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Los bomberos oscuros de la diplomacia francesa en Libia


Nicolas Sarkozy ofreció ayer la tan esperada imagen de jefe de la patria de la Libertad, Igualdad y Fraternidad ayudando a un pueblo, el libio, que se libera.


 Entre bastidores, el panorama es muy diferente:

 La derecha en el poder en Francia está negociando la transición libia en secreto, vía dos empresarios controvertidos, Ziad Takieddine y Alexandre Djouhri.

Se odian a muerte entre sí, representan el relevo generacional de las tradicionales redes franciafricanas, y mantenían (o mantienen) excelentes relaciones tanto con Sarkozy, como con el ex primer ministro Dominique de Villepin o la ex estrella social liberal Dominique Strauss-Kahn.
La ciudad tunecina de Djerba se ha convertida en el hervidero y salón informal de la negociación del futuro libio. Hace diez días, por poco pasa desapercibida la presencia allí de todo un ex primer ministro francés y gran manitú diplomático, Villepin.

Nada menos que acompañado por Djouhri, un traficante de armas y de influencia.

Sentado enfrente de ellos estaba el entonces ministro del Petróleo de Gadafi, Omrane Abukraa Ghanem.

Lo cierto es que, desde entonces, el citado ministro del Petróleo no ha regresado a Trípoli.
Tras revelarse de una forma confusa hace una semana, vía una web de negocios tunecina, la existencia de la mediación Villepin-Djouhri-Abukraa Ghanem, el Elíseo desmintió que hubiera una diplomacia francesa paralela.

Pero tras ser confirmada la existencia de la mediación por el propio Villepin, el Gobierno francés tuvo que aceptar el hecho consumado, y afirmar que sí estaba al corriente de la existencia de esa misión.
Desde el inicio de la transición en Libia, Sarkozy tiene un problema.

Y ese problema se llama Ziad Takieddine.

Este multimillonario francolibanés, también traficante de armas, rival de Djouhri, tiene relaciones con los íntimos de Sarkozy desde los años noventa, y sus conexiones no son un secreto para nadie.
Personaje central del episodio de la liberación de las enfermeras búlgaras por el régimen libio, clave para organizar el acercamiento Sarkozy-Gadafi entre 2005 y 2007 (desde el Ministerio de Interior, Sarkozy pilotó negociaciones para la venta a Trípoli de pasaportes biométricos y controles electrónicos de fronteras), Takieddine ahora es un engorro.

La web de investigación Mediapart ha revelado un informe confidencial de los servicios secretos franceses, que revela como "Ziad Takieddine obtuvo, en abril de 2007, en plena campaña presidencial, comisiones ocultas de un contrato de venta de material de guerra electrónica" para Libia.
Una vez elegido presidente, Sarkozy se apresuró a ofrecer a Gadafi una visita de gala a París, que sorprendió al mundo por el fasto.

Sabido es también, que luego Sarkozy fue, a partir del 10 de marzo, el primero en dar reconocimiento pleno al Consejo Nacional de Transición, y luego el primero y más impetuoso bombardero anti-Gadafi. Sabido es, también, que, cuando el clan Gadafi comprendió que la lluvia de bombas iba en serio, Seif al Islam, hijo del dictador, hizo saber que disponía de "detalles" de la financiación de la campaña presidencial de Sarkozy por su padre.
Takieddine suele acoger en su yate a todos los íntimos de Sarkozy, desde Claude Guéant, ministro de Interior, hasta Brice Hortefeux, acólito suyo desde hace treinta años, exministro y hoy consejero del Elíseo.

Pero hace cuatro meses, Takieddine fue atrapado por la aduana francesa cuando regresaba de Trípoli con varios periodistas franceses y más de un millón de euros en las maletas.

Y en los últimos días, Le Monde y Mediapart han revelado que cobró más de siete millones de euros de la multinacional petrolera Total por una concesión (obtenida previamente por una de sus firmas, vía Gadafi), sin que se comprenda cuál fue su función exacta en el trámite.
Amenazas a los medios
Djouhri, por su parte, es un individuo de 51 años con el que hay que tener cuidado.

Al menos en dos ocasiones, las redes de Strauss-Kahn han intervenido en medios para censurar artículos sobre su persona. Se dice de él que amenaza de muerte con facilidad.
Su ficha policial fue enteramente lavada en los años noventa, y fue introducido en las redes de la petrolera gala Elf. Actualmente, según el diario Libération, una "ficha confidencial" de un servicio especial de la Policía dicta la siguiente instrucción a los agentes: "Individuo a no detener en caso de controles; señalar su presencia e informar al servicio".

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