En contraste con su buena reputación (no hay ejército, se dice que es un país respetuoso del medio ambiente), Costa Rica detenta el lamentable récord de poseer el río más contaminado de todo Centroamérica.
El incomprensible desprecio a la naturaleza caracteriza a la presidenta Laura Chinchilla, plegada desde siempre a los intereses de Estados Unidos y enemiga radical del Frente de Liberación Sandinista que gobierna en Nicaragua, uno de sus países vecinos, es una muestra más de ese intolerable desinterés por negarse a desarrollar una estrategia eficaz en la gestión de residuos, lo que provoca una enorme desatención a la ecología costarricense.
El mito publicitado por las grandes cadenas de TV al servicio de la mentira y la manipulación sobre la presunta salud medioambiental de Costa Rica, cae estrepitosamente ante la presencia de ese río, el más contaminado de Centroamérica, cuyas aguas llevan solo veneno y muerte para los seres vivos que circundan la región.