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Jesuítas conspiraron para hundir el Titanic y crear Reserva Federal

Muchas son las teorías, hipótesis y especulaciones que han surgido en torno al hundimiento del Titanic. 
 
Pero una sola es la correcta, la verdadera. 
 
A continuación usted va a conocer la Reserva Federal de Conspiración Titanic. 
 
Entran en juego nombres ya conocidos, otros menos, como el de los jesuitas, la Reserva Federal de EE.UU., el Nuevo Orden Mundial y la agrupación conocida como los Illuminati.

A modo de información, La Reserva Federal de los EE.UU., es una institución jesuita que tiene las siguientes responsabilidades:

1. La realización de la política monetaria del país.

2. Supervisar y regular las instituciones bancarias.

3. Mantener la estabilidad del sistema financiero.

4. La prestación de servicios financieros.

En 1910, siete hombres se reunieron en la Isla Jekyll frente a la costa de Georgia para planificar el Banco de la Reserva Federal. Nelson Aldrich, Frank Vanderclip representando al imperio financiero (Illuminati) la Fundación Rockefeller. 
 
Henry Davidson, Norton Charles y Benjamin Strong representando a la firma JP Morgan (Illuminati). Paul Warburg (Illuminati) representando a la dinastía de banqueros de Europa, los Rothschild (Illuminati).
 
 Los Rothschild son los agentes bancarios de los jesuitas y conservan “la clave para la riqueza de la Iglesia Católica Romana”.

Resulta que la Reserva Federal tenía cierta oposición con algunos hombres de empresa que representaban un escollo para sus planes.
 
 Todos los hombres ricos y poderosos de los que querían deshacerse fueron invitados por los jesuitas al viaje. 
 
Entre ellos estaban tres de los más poderosos que eran Benjamin Guggenheim, Isador Strauss, jefe de las tiendas Macy y John Jacob Astor, probablemente el hombre más rico del mundo.
 
 Su fortuna, en ese momento, era de más de 500 millones de dólares equivalente a unos once mil millones de ahora. 
 
Todos tenían que ser eliminados porque los jesuitas sabían que iban a utilizar su riqueza para oponerse a un Banco de la Reserva Federal, así como las diversas guerras que se estaban planificando.

Los que apuestan por el hecho de que el hundimiento del Titanic fue programado señalan que los jesuitas para despejar sospechas eligen como capitán del barco a un coadjutor jesuita, el capitán Edward Smith, hombre con más de 26 años de experiencia en navegar por las heladas aguas del atlántico norte y que, además, había trabajado para JP Morgan.
 
 Así mismo, al sacerdote Francis Browne, en ese tiempo el más pudiente de los jesuitas en toda Irlanda, y maestro de Edward Smith. Todo un bien orquestado tinglado para que no se escape ni una sola nota.

Los teóricos sostienen que los misterios que rodean el naufragio del Titanic son demasiado coincidentes para negar la existencia de un acto premeditado. 
 
Smith, que era un experto en navegar el Atlántico, se dirige directamente a territorio de icebergs, sin prestar atención a las numerosas advertencias dadas por otros barcos de reducir la velocidad y andar con cuidado. 
 
El golpe de refilón al lado, hecho que viola las medidas básicas y elementales de certeza asociados con la navegación.
 
 Peligros que, se entiende, el capitán conocía mejor que nadie para prevenir una tragedia como la que sucedió. 
 
Y, por último, algo bastante desconocido por la mayoría de personas que haya alguna vez accedido a información sobre el hundimiento del citado barco. 
 
Las luces de bengala que se lanzaban eran blancas y no rojas como se estipula para casos de naufragio. 
 
Los otros barcos vieron las bengalas blancas, y no los consideraron una llamada de socorro.

La Reserva Federal se instaló como parte del Acta de Reserva Federal en diciembre de 1913, aproximadamente un año y ocho meses después de la tragedia del Titanic, y la Primera Guerra Mundial a menos de un año después. 
 
Se cree que la Reserva Federal y los jesuitas fueron los responsables de la financiación de los Estados Unidos, Alemania y Rusia en la guerra. 
 
Finaliza así este informe que hace vacilar la razón y entumecer la credibilidad.

El Titanic terminó en el fondo de las gélidas aguas del océano. 
 
Perecieron 1517 personas. 
 
Sin más comentarios.

Editorial Para Protegeatushijos.org

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