USA: La matanza de la Universidad de Kent (Ohio)

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Infierno en cárcel hondureña causa espeluznante muerte de 357 reos.

 Al menos 357 reos murieron calcinados o asfixiados por un incendio que arrasó gran parte de un penal de Comayagua, a 80 kilómetros al norte de Tegucigalpa, la madrugada del miércoles.

El cuadro era desgarrador en las afueras y el interior de la Granja Penal de Comayagua (centro de Honduras), escenario de la que ya es considerada la peor tragedia carcelaria en América Latina en 25 años.

"Muchos reos quedaron atrapados en sus celdas y gritaron al ser rodeados por el humo y las llamas. 
 
Aún hay muchos cuerpos apilados en el interior de los módulos que seguramente intentaban, pero no pudieron, escapar del fuego, son cosas que se pueden apreciar", dijo el vocero del Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Comayagua, sargento Josué García.

La cifra de fallecidos está pendiente de confirmación, pero el Ministerio Público la ubicó en 358, incluido uno de los heridos que había sido trasladado al Hospital Escuela de Tegucigalpa, según indicó el portavoz de ese organismo judicial, Melvin Duarte.

El siniestro comenzó a las 22H50 locales del martes por causas aún desconocidas. El fuego devoró las celdas durante unos 40 minutos hasta que llegaron los bomberos y fue controlado unas tres horas después.

Los reclusos que se salvaron del siniestro relataron escenas dantescas de presos que quedaron calcinados abrazados a los barrotes, sin poder romper los candados de las celdas. "Murieron prendidos en fuego, fue un infierno", narró uno de los supervivientes, no identificado.

Danelia Ferrera, una funcionaria del la oficina del fiscal general, apuntó que se estima que "hay 357 muertos". La cárcel de Comayagua estaba construida para 250 personas pero su sobrepoblación le excedía en más de dos veces, pues albergaba 852 reclusos.

Al menos 470 reos figuran en la lista de los sobrevivientes del incendio ocurrido en la granja penal de Comayagua, en la zona central de Honduras, lo que representa que la cifra de muertes establecida en 275, según medicina forense, podrían superar las 300.

La identificación de los restos, muchos totalmente calcinados, que quedaron apilados en cinco celdas de uno de los dos módulos de la prisión comenzó en medio de la consternación de los familiares de reclusos, algunos porque ya sabían de su muerte y otros porque desconocían su paradero.

"Me duele pensar que mi hermano esté muerto, pero tengo que esperar a que las autoridades confirmen", dijo llorando a los periodistas Carmen Ulloa.

"¡Dios mío, por qué te llevaste a mi hijo, por qué me loquitaste!", exclamaba Blanca Rodríguez, madre de otro recluso.

Los cuerpos de muchos de los fallecidos se encuentran en un estado que hace imposible reconocerlos.

En medio del nerviosismo, algunos familiares que rodean las instalaciones penitenciarias empezaron tirar piedras a la policía y trataron de abrirse paso a la fuerza para acceder a la prisión. 
 
La policía respondió disparando al aire y arrojando gases lacrimógenos a los manifestantes, que eran en su mayoría mujeres, informa la misma agencia.

"Esto es desesperante, no nos dicen nada y pienso que mi marido está muerto", decía en medio del llanto Gregoria Zelaya a Canal 5 TV.

Soldados, policías y familiares rodean la cárcel en un clima de nerviosismo. "Estoy buscando a mi hermano, no sabemos qué ha sucedido", le decía Arlen Gómez a una radio local.

Cientos de familiares se dirigieron al Hospital Santa Teresa, ubicado en el mismo estado que la prisión. El hospital trató hasta el momento a 40 reclusos con serias quemaduras y otros 40 fueron enviados en ambulancia al Hospital Escuela en Tegucigalpa.

Horror, pánico, impotencia

"Cuando menos esperábamos nosotros vimos como salía el humo de la bartolina seis y a la hora del incendio no podíamos salir porque estaban cerradas las puertas", relató uno de los sobrevivientes de la tragedia, tras ser dado de alta del hospital Santa Teresa de Comayagua.

Ever López Hernández quien tiene 12 años de estar recluido por un homicidio que según él no cometió, dijo que a las 11:00 de la noche varios compañeros estaban dormidos y les gritábamos también a la Policía para que nos ayudaran.

Hernández quien estaba en el módulo tres donde se ubicaban las bartolinas que se quemaron en su totalidad, manifestó que varios internos lograron salir gracias a la agilidad del reo que identificó como "Marcos El Chaparro" quien logró abrir la celda.

El sobreviviente expresó que algunos reos tuvieron que romper el techo para escapar de las llamas que se extendieron rápidamente en el sector. Por su lado, el interno Francisco Javier Machuca, reveló que luego de romper el techo se lanzó por un matorral para evadir las lenguas de fuego y en su intento se fracturó una pierna.

