Pablo Gonzalez

La confusión ha cundido en el Vaticano.


El pontífice número doscientos sesenta y cinco, Benedicto XVI, anunció su renuncia a la santa sede romana.

En abril del presente año Benedicto XVI cumplirá ochenta y seis años. 
 
Asumió su puesto en la santa sede el 19 de abril de 2005, y en aquel momento ya era el papa que asumía su mandato con mayor edad desde finales del siglo XIX. 
 
El pontífice explicó los motivos de su dimisión basándose en su cansancio y falta de fuerzas. 
 
“Tras llamarme reiteradamente a conciencia ante Dios, llegué a la convicción de que mis fuerzas y edad avanzada no son las requeridas para un adecuado servicio”, declaró durante la misa dedicada a la canonización de los mártires de Otranto. 
 
Para la grey de la Santa Sede las palabras del papa resultaron totalmente inesperadas, comentó en entrevista a La Voz de Rusia Alexei Bukálov, especialista en el Vaticano:

—Como se expresó uno de los cardenales, estas sonaron como “un trueno en medio de la calma”. 
 
Nadie se esperaba este anuncio en en Vaticano, aunque el padre tiene derecho a dimitir según las reglas canónicas. 
 
En la edad media se dieron varios casos de retirada de algunos papas a los monasterios.
 
 Pero en la historia moderna no se dieron casos como este y el pontificado siempre se consideró como un puesto vitalicio.

Sin embargo, algunos escépticos consideran que esta dimisión no se debe a la salud de Benedicto XVI, sino a los escándalos que han estremecido uno tras otro la Santa Sede. 
 
Por una parte, los múltiples escándalos relacionados con los sacerdotes acusados de pedofilia. 
 
Por otra parte, se habla de las guerras intestinas en el seno de la curia romana.
 
 En varias ocasiones se filtraron informaciones en los medios de prensa sobre el enfrentamiento entre dos agrupaciones del Vaticano: la vieja guardia contra los partidarios de Bertone, secretario estatal de la Santa Sede. 
 
El especialista en religión Alexei Yudin, en cambio, considera que las razones de la dimisión son otras:

—Estos escándalos no fueron ni tan fuertes ni tan candentes. 
 
Pudieron afectar hasta el nivel de los cardenales o el nivel de la dirección estatal de la ciudad del Vaticano, pero no más allá. 
 
Resulta difícil suponer que estos escándalos pudieran afectar personalmente al papa. Máxime que ninguno tuvo consecuencias catastróficas.

Pero otro especialista ruso en religión, Yuri Tabak, está convencido –por el contrario- que las razones de la dimisión de Benedicto XVI podrían ser cualquiera, menos la salud:

—Nadie había renunciado hasta ahora por motivos de salud, ya que ocupar el trono de San Pedro es un hecho tan importante y tan prestigioso, y el ser humano es tan dado a aferrarse a las riendas del poder, que al igual que en las sociedades laicas, son pocos los que se niegan a estos beneficios. 
 
Es por ello que hoy surgen muchas interrogantes sobre la dimisión de Benedicto XVI, si realmente se trata de problemas de salud, o con otros vinculados a las especificidades de su permanencia en este puesto. 
 
No se puede decir que su pontificado no tuviera espinas o nubarrones. 
 
Es posible que su renuncia se deba a la presión de aquellos cardenales entre los que no goza de especial popularidad, después del papa anterior, Juan Pablo II, que era una de las personas más prestigiosas, amadas y respetadas en todo el planeta que ocupasen alguna vez este puesto.

Yuri Tabak está convencido de que en tiempos cercanos el Vaticano estará inmerso en una guerra entre telones. 
 
El experto considera que entre la curia no existe un pretendiente a la Santa Sede lo suficientemente carismático:

—El único pretendiente que quizás pudiéramos mencionar es el cardenal Kurt Koch, quien dirige el consejo de relaciones interreligiosas, sin embargo, no hay pretendientes evidentes para el puesto de papa romano. 
 
Lo más probable es que existan diferentes bandos y grupos de cardenales, que se diferencian por ser más o menos conservadores, y entre ellos se desencadenará la lucha por proponer un nuevo candidato. 
 
A partir de ese momento se definirá la futura vía de desarrollo de la iglesia católica romana.

El cónclave de cardenales se celebrará en marzo venidero. 
 
Justamente ahí será electo el nuevo jefe de la iglesia católica romana. 
 
Según la tradición, todos los cardenales pretendientes al pontificado, se cerrarán en una habitación sin ventanas hasta que no sea anunciado el nombre del pontífice número doscientos sesenta y seis. 
 
La noticia de su elección será dada por medio de humo blanco desde una chimenea sobre lo alto de la Capilla Sixtina.

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