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Elizabeth Cady Stanton

Elizabeth Cady Stanton (12 de noviembre de 1815 – 26 de octubre 1902) fue una activistaestadounidense, abolicionista y figura destacada del movimiento de mujeres
Su Declaración de sentimientos, presentada en la primera convención de derechos de la mujer, sostenida en 1848 en Seneca Falls, Nueva York, es a menudo acreditada como el inicio de los movimientos organizados de derechos de la mujer y sufragio femenino en los Estados Unidos.1

Antes de que Stanton redujera su enfoque político casi exclusivamente a los derechos de la mujer, fue una activa abolicionista, junto con su esposo, Henry Brewster Stanton y su primo, Gerrit Smith
A diferencia de muchas personas involucradas en el movimiento de derechos de la mujer, Stanton abordó una serie de cuestiones relativas a las mujeres más allá de los derechos de sufragio
Sus preocupaciones incluyeron los derechos parentales y de custodia de las mujeres, derechos de propiedad, derechos de empleo e ingresos, leyes de divorcio, la salud económica de la familia y control de la natalidad.2 
También fue una abierta partidaria del Movimiento por la Templanza del siglo XIX
Después de la Guerra Civil Estadounidense, el compromiso de Stanton con el sufragio femenino causó un cisma en el movimiento de derechos de la mujer, cuando ella y Susan B. Anthony declinaron apoyar la Decimocuarta y la Decimoquinta enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América
Se opusieron a otorgar mayor protección legal y derechos de sufragio a los hombres afroamericanos mientras se continuaba negando a las mujeres, negras y blancas, los mismos derechos. 
Su posición sobre este tema, junto con sus pensamientos sobre el Cristianismo organizado y los temas femeninos más allá de los derechos de voto, llevó a la formación de dos organizaciones separadas de derechos de la mujer que, finalmente, se reunir con Stanton como presidenta de la organización conjunta, aproximadamente veinte años más tarde.
Elizabeth Cady Stanton, que junto con un comité de mujeres feministas escribió y publicó a finales del siglo XIX La Biblia de la mujer. Un par de muestras bastarán:

La Biblia enseña que la mujer introdujo al mundo el pecado y la muerte, que precipitó la caída de la especie, que fue llevada ante el sitial de juicio en el Cielo, juzgada, condenada y sentenciada. 
El matrimonio debía ser para ella una condición de sujeción, la maternidad un período de sufrimiento y angustia, y en silencio y sometimiento debía jugar un rol de dependiente de la riqueza del hombre para todos sus deseos materiales, y para toda la información que pudiera desear sobre las cuestiones vitales del momento, le fue ordenado que le preguntara a su esposo en el hogar. 
Y peor aún, sobre la mujer que defiende la religión que la oprime:

Tan pervertido está el elemento religioso de su naturaleza, que con fe y obras es el principal soporte de la iglesia y el clero: los mismos poderes que hacen su emancipación imposible. 

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