Machuca relató que a la hora del incendio se estaba comiendo una tortilla y varios compañeros los alertaron que si no salían rápido iban a morir quemados. El privado de libertad añadió que en esa bartolina habían unas ochenta personas y desconoce cuántas lograron salir a tiempo.

El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, prometió una investigación completa y transparente sobre el incendio. Aseguró que las autoridades penitenciarias serían suspendidas mientras se llevan a cabo las diligencias. El primer mandatario consideró que el fuego era una lamentable e inaceptable tragedia.

«Salimos por el techo»

Postrado en una camilla Víctor Sevilla narró horrorizado cómo salvó su vida la madrugada del miércoles al huir, por los techos, del gigantesco incendio en el penal de Comayagua, donde al menos 272 reos murieron, muchos abrazados a los barrotes de las celdas.

Aterrados por las llamas, los reos --según testimonios-- debieron además sortear los disparos al aire de los guardias que al parecer en un primer momento creyeron que se trataba de un intento de fuga de esta prisión del centro de Honduras.

"Fue muy triste, me desperté con el griterío de los compañeros que estaban ya rompiendo el techo de madera y zinc. Salimos y saltamos. Tuvimos que lanzarnos por un muro, los otros estaban muriendo entre las llamas", dijo Sevilla a la AFP en el hospital de Comayagua, 90 km al norte de Tegucigalpa.


"Un reo encargado de enfermería rompió tres candados y pudo salvar a un montón de gente", relató Sevilla, de 23 años y condenado a 12 años por homicidio, quien escapó de su celda y de la muerte sólo pagando el precio de una fractura de tobillo.

Al hospital Santa Teresa fue llevada una treintena de sobrevivientes del voraz incendio que consumió casi la mitad de la granja-penal -los reos se dedicaban al cultivo de hortalizas y a la cría de animales- por causas que son investigadas por las autoridades.


Fabricio Contreras, de 34 años, fue uno de los primeros presos en lograr salir y narró cómo los custodios del penal "dispararon al aire porque pensaban que se trataba de una fuga"

"Estaba durmiendo cuando me desperté por los gritos de mis compañeros, de repente miré las llamas que se levantaban, la gente quería salir por el portón, pero nadie nos abría, levantamos entre todos las láminas del techo y saltamos por el techo, y saltamos un muro", contó.

"Fue horrible como pedían auxilio de las otras celdas porque se estaban quemando", añadió Contreras, atendido por una lesión en su pierna derecha y leves quemaduras.

Eberth López, de 29, preso por homicidio, cuenta que fue despertado por un compañero: "Miramos las lenguas de fuego. Todos gritaban pidiendo auxilio, no nos abrían los portones, las llaves no aparecían", contó a la AFP, aún bajo conmoción.

¿No quisieron abrir portones?

"Nos estábamos quemando, sentíamos pánico y más cuando no nos abrían las celdas", dijo Tiberio, un reo que es atendido en el hospital Escuela, en Tegucigalpa, tras sobrevivir con quemaduras graves.

"No nos abrían los portones hasta que llegó un enfermero y por fin logramos salir", dijo Tiberio quien expresó que "sentíamos un gran miedo, nos estábamos quemando".

A los bomberos se les impidió entrar a la prisión debido a disparos. Un portavoz de los bomberos, Josué García, aseguró haber visto escenas infernales en la prisión. Aseguró que los reclusos murieron por las llamas o por falta de oxígeno en sus celdas. 
 
"No podíamos sacarlos porque no teníamos las llaves y no podíamos encontrar a los guardias que las tenían", explicó García.

Defensores de derechos humanos de Honduras pidieron este miércoles investigar las denuncias que señalan que los guardias de la prisión de Comayagua (centro), donde más de 300 reos murieron en un incendio, habrían abierto tardíamente las celdas durante la emergencia.

"Vemos que hubo negligencia de abrir los portones. Se debe hacer una investigación exhaustiva, no aparecían las llaves", dijo a la AFP Andrés Pavón, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras, tras recibir testimonios de reclusos y familiares de las víctimas.

Leonel Casco, encargado de análisis del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, dijo que supo de un oficial que, en vez de abrir los portones, "tiró las llaves y salió corriendo".

"Cuando ingresamos, el incendio ya estaba desarrollado. Se tenía que seguir el protocolo, y si ellos -los guardianes- no abrían los portones, no podíamos ingresar" al interior del penal, dijo por su parte Jaime Silva a la AFP, comandante nacional de bomberos de Honduras.

Silva dijo que el cuerpo de bomberos recibió la alerta del incendio a las 22H56 de la noche del martes (04H56 GMT del miércoles), pocos minutos después de iniciado el fuego, tras la cual enviaron cuatro unidades.

El testimonio de Silva coincidió con denuncias de familiares sobre la supuesta demora de los oficiales en abrir las celdas para que los reclusos escaparan de las llamas.

"Mi hijo se asfixió allí. Los guardias no les abrieron la puerta para que murieran quemados. Si hubieran abierto la puerta se hubieran salvado. Había una gran balacera cuando los reos desesperados querían salir", denunció Johel Leonidas Medina, 69 años, en conversación con la AFP.

