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XAVIER DIEZ CANSECO – Al creciente malestar nacional contra el gobierno de Humala por su torpe y sangriento intento de imponer el proyecto Conga, al margen de un auténtico diálogo y una efectiva licencia social, se suma una extendida crítica internacional.

Intelectuales y profesionales especializados en materia minera y medioambiental, como el español Arrojo, experto y veedor de la Marcha por el Agua, o la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), le han dirigido demandas públicas dirigidas a que rectifique una conducta que ya cobra varias vidas. Muchas organizaciones internacionales han hecho lo propio.

Pero en el país no faltan los voceros de los intereses de algunas de las grandes corporaciones mineras, como Cecilia Valenzuela, que justician absurdos abusos como la detención de Marco Arana señalándolo como “subversivo”. 
 
En coro con Aldo M y Keiko Fujimori acusan a Humala de “debilidad” y le reclaman una guerra total contra la “subversión”. ¡Falta sangre! gritan algunos plumíferos de alquiler y claro, la hija del reo condenado a 25 años de prisión, precisamente por delitos de lesa humanidad.

Pero la realidad es que Humala pierde terreno fuera y dentro del Perú. Las encuestas, desde antes de los luctuosos sucesos de Cajamarca y el despectivo trato que le dispensara Roque Benavides en los medios, dieron cuenta de un fuerte bajón en la aprobación de su gestión. Perdió apoyo entre los sectores más populares y, en cambio, aumentó su respaldo entre las capas más pudientes.

Y ahora, internacionalmente, aumenta la crítica y condena a su conducta y la demanda de prontas e importantes rectificaciones. No es casualidad que se desdibuje la figura del Perú en foros internacionales. 
 
En las recientes ceremonias por el aniversario de los 201 años de la independencia de Venezuela, no se mencionó ninguna referencia al Perú cuando se resaltaban los esfuerzos por una segunda y autentica independencia latinoamericana, por la que batallan numerosos países de la región. 
 
Tampoco en el reciente Primer Encuentro de Parlamentarios y Parlamentarias convocado alrededor del Foro de Sao Paulo, en que participan partidos de gobierno de más de 9 países latinoamericanos y numerosas fuerzas políticas de peso en otros.

En el XVIII Encuentro del mismo Foro de Sao Paulo, que agrupa a las principales fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda de América Latina, con más de 800 participantes de partidos plenos y observadores de los cinco continentes, se tomó nota de las frustradas expectativas de cambio de amplios sectores populares del Perú, su creciente movilización en demanda de expectativas y compromisos contraidos, y la forma violenta como se les trata, con un resultado de 17 muertos hasta hoy. 
 
Por ello se acordó invocar a que sean medidas preventivas y espacios de diálogo y negociación los que deben imperar y se decidió que una delegación del Grupo de Trabajo del FSP busque entrevistarse con los partidos miembros del Foro –entre los que se incluye al Partido Nacionalista– y con el gobierno para buscar que los conflictos se encaren con los mecanismos ya mencionados.

Once meses de gestión han desdibujado la figura de Humala como una opción de cambio y transformación que esperanzaba a pueblos del Perú y fuerzas políticas latinoamericanas.
 
 A ello ha contribuido también una política internacional de contradictorio equilibrio entre la promoción de Unasur y Celac por un lado, y la integración de la Alianza del Pacífico que articula a los principales aliados de los EEUU en AL.

El nombramiento de Monseñor Cabrejos y del padre Garatea como mediadores en Cajamarca es un rectificación que ojalá tenga resultados. 
 
Pero, siendo positiva, no recuperará las vidas inútilmente perdidas ni a bases sociales y electorales a las que Humala aleja.

Pocos dudan, salvo la DBA, que el Presidente debería replantear su manejo de la minería en el país, garantizar la defensa del agua y protección del medio ambiente, la consulta previa y licencia social de los pueblos, y recuperar una parte importante de la renta minera que hoy fluye fuera del país. 
 
Debería, aunque sea improbable, retomar banderas de cambio que comprometió con los pueblos, pero la vida dirá el rumbo que tomen las cosas.

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