El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había dispuesto establecer nuevas reglas para el sistema sanitario. Una de ellas consistía en la obligación de parte de los hospitales de ofrecer a sus empleadas un plan de seguro de salud que incluyera anticonceptivos, esterilización y aborto.
Los jerarcas católicos pusieron el grito en el cielo y demandaron que esa medida fuera anulada, ya que obligarles a los hospitales católicos (curiosa expresión, si se la piensa bien) a ofrecer servicios de esa clase significaría interferir con su “libertad religiosa”, es decir, con su libertad de violar —en nombre de su ideología preferida— las reglas que rigen para todas las demás instituciones. La Casa Blanca cedió.
… la Casa Blanca ha anunciado su intención de no imponer a los hospitales y organismos vinculados a la Iglesia Católica la difusión del control de natalidad. (…)
Para la mayoría de los observadores (…) el presidente trata tan sólo de no perder el voto católico en las elecciones presidenciales de noviembre, en las que se juega la reelección. Tradicionalmente, la mayoría del voto católico vota demócrata.
Mero cálculo político, entonces. Simple pragmatismo, tibieza, o mejor dicho cobardía, de parte de un presidente que se presentó como una esperanza progresista, casi revolucionaria, y que no ha hecho sino decepcionar a la mayoría de los que lo votaron. Pero ni esta capitulación bastó. Los líderes católicos no están conformes.
Una serie de líderes pro-vida en Estados Unidos han criticado duramente al presidente Barack Obama por el anuncio que hizo de que ha modificado levemente la orden que obliga a los empleadores a pagar seguros que incluyen fármacos anticonceptivos y abortivos.
Obama dijo ayer que los empleadores religiosos ya no deberán pagar los seguros que incluyan anticonceptivos sino que deberán comprar planes que entreguen los anticonceptivos de manera gratuita. De esta forma, indicó, “se respeta la libertad religiosa”.
El cambio en la norma, si hemos de creerle a los integristas “pro-vida”, fue un mero truco: los hospitales podrán ofrecer planes de seguro de salud que no incluyan anticoncepción, esterilización o aborto, pero si el empleado requiere estos servicios, deberá recibirlos gratuitamente, a cargo del empleador.
Lo que esto significa, en primer lugar, es que —como ya sabemos— el asunto no tiene que ver con la libertad de los católicos, sino con privar a los demás de su libertad. No es que no desean pagar por un servicio que consideran inmoral; quieren forzar a la gente que trabaja para ellos a que no pueda usarlos.
En segundo lugar, muestra cómo las tácticas de conciliación no funcionan con personas como los obispos católicos. No se puede lidiar con partidarios de un totalitarismo a base de compromisos o medias tintas.
El catolicismo no puede separar la vida y las leyes civiles de sus propias doctrinas; pueden darse compromisos motivados por el pragmatismo o la mera corrupción, como en todas las instituciones, pero finalmente no pueden perdurar, porque para el catolicismo hay una Ley superior a las leyes humanas y su objetivo es trabajar para imponerla sobre todos nosotros.
Y en tercer lugar, Obama comete un error de valoración política que es difícil de entender. Los jerarcas de la Iglesia son una camarilla autoelegida que representa a una fracción minúscula de los católicos.
Y en tercer lugar, Obama comete un error de valoración política que es difícil de entender. Los jerarcas de la Iglesia son una camarilla autoelegida que representa a una fracción minúscula de los católicos.
La inmensa mayoría de los católicos, en Estados Unidos y en todo el planeta, utilizan —cuando disponen de ellos y están educados para ello— anticonceptivos y preservativos.
La mayoría no ve mal que una persona pueda elegir esterilizarse.
Una fracción menor pero sustancial aprueba el aborto en ciertas circunstancias.
Los líderes de la Iglesia saben perfectamente esto y lo toleran, como toleran que las parejas convivan sin casarse y que los homosexuales no sean encerrados, colgados o apedreados en las plazas; mientras la feligresía siga aportando fondos y los políticos sigan siendo más o menos complacientes, se puede hacer la vista gorda al pecado.
Los políticos también saben esto. ¿Por qué siguen arrastrándose, por qué siguen haciendo genuflexiones, aunque sea a medias y con segundas intenciones?
Para enfrentarse al integrismo y al fanatismo las medias tintas no sirven.
Para enfrentarse al integrismo y al fanatismo las medias tintas no sirven.
Que los príncipes de la Iglesia griten y pataleen; ya se verá cuántos de sus súbditos responden al llamado.
http://alertareligion.blogspot.com/2012/02/los-tibios-los-vomita-dios.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+alertareligion+%28Alerta+Religi%C3%B3n%29
http://alertareligion.blogspot.com/2012/02/los-tibios-los-vomita-dios.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+alertareligion+%28Alerta+Religi%C3%B3n%29