Alba Mejía, del Centro de Prevencion y Tratamiento de Víctimas de Tortura, denunció que parientes de víctimas afirman que las autoridades dispararon a los reos que intentaron huir por los techos.

"Tenemos informes de que no se encontraban las llaves. Hay informes de que hubo disparos, pero no sabemos si es que los policías creían que se trataba de una fuga", agregó Mejía.

"Ellos mismos los mataron, les gritaban muéranse perros, está bueno que se mueran. Muchos estaban presos por (haber robado) una gallina. Cuando intentaban salir por el techo los guardias les disparaban", aseguró Julia Morales, de 72 años, y madre de un recluso.

"No le abrían los portones a los bomberos. Cuando querían salir, nadie tenía las llaves de la celda y quedaron quemados en las puertas de la celda. En los barrios cercanos al penal, los guardias andaban persiguiéndolos, disparándoles a los que se fugaron", denunció Omar Tróchez, de 27 años.

La directora de fiscales de Honduras, Danelia Ferrera, dijo por su parte que es prematuro adelantar criterios sobre lo que pudo ocurrir al momento del incendio, por lo que instó a una investigación a fondo que establezca lo que realmente ocurrió.

El presidente Porfirio Lobo ordenó una profusa investigación para determinar las circunstancias en que se originó el incendio y sentar las responsabilidades del caso.

Desesperación

En las afueras del hospital, en cuya entrada fue colocada una lista con los reclusos internados en el lugar, decenas de personas buscaban desesperadas a sus parientes.

"Mi hijo se asfixió allí. Los guardias no les abrieron la puerta para que murieran quemados. Si hubieran abierto la puerta se hubieran salvado. Había una gran balacera cuando los reos desesperados querían salir", relató Leónidas Medina, de 69 años.

Unos 300 familiares, entre hombres, mujeres y niños, que clamaban por información de los reclusos en las afueras del penal, se enfrentaron con la policía a pedradas, rompieron el cerco y se agolparon en el patio frontal, pero los agentes, con disparos al aire, lograron luego controlar la situación.

"No le abrían los portones a los bomberos. Cuando querían salir, nadie tenía las llaves de la celda y quedaron quemados en las puertas de la celda", afirmó Omar Tróchez, de 27 años.

El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, anunció este miércoles la separación temporal de las autoridades penitenciarias para garantizar una investigación eficaz de las causas del incendio, que calificó de "lamentable e inaceptable tragedia".

La Policía Nacional difundió un listado con los nombres de 144 reos sobrevivientes. En medio de reclamos de los familiares, el portavoz policial, Héctor Iván Mejía, leyó el listado ante la desesperación de los parientes de los reclusos.

En total había 857 reclusos y cerca de 400 fueron confirmados muertos, entonces aún hay más de 400 desaparecidos, que podrían haber muerto o escapado.


El comisionado de los derechos humanos, Ramón Custodio, dijo que 356 no respondieron cuando se pasó lista para verificar a los sobrevivientes. "La mayoría de ellos podría haber muerto, y otros resultaron con quemaduras, escaparon o sobrevivieron", dijo

Medicina forense empezó a evacuar los cuerpos de las víctimas y el ambiente empezó a volverse más intenso ante las altas temperatura que envuelven la región central hondureña.

Desmayos y reclamos de parientes que acusan a las autoridades de negligentes matizó el crudo ambiente donde los cuerpos reflejan la agudeza de la tragedia.

Los parientes de las víctimas, especialmente las mujeres han desafiado a la autoridad e intentaron ingresar al sitio donde están los cuerpos para verificar lo que ha ocurrido con sus familiares.

"Los centros penales del país están colapsados y el Estado tiene que hacer cambios sustanciales" dijo el jefe de presidios, Danilo Orellana, reiterando una vieja urgencia.

Expresó que existen dos versiones respecto a lo que ocasionó el siniestro, al tiempo que negaba que hubiese un motín. "Tenemos dos hipótesis, una es que un recluso prendió fuego un colchón y la otra es que hubo un cortocircuito en el sistema eléctrico", explicó.

Las autoridades temen que muchos internos hayan escapado durante el fuego, según Héctor Iván Mejía, portavoz del Ministerio de Seguridad.

La prisión está en Comayagua, alrededor de 75 kilómetros al norte de la capital Tegucigalpa. La ciudad es conocida por su rico patrimonio arquitectónico de la época colonial. 
 
Sin embargo, por estas horas la imagen de que da la vuelta al mundo es la del drama de los presos y sus familias.

La tragedia de este miércoles eclipsó la imagen de Comayagua como ciudad de gran valor turístico en Honduras.
 
 Está ubicada a 80 kilómetros de la capital Tegucigalpa, y en ella habitan alrededor de 60.000 personas.
 
 Es cabecera del departamento que lleva mismo nombre, en el que hay más de 390.000 habitantes.

http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com/2012/02/infierno-en-carcel-hondurena-causa.html

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