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Panamá: el fraude electoral de 1948


Un problema estructural de lo que puede denominarse clase capitalista panameña es su gran dependencia del control del aparato del Estado como medio de acumulación de recursos financieros, acceso y control del poder. 
 
Ello explica las feroces disputas políticas, las crisis, los fraudes electorales, los golpes de Estado y el control de los medios que se han producido recurrentemente a lo largo de la historia republicana.

Revela un carácter fundamentalmente parasitario desde 1903, cuando el endeudamiento público se convirtió en forma privilegiada de acumular riqueza mediante el financiamiento de obras y concesión de servicios a los políticos de turno, o bien, directamente mediante peculado.

Consecuencias de esta peculiar estructura han sido las desestabilizadoras disputas políticas que emergen en los períodos electorales y cada vez que una crisis económica ha provocado una crisis fiscal interna.

Así puede explicarse el trasfondo del fraude electoral de 1948 contra Arnulfo Arias y de los enfrentamientos callejeros, con saldo de muertos y heridos. 
 
Durante la primera mitad de esa década, Panamá vivió una relativa, pero frágil prosperidad por su dependencia de una economía poco más que de “cantinas y burdeles” para servir a los militares estacionados en las docenas de bases que estableció Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
 
 El final del conflicto y el rechazo del tratado Filós-Hines (permanencia de las bases) en 1947 habían marcado el fin de la prosperidad y desvelaron la cruda realidad de una crisis económica y fiscal.

En las elecciones de 1948, el control del Gobierno para mitigar la crisis de sus negocios era un resorte acuciante de las facciones liberales, coaligadas en la Unión Liberal o Nacional encabezada por Domingo Díaz contra Arnulfo Arias y su Partido Revolucionario Auténtico (P.R.A.).

No vacilaron en recurrir al fraude ni a la violencia contra sus opositores. Arnulfo Arias contaba con apoyo de sectores sociales agrarios y masivas simpatías de sectores populares, pero no con las facciones económicamente importantes del empresariado ni con la policía.

Los conflictos se iniciaron con el proceso electoral. 
 
Las elecciones se realizaron el 9 de mayo de 1948 y, según los primeros indicios, Arnulfo Arias ganó por un margen inferior a 2,000 votos. 
 
La coalición de Domingo Díaz alegó fraude e impugnó mesas en San Blas. 
 
El Jurado Nacional de Elecciones retardó más de mes y medio el resultado oficial. 
 
Se sucedieron múltiples manifestaciones callejeras. 
 
Ambos bandos se proclamaron vencedores.

El 1 de julio, los paramilitares del liberalismo, conocidos como “pie de guerra”, atacaron la sede del Jurado Nacional de Elecciones, golpeando con garrotes a los arnulfistas. 
 
Ese mismo día hubo enfrentamientos entre ambos bandos en los alrededores de la Plaza 5 de Mayo, con un numeroso saldo de heridos a varillazos. 
 
La noche siguiente, el 2 de julio, los “pie de guerra” asaltaron el local del P.R.A., hiriendo a 16 personas. Horas más tarde, cuando los arnulfistas acudían a defender sus oficinas, la Policía los dispersó.
 
 Se produjo un tiroteo. Murieron dos civiles y un oficial. Para entonces, el jefe de la Policía, José A. Remón Cantera, primo del liberal Roberto Chiari, ya había empezado a jugar un papel decisivo, no como árbitro, sino como garante del bando oficialista.

El 6 de julio, el presidente interino Enrique A. Jiménez suspendió las garantías constitucionales y prohibió las manifestaciones públicas. Se arrestaron alrededor de 300 opositores.

El 30 de julio, la Junta Electoral anunció que Domingo Díaz había triunfado por margen de 1,116 votos. 
 
El 17 de agosto fue proclamado ganador y Arnulfo Arias pasó a refugiarse en la Zona del Canal, repudiando los resultados. 
 
Díaz asumió la presidencia en medio de una grave crisis económica y fiscal, y un país con garantías suspendidas y decenas de opositores en las cárceles.
 
 Para desgracia de los liberales, Domingo Díaz moriría en menos de un año, lo que daría paso a una disputa entre la facción en el poder y los oficiales de la policía Remón y Vallarino, conflicto en que el control de negocios, como la matanza de reses y ventas de carne a la Zona del Canal, sería factor significativo.
 
Por Olmedo Beluche

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