Palestina: Un grito en la oscuridad: Hind Rajab, “Por favor, ven, ven y llévame”

-Palestina: Un grito en la oscuridad: Hind Rajab, “Por favor, ven, ven y llévame”

Escándalo Franklin: pedofilia organizada en el poder


¿Dónde están los miles de niños que desaparecen por todo el planeta?

¿Quién y qué hacen con ellos?

¿Qué hace la justicia ante esto?

Una red criminal en EE.UU. de pedofilia organizada al más alto nivel de poder.

El programa-denuncia de Daniel Estulin ha supuesto toda una conmoción para los espectadores, al conocer de primera mano cómo se organiza la pedofilia y el poder, y el grado de perversión de quienes nos gobiernan. 
Un asunto que no es nuevo, sin embargo, y que es sobradamente conocido por los ciudadanos medianamente informados, si bien no con pruebas fehacientes e incontestables porque todo su tinglado está perfectamente organizado y cuentan con todo tipo de recursos, desde la colaboración de los Servicios Secretos a los medios de desinformación que controlan, como televisiones y diarios prestigiosos.

El escándalo Franklin tuvo lugar en los EEUU e implicaba a muy altos cargos de la Administración, del colectivo católico, del Partido Republicano y de ciertas Agencias Federales, además de colaborar con su desinformación o su silencio importantísimos periódicos y cadenas de televisión, y contaban con la participación desde los taxi-boys que les procuraban carne fresca a nombres que todos conocemos (y que hacen temblar al mundo) hasta con la colaboración de orfanatos y centros tutelares de menores, además de algunos grupos especializados que los proporcionaban carne nueva e infantil mediante secuestros y cuestiones por el estilo. 
Esto sucedió allá por los ochenta y llegó a ser en cierta forma público, pero enseguida fue “oportunamente” silenciado, y aquí no ha pasado nada, gracias a la colaboración inestimable de esos medios y esas Agencias, y se afirma que a buena parte de sus señorías del Congreso y el Senado y sus comités de investigación. 
Toda una película de terror, con sus intrigas, sus vendidos, sus extorsiones a los testigos, algunas muertes “accidentales” y algunas otras directamente asesinadas, y listo: caso cerrado. 
Un caso que no sólo abarcaba a los poderosos de la política, sino también de la Industria Militar, de la elite financiera y hasta de empresas contratistas de la guerra, como Dark Water, Halliburton, etc, siendo que de estas últimas se dice que arman sus buenas orgías allá donde van a hacer la guerra por esos mundos petroleros de Dios.

Sobrecogedora historia, sin lugar a dudas, en las que los niños que son confiados al Estado (además de los secuestrados ad hoc para entretenimiento de poderosos) son usados para recreo de unas repugnantes carnes que deberían arder en el fuego eterno, como sin duda en su momento lo harán. Sin embargo, esto no es nada más que una atroz historia más.
 No hace demasiados años, en 2006, nos escandalizamos porque en Holanda se legalizó al PNVD (Partido Pedófilo), el cual, según el juez, “tiene tanto derecho a existir como cualquier otro”, y quien en su programa electoral llevaba la intención de rebajar la mayoría de edad sexual desde los 16 a los 12 años.
 No se alarmen porque el mundo rueda: en España la tenemos a los 13 años y no necesitamos un Partido Pedófilo, ya se puede imaginar por qué. 
En este sentido, los pedófilos ya son legales en muchos países, e incluso hay propuestas que avanzan a una decadente velocidad de vértigo en países supuestamente desarrolados (en corrupción moral) como Canadá y Australia, siendo que en este último parlamento se ha pedido la legalización del aborto… ¡¡¡hasta los 5 años de edad!!!, o, lo que vale lo mismo: que el asesinato de un niño de hasta 5 años de edad sea considerado un aborto.
 Como lo leen, y, para colmo, la propuesta viene de dos médicos investigadores financiados por una prestigiosa universidad, con el execrable argumento de que los niños a esa edad “no tienen conciencia”.

