la sutil adaptación a lo que siempre ha combatido.

Principios, tácticas y posibilidades

En Medio Oriente las fuerzas reaccionarias están ubicadas en varios bandos. Actúan con el imperialismo, con ejércitos represivos y con islamistas conservadores. En ciertas oportunidades predomina la asociación entre estas vertientes y en otros casos el conflicto. No hay someterse al chantaje de optar por alguno de ellos.

Este problema apareció recientemente en Egipto, cuando los militares se hicieron eco de una demanda democrática y masacraron posteriormente a los islamistas. No es admisible que la izquierda se ubique en uno u otro bando. Es tan desacertado defender a un impugnado en las calles, como avalar los asesinatos de los Hermanos Musulmanes. Este problema ha generado una fuerte discusión en ese país. (12)

Otra falsa opción se planteó en Mali frente a la intervención francesa. Algunas justificaciones del operativo alertaron contra los yihadistas y resaltaron la conveniencia de un contrapeso geopolítico a la presencia norteamericana.

Pero también aquí rige el principio de respetar el derecho de cada pueblo a resolver sus conflictos sin injerencia externa. Los yihadistas y franceses son agresores y no artífices de un mal menor. El secesionismo y las ambiciones imperiales son igualmente nefastos y la izquierda no tiene porque resignarse a elegir entre opciones regresivas. (13)

Ciertamente no alcanzan los enunciados generales y en cada circunstancia se plantean formulaciones tácticas que priorizan uno u otro peligro. Frente al inminente bombardeo norteamericano a Siria tiene evidente primacía la denuncia de esa intervención. En ese momento la crítica al régimen de Assad debe quedar inscripta en la batalla central contra el imperialismo.

Conviene recordar que cuando el criminal Hitler invadió la URSS gobernada por el criminal Stalin, la izquierda se colocó en el campo soviético, sabiendo que la derrota del nazismo era indispensable para cualquier proyecto democrático. Lo mismo vale para el ataque de Thatcher contra Malvinas bajo la dictadura de Galtieri o la invasión norteamericana a Irak bajo la tiranía de Sadam. Las abstracciones neutralistas son particularmente inconvenientes en estos casos.

Los tres principios que guían a la izquierda -rechazo de las intervenciones imperialistas, oposición a los dictadores y solidaridad con los pueblos sublevados- adoptan formas muy diversas en cada circunstancia.

Estos debates seguramente continuarán, puesto que el mundo árabe atraviesa una conmoción sin precedentes. Todos los mitos sobre la pasividad de ciertos pueblos han quedado desmentidos por los acontecimientos de Medio Oriente.

Se obtuvieron grandes victorias en Egipto y Túnez, pero el desenlace de Libia marcó un giro hacia la contraofensiva derechista. Esta arremetida se ha extendido a Siria y la reacción ensaya varios caminos para sepultar los anhelos populares. Pero El Cairo y Estambul han demostrado que la batalla continúa.

Medio Oriente afronta un contradictorio escenario de luchas y tragedias. La primavera ha devenido en un duro otoño y puede desembocar en un invierno imperial o talibán. Pero el resultado permanece abierto y en muchos lugares se avizoran despuntes de un verano democrático. Hay esperanzas y posibilidades de alcanzar esa estación.

Resumen

La suspensión del bombardeo a Siria ilustró la oposición que enfrentan las agresiones imperialistas. Pero Estados Unidos mantiene su propósito de destruir a un régimen adversario, impedir el resurgimiento de Rusia y frenar el desarrollo nuclear de Irán. No puede repetir Libia en una región que concentra complejas disputas geopolíticas.

Arabia Saudita y Qatar sostienen otro eje reaccionario, mientras Israel consolida la desposesión del pueblo palestino. Los yihadistas cumplen un papel análogo al fascismo y son enemigos de la unidad antiimperialista árabe.

La revuelta democrática en Siria se ha transformado en un desangre manipulado por potencias rivales. Esta involución tiende a repetir lo ocurrido en Irak o Argelia. Las destrucciones imperiales, confesionales y estatal-militares permiten remodelar la estrategia norteamericana. Pero la primavera recobra vitalidad en la oposición a la islamización forzosa que ha irrumpido en Egipto, Turquía y Túnez.

Existen semejanzas con América Latina en los efectos del neoliberalismo, las dictaduras y la dominación extranjera. Pero el predominio confesional y el declive del nacionalismo radical y la izquierda reflejan experiencias políticas y condicionamientos históricos muy diferentes.

La guerra en Siria carece de horizontes progresistas y las campañas por una “Paz con Justicia” aportan una salida. Las obligaciones diplomáticas que enfrentan los gobiernos no se extienden a los movimientos sociales.

El antecedente de Libia demuestra cuán erróneo es el apoyo a los “rebeldes” o al régimen. No existen sólo dos campos en disputa. La primavera ya ha devenido en un duro otoño y puede desembocar en un invierno imperial. Pero también despuntan perspectivas de un verano democrático.