En España la cosa no está mucho mejor, sino que es posible sólo que no nos enteremos o que no nos queramos enterar. 
A la demente barbarie pedófila de establecer la mayoría de edad sexual a los 13 años (edad de libre consentimiento), debe añadírsele el caso de los bebés robados durante décadas (¡quién sabe si yo mismo soy uno de ellos, por haber nacido en aquellas clínicas donde esta práctica se llevaba a cabo, y donde de ninguna manera pudo organizar este tinglado una monjita con sus propios medios!), porque lo mismo que se sabe que se les quitaban los bebés a unos padres para dárselos en adopción (vendiéndolos como si fueran reses) a otros, cabe razonablemente la opción de que se vendieran también bebés a grupos de pedófilos para sus juergas y aún a satánicos para sus sacrificios rituales.
 ¿Qué lo impedía?...: la pasta, es la pasta, y ya metidos en harina… 
Y no es sólo eso, ni mucho menos. 
Hace menos de un año supimos el caso de una niña que se escapó por enésima vez del orfelinato en que estaba a cargo del Estado, la capturó la policía y, desatendiendo sus denuncias de que en el orfelinato eran carne sexual para quien se terciaba, la devolvió al centro de menores, donde unos días después se suicidó... o la suicidaron. 
Ni una palabra más sobre el asunto. 
Ni un caso como éste era la primera vez que sucedía, ni las denuncias de abuso sexual en centros de menores o de detención de inmigrantes son nuevas, aunque sí sería la primera vez que se investigara convenientemente.
 Si a todo esto le añadimos el exagerado número de menores desaparecidos y nunca encontrados, o cuyos cadáveres aparecieron con evidentes signos de violencia sexual o de rituales satánicos, no podemos por menos que decir que aquí estamos en una situación cuando menos preocupante. 

Y mucho.

Sé cómo está España en este sentido, y sé que la pornografía infantil y los casos de abusos y violaciones de niños están al orden del día, no faltando organizaciones de todo tipo que de cada tanto saltan a los medios, ya sea en gimnasios, colegios, asociaciones naturistas o tipo boys-scouts, etc. 
Nada nuevo, pero en cuyos casos más se vela por la vela por la “integridad psicológica” del criminal que de los daños efectuados a esos niños, tanto en el momento del atropello a sus derechos inalienables como en el resto de sus vidas, siendo que no faltan sentencias que han llegado a disminuir las condenas porque “los niños no han quedado evidentemente conmocionados”. 
No me extrañaría, así la cosa, que ciertos casos de asesinatos infantiles escondan en realidad… otros asuntos menos confesables o de mayor escándalo social.

El programa de Daniel Estulin, sin embargo, a medida que iba viéndolo me recordaba cada vez más al caso nunca aclarado satisfactoriamente de “Las Niñas de Alcáser”. 
Es cierto que el caso está juzgado, que uno de los presuntos culpables está aún en la cárcel (por poco tiempo ya) y que el otro imputado está en fuga y se le supone muerto “oportunamente”; pero les sugiero que echen un vistazo a la página http://lahaine.org/espana/caso_esconde.htm -Caso Alcáser: lo que la verdad oficial esconde-, donde podrán comprobar por sí mismos que ni mucho menos es oro todo lo que reluce. 
No voy a referir aquí los pormenores del caso, pero sí a poner de manifiesto que los culpables judiciales lo son porque, no se lo pierdan, fueron encontrados “oportunisímamente” en el lugar del crimen una papeleta de la seguridad social de uno de los condenados, un guante de otro y un casquillo de bala que se correspondía con el arma con que dieron el tiro de gracia a las nenas. 
Casualidades como las del 11S, ya lo ven, cuando el manual de investigación criminal reza como punto primero que jamás debe considerarse como probable una prueba demasiado evidente. “Siembra de pruebas”, se le llama técnicamente a esto.
 Y estas pruebas fueron encontradas ¡dos meses después! de perpetrarse los crímenes y a la intemperie, en medio de un monte donde los vientos son particularmente violentos. 
Y, para redondear la trama, unos meses después desaparece para siempre, presumiblemente muerto, ya sea por medios naturales o de los otros, el único hilo suelto que quedaba en la trama. ¡Cuántas casualidades, caramba! La misma técnica del 11S, por lo que parece.

Un caso que apesta, y que el programa de Daniel Estulin me lo trajo a mientes como un relámpago, recordándome todo lo que se decía en aquellos días, así por parte de “gargantas profundas” de entre los mimos investigadores, como por supuestas filtraciones: que los crímenes habían sido cometidos para “disfrute” de altas personalidades. 
Sólo dos cosas que ilustran este “disfrute”: las niñas fueron salvajemente torturadas durante días, no se encontró ni una sola prueba que incriminara a los acusados –más allá de ser los sicarios que secuestraron y enterraron los cadáveres y de esas "oportunas" pruebas circunstanciales- y sí se hallaron en algunos de los cadáveres hasta 7 vellos púbicos de siete personas distintas, ninguna de las cuales eran los sicarios. 
Nunca se investigó esto, e incluso al forense que encontró los vellos le silenciaron. Dice la página que menciono, y no sin motivo, que se enviaron a realizar pruebas de DNA de esos vellos y que deben ser “las pruebas más largas de la Historia”. 
He mencionado torturas –sexuales y satánicas, pero considerando también aspectos tales como el arrancamiento de pezones y barbaries inhumanas por el estilo-, y sólo ha sido una palabra: la realidad es mucho más tenebrosa que esa palabra, el sufrimiento infinitamente mayor y la condición humana de quien ejecutó estas prácticas es tal que sería bueno para los demás seres humanos prescindir de él/ellos para siempre y de la forma más expedita posible.

Creo que la sociedad se está despeñando por la decadencia a marchas forzadas, que hemos perdido el norte y que nos estamos precipitando en nuestro propio Infierno. 
“Los poderosos quieren ejercer su poder comiendo frutos prohibidos”, argumenta el autor de “El escándalo Franklin”: esto es el poder. 
De sobra lo saben ustedes, a poco que estén informados o que hayan considerado la condición de esos poderosos y sus actos. 
Éste sería el momento no sólo de reconsiderar a título individual hacia dónde nos dirigimos y qué evolución está teniendo nuestra condición, sino también para hacerlo a nivel social, preguntándonos qué clase de infecto mundo estamos construyendo, en manos de qué diablos abyectos estamos y qué es lo que estamos haciendo para proteger a nuestros bienes más preciados: los niños.
 “Los poderosos pueden comprarlo todo, menos la inocencia”, arguye Nick Bryant. 
Por eso se la quieren apropiar y, como no pueden arrebatarla, la torturan y asesinan con indecible sufrimiento. 
Estoy convencido de que esto fue lo que sucedió con las niñas de Alcáser, y de que por ello mismo debe retomarse esta investigación y capturar a los culpables, sean quienes sean, y, aunque no voy a repetir aquí los nombres que en aquellos años corrieron de boca en boca como un reguero de pólvora (piensen en poderosos muy, pero que muy poderosos), que paguen los crímenes con todas sus consecuencias. 
Ya saben mis lectores que soy absolutamente comprensivo con las víctimas y absolutamente radical con los verdugos: me estoy refiriendo, claro, a que paguen con sus vidas, y, de ser posible, en peores condiciones que tomaron las de estas criaturas angelicales. 
Es más, me duele que respire el mismo aire que los inocentes cualquiera que atente contra la vida o la integridad física, moral y espiritual de un niño, de cualquier niño. 
Ni siquiera estas alimañas pertenecen a mi género, el género humano.

O ellos, o nosotros: debemos ser capaces de autorregenerarnos como sociedad, porque tal vez sólo así podamos redimirnos y advertir de la suerte que les espera a quienes atenten de alguna manera contra nuestros cachorros, contra lo más puro de nuestra especie. 
Por lo pronto, desde aquí exijo una investigación a fondo de lo que sucede en los centros de menores (ya son demasiados los suicidios de niños porque nadie investiga las denuncias de abusos que hacen), y la reapertura inmediata del “Caso de las Niñas de Alcáser”.
 Esas criaturas merecen descansar en paz, sabiendo que sus asesinos van a ser castigados como merecen. 
Del condenado que aún vive y está por salir de la cárcel, o mucho me equivoco, o quienes le pagaron por aquello atarán para siempre ese cabo suelto. Al tiempo.
http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/89765/de-el-escandalo-franklin-al-caso-de-las-ninas-de-alcaser

Related Posts

Subscribe Our Newsletter