Ver también:
- De la primavera al otoño árabe (Parte I)

Claudio Katz es Economista, Investigador, Profesor. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).

Notas:
1) Ver: Petras James, “Las raíces de las revueltas árabes y lo prematuro de sus celebraciones” www.rebelion.org, 06/03/2011.
2) Ver: Tariq Ali, “Os movimentos dos jóvenes indignados”, noviembre 2011 www.cubadebate.cu Noticias , 30/11/2011
3) Ver: Guerrero Modesto, “La cruzada de un Papa feliz y preventivo”, www.kaosenlared.net, 10/06/2013.
4) Un análisis muy completo en: Amin Samir, El mundo árabe: raíces y complejidades de la crisis, Ruth. La Habana, 2011.
5) Matteuzzi Maurizzio, “La primavera murió en Libia”, www.pagina12.com.ar, 22/10/2011
6) Ver: Houtart Francois, “The Syrian conflicto: analysis and reflections” www.iaen.edu.ec, 31/05/2013. También Armanian Nazanin, “Seis propuestas para la paz”, www.aporrea.org/, 08/09/2013.
7) Ver: Izquierda Socialista, “Repudiemos la intervención imperialista”, www.izquierdasocialista.org.ar/comunicados/db/332.htm 29/08/2013.
8) Este balance en: Selfa Lance, “Revolution, US intervention and the left”, socialistworker.org, 29/03/201
9) Este problema en: Castillo José, “El pueblo libio está terminando con la dictadura”, argentina.indymedia.org, 23/08/2011.
10) Thierry Meyssant, www.voltairenet.org/article169438.html 15/04/2011. Gómez Abascal Ernesto, “Siria Continuación de la guerra”, www.rebelion.org, 20/03/2012. Otoni Pedro, “Doctrina Obama y la guerra en Siria” www.telesurtv.net 09/11/2012. Escobar Pepe, “Por quién doblan las campanas. Siria resiste a Washington”, www.voltairenet.org/ 01/01/2013
11) Escusa Albert, “Libia y la transformación”, ciutadansperlarepublica.blogspot.com, 29/03/2011.
12) Ver: Cruz Alberto, “El suicidio de la izquierda árabe” www.nodo50.org 15/08/2013
Alba Rico Santiago, “Todos en contra de la democracia” ,www.aporrea.org/internacionales 09/09/2013.
13) Ver debate entre; Amin Samir “Mali, Janvier 2013” www.legrandsoir.info/ 09/02/2013, -Amin Samir “Repond sur le Mali” www.m-pep.org 04/02/2013, Drweski Bruno, Page Jean Pierre, “Mali gauche proguerre et recolonisation”, www.legrandsoir.info/ 09/02/2013 -Martial Paul, “Sobre el apoyo de Samir Amin a la intervención francesa” www.kaosenlared.net/. 04/02/2013. También CADTM África condena la intervención Mali, cadtm.org/L 31/01/2013

Bibliografía adicional:
- Amin Samir, “Le printemps arabe” www.mouvements, 01/06/2011.
- Boron Atilio, “Sangre sudor y lagrimas”, www.pagina12.com.ar, 24/08/2011.
- Calloni Stella, “La perversión de las agencias estadounidenses y europeas”. encuentrosindical.org/
- Cantelmi Marcelo,”Otro modelo fallido de democracias imperiales”. www.clarin.com/ 08/12/2012
- Capelán Jorge, “Libia y los intelectuales”, www.argenpress.info 26/08/2011.
- Caviasca Guillermo, “Las contradicciones de las protestas en el mundo árabe”, argentina-socialista.blogspot, 30/08/2011.
- El Shariff Azeldin, “La révolution vue de l'intérieur”, Inprecor, juillet, aout-septembre 2011).
- Escobar Pepe Por qué Catar quiere invadir Siria Asia Times www.rebelion.o 28/09/2012
- Gelman Juan, “Quién uso las armas químicas en Siria?”. www.pagina12.com.ar, 22-09-2013
- Klare Michael. “Sangre por petróleo”. El nuevo desafío imperial, Socialist Register 2004, CLACSO, Buenos Aires 2005.
- Molina Eguía Eduardo, “Libia una polémica”, www.pts.org.ar,.27/10/2011
- Naim Mosiés, “Que tiene que ver Auschivtz con Bengazi”, elpais.com/diario/2011,27-3-2011
- Nair Sami, “La guerra anunciada”, El País, 16-11-2012
- Nye Joseph, “La historia no absolverá” www.project-syndicate.org 11/03/2013
- Socialistas revolucionarios: “Siria: Estamos con la revolución popular”, 31-8-2013 06/09/2013.
- Stefanoni Pablo, “Las izquierdas frente a la guerra”. www.aporrea.org/internacionales,
- Tanuro Daniel, Gasparini Mauro, “La izquierda europea y la trampa de las alternativas infernales”, www.rebelion.org/noticia, 10/09/2013
- Wallerstein Inmanuel, “El ataque militar estadounidense a Siria está en suspenso”, www.plumaypincel, 23-9-2013